Se ha presentado Albert Rivera en el Congreso de los Diputados en plan eufórico para proponer nuevas ideas y políticas públicas. Algo completamente novedoso, como nunca ha existido en la historia de la humanidad, algo que cambiaría el destino de los españoles pensaba y decía el dirigente naranja, pero no era así. Las propuestas ni eran novedosas, ni cambiarían el rumbo de la historia de España porque no dejan de ser remedos del franquismo, antiguallas que ya están sobrepasadas por esa misma historia en la que intenta encajar como sea el “cuñado mayor del reino”.

Rivera, en su reunión con el grupo parlamentario de Ciudadanos, ha expresado que la formación naranja “propone algo histórico: una Tarjeta Sanitaria Única que acabe con las anomalías que hay en España, ya que no puede  ser que los españoles que se vayan de vacaciones sean desplazados en su propio país”. Asqueroso que hable de desplazados alguien que no ha hecho ni caso a los migrantes, ni ahora, ni en los CIEs, pero es que su propuesta no es histórica. La Tarjeta Sanitaria Única ya ha existido en España, la famosa “Cartilla del Médico” de toda la vida. Así que de histórico poco. Es más, con la actual tarjeta te atienden en cualquier comunidad autónoma y luego pasan el coste a la comunidad de referencia.

Una vez más, las propuestas de Ciudadanos son una verdadera filfa. Y lo curioso es que el diputado “más pedagógico”, Toni Cantó, se enfada porque el resto de grupos les mandan a paseo: “parece que el PP, PSOE, podemos y todos los nacionalistas rechazan nuestra propuesta”. Pues claro alma cándida, claro que la rechazan porque la actual funciona perfectamente en todas las comunidades autónomas y lo de la cartilla ya es cosa del pasado. Lo que ocultan Ciudadanos es ese franquismo que llevan en los poros. Quieren una Tarjeta Nacional Española, muy española, y con banderita patriota para molestar a los nacionalistas. Eso es realmente lo que quieren. Les importa poco la Sanidad, de hecho la querrían privada o concertada en su mayoría. Pero están tan cegados en su lucha contra todo lo que huela a nación no española que intentan crear crisis en el sistema por cualquier lado. No pueden con carreteras, pues con la tarjeta sanitaria.

No es lo único franquista que han querido recordar. Rivera, como luego ha recordado Girauta, sólo cree en una España, la suya, la de las reminiscencias joseantonianas, la España franquista con su democracia orgánica (que ni era democracia, ni nada por el estilo). “Se están ofreciendo dos modelos de España: el de la nación de naciones y el privilegio, y el de la igualdad, la solidaridad y la unión, y nosotros somos esa España de valores democráticos” ha afirmado el dirigente catalán. Una mezcla de conceptos que indican un sentido franquista que su subconsciente revela. La nación de naciones de Pedro Sánchez le molesta porque él sólo quiere una grande y libre. Para Rivera y los naranjitos sólo puede haber una España unida e igual. Esto es, una España donde todos estén sometidos al poder del Ibex-35 y de la clase política derivada de esa fracción de clase. Sólo puede haber un poder porque, si hay poderes a distintas escalas, el control de la clase dominante no está nucleado en un centro. Supone, por tanto, un desgaste que los poderosos tengan que estar controlando y negociando con diversos núcleos de poder, por ello nada mejor que una España unida e igual en la miseria y el sometimiento a los poderosos.

Una España que tiene pocos valores democráticos, pese a lo afirmado por Girauta y Rivera (dos grandes intelectuales, no cabe duda), porque lo democrático es la distribución del poder en distintas escalas hasta llegar a la radicalización democrática de la participación directa del pueblo en la gestión de las cosas públicas. Como esto les pone los pelos como escarpias, mucho más que las cosas que diga Puigdemont, al menos debe haber en un país que sea democrático cierta descentralización del poder. Quieren en Ciudadanos volver al centralismo franquista, al control total para poner a la política, más si cabe, en manos de los verdaderamente poderosos, la clase dominante.

Y si les dejasen hasta nombrarían a los alcaldes y presidentes de comunidades autónomas. Niegan cualquier forma de pensarse nacionalmente (o ideológicamente) al resto de personas. Niegan cualquier uso de una lengua que no sea el español más allá de la casa o los bares. Y lo hacen porque quieren una igualdad totalitaria de sometimiento al dinero. Por ello quieren a los nacionalistas presos como ha declarado Rivera: “Si alguien ha cometido delitos debe pagar como cualquier ciudadano; pedimos justicia, nadie puede tener privilegios por ser aliado del señor Sánchez”. Hasta el momento no ha habido ni juicio. Y lo malo es que asemejan a los consellers catalanes a los etarras asesinos. Si han cometido delito alguno deberá ser un tribunal el que lo establezca, pero a ellos les da igual, ya han juzgado y condenado a los que son distintos a ellos. De la misma forma en que los nazis juzgaban a los políticos de izquierdas.

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