He escrito y borrado unas cuantas veces el principio de esta entrevista. Y lo he hecho porque no he encontrado las palabras que retraten como merece la grandeza de Patricia Carmona (@patricarmonal), una mujer valiente por los cuatro costados que rebosa vida y se desborda en sonrisas cálidas que sientes le salen del alma y a tu alma van.

Su historia tuvo un pasado perro, demasiado perro que a punto estuvo de arrancarle a bocados la vida por culpa de un maltratador. Pero hoy con 38 años, a fuerza de quererse y mimarse a sí misma como una reina, es la persona que durante sus primeros 19 años de vida no sabía que era. Es madre, trabaja feliz en Ilunion como administrativa y no piensa volver a dejar entrar la tristeza ni por asomo. “No me enseñaron a quererme y valorarme. Yo no me quería ni pensaba merecía nada digno de mí. Tuve que vaciarme por dentro y por fuera para empezar de cero y hacer un tratamiento de seis años para conectar conmigo”, comenta a Diario 16.


 

Cuando no te quieres, te hacen más que llorar

Y con ese rum rum que solo machaca y sabe el daño que hace a quien se lo produce Patricia se acostumbró a ir por la vida de puntillas “para no molestar”. Hasta que se topó con un violento cuando estudiaba para azafata y el infierno se instaló en su vida. Se fijó en un chico del barrio de 24 años, paracaidista que sirvió en misión humanitaria en Bosnia, “me parecía guapo, era fuerte, le veía mayor. Empezamos a salir juntos con muchas ganas de pasármelo bien y disfrutar de la relación. Me enamoré”, dice.

A los tres meses de estar juntos él le pegó una patada en la boca que le partió el labio. «Yo creía que me lo merecía, que era lo normal. Me sentía culpable por eso no reaccioné y seguí con él”. Después de esa primera agresión llegó la primera paliza. “La primera vez que me pegó, me dejó tirada en la calle, después de insultarme y gritarme,  me agarró del cuello, me tiró al suelo y se puso a darme patadas. Pensé que se había dado cuenta de lo que había hecho, y que nunca más me trataría mal. Yo le creí”, afirma.

Hasta que decidió reaccionar y le dejó. “Un día salí a comprar, supongo que él me vio por la ventana ya que vivíamos muy cerca y fue detrás de mí. Una vez llegamos al descampado, sacó un machete militar de combate, un enorme cuchillo de doble filo, y me dijo que no podía seguir así y que iba a suicidarse porque le había dejado.  Intentó ahogarme. Vencida, me tiró al suelo, seguía apretando; pataleaba, pegaba golpes al aire, pero jamás soltaba. Se me empezaba a nublar la vista, cuando de repente noté un golpe seco en mi costado;  me había dado una puñalada y después de esa siguieron las demás”, relata valiente Patricia. Tras su intento de asesinato el violento se fue, llamó a una ambulancia y se entregó en el cuartel donde cursaba su carrera como cabo.

Patricia sufrió una operación de 11 horas y estuvo clínicamente muerta dos veces. Pero logró darle la vuelta al destino y sobrevivió. Mientras la metían al quirófano, se aferró a la mano de una enfermera y le dijo: «No me dejes morir, que soy muy joven». Físicamente, le han quedado señales que tendré para siempre, además de una discapacidad reconocida del 38%: “tenía la mano destrozada, me había perforado el intestino, el hígado, la vena cava. A los dos meses tuvieron que volver a operarme para extirparme un metro de intestino”, añade.

 

¿Habías pensado en algún momento de tu vida que te podía pasar a ti?

Jamás. Y menos tan joven y con toda una vida por delante. De hecho, en aquella época no sabía lo que era un maltratador, ni lo que era violencia de género y mucho menos porque por aquel entonces había nada de la información ni de los medios que hoy ya hay. Mirando con la distancia de los años, la experiencia vivida y estando en el otro lado gracias a una terapia adecuada de seis años, considero que hay que seguir poniendo el foco en la sensibilización e información de la juventud. Por desgracia hay demasiados chicas jóvenes que siguen padeciendo esta lacra y hay que pararlo.

 

Su estrategia fue la de envolverte en su tela de araña limitando tu relación con cualquiera que no fuese él hasta que logró aislarte…

Este tipo de relaciones, limitan muchas cosas, las cuales llevan mucho tiempo para recuperar. Son tu autoestima, tu pérdida de ilusión por otras cosas; te van minando tu mundo exterior y por extensión tu mundo interior. Sientes un gran deterioro cómo mujer y como persona, pero debemos de poner un toque de esperanza y de ejemplos como es mi caso de que se puede superar y salir de ese círculo, tan normalizado hoy en día por desgracia aún. Hay que poner a las mujeres maltratadas el camino más fácil para ayudar en ese proceso.

 

A ellas les dices que merece la pena seguir adelante.

Por supuesto que merece la pena. Fui apuñalada en puntos vitales y padecí la confusión de no saber muy bien porque me sucedía todo aquello. Fue muy duro, tan joven y sin apenas comenzar mi camino en la vida. Aun así, aquí estoy para decir bien alto que hay que seguir luchando porque si se puede. Hay salida y en esa salida está la felicidad.

 

¿Y a las jóvenes que están pasando por un maltrato?

Decirlas que hay un montón de ayuda a su alrededor y de recursos que se han ganado con el tiempo. Les animo a acudir a los centros dedicados exclusivamente a violencia de género a informarse para que vean la ayuda que pueden recibir. Por otro lado quiero mandar mi particular mensaje de ánimo a todas ellas y decirles que si se puede. Que hay salida. Que existe toda una vida y que esa vida no es la de la violencia. Que no es la de que te traten cómo alguien inferior, que no es que te merezcas todo eso. Que el amor no es control, no es coartar tu libertad, no es manipulación psicológica, no es chantaje. El amor no te reduce te agranda.

 

¿Cuál es tu mensaje para aquellos que en lugar de responsabilizar al maltratador culpan a la mujer y dicen que es porque se lo buscan?

Mi mensaje para estas personas que culpan a las mujeres no es otro que de lamento. Sin duda alguna tienen un profundo desconocimiento sobre la violencia de género. Quienes pasamos por esto, no solo las víctimas, sino también los profesionales y la sociedad que lucha por erradicar esta lacra sabemos que no es así. Los únicos responsables del maltrato son quienes lo provocan, los maltratadores, los machistas. Nosotras somos las víctimas y como a tal nos tienen que ayudar y comprender y no culpabilizar.

 

¿Qué es lo más hermoso de tu presente y la lección aprendida para siempre?

Todo. Por suerte estoy rodeada de hermosura. Me tocó aprender mucho y muy rápido sin embargo aprendí que nunca hay que abandonarse, hay que quererse mucho y ser lo más independiente posible. También he aprendido a no rendirme, a tener paciencia y sobre todo a rodearme de personas y cosas que sean positivas porque al final lo demás es parte de la vida, habrá cosas buenas y menos buenas, pero depende todo de la actitud con la que lo afrontes.

 

¿Quién es hoy Patricia Carmona?

Soy tanto una mamá primeriza de un precioso niño de cuatro años como una mujer que sigue soñando. Me gusta vivir el día a día y siempre trato de disfrutar mi presente. Sigo con ganas de superarme y seguir aprendiendo intentando hacer que este viaje sea lo mejor posible para mí y los que me rodean.

Estoy aquí para decir bien alto hay salida al maltrato y que en esa salida está la felicidad

 

¿Qué le pides a la vida?

Parece tópico pero solo pido tener siempre salud para ver crecer a mi pequeño y poder transmitirle valores importantes. Quiero seguir trabajando y ayudar en todo lo posible allí donde esté. Quiero seguir rodeada de buenas personas tanto a nivel laboral como personal. Poco más, y ya es bastante.

Patricia decía que con esta entrevista quería “poner su granito de arena contra la violencia de género”. No es verdad. Ella, como tantas otras mujeres supervivientes y valientes como ella, no aportan pequeñas cantidades de ayuda. Construyen playas preciosas y necesarias donde la igualdad y la dignidad se mecen con las olas que curan y nos hacen mejores a todos. Gracias Patricia, por tan inmensa regalo a todos.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here