Inés Arrimadas es esa mujer que se ha aprendido un discursito en un tarjetón y sólo va cambiando los nombres de las personas o las instituciones. En su caso, el mismo tarjetón que le dieron al entrar como portavoz en el parlamento catalán es el que ahora utiliza contra Pedro Sánchez y el PSOE. Utilizando el mecanismo tipo chupete, la dirigente de Ciudadanos piensa que la mayoría de los españoles y españolas tienen un bajo coeficiente intelectual. Pero resulta que no cuela y se les están viendo las costuras por mucho que les saquen en todos los medios de comunicación.

Ayer pronunció esta frase Arrimadas: “el sanchismo cierra las instituciones para no permitir trabajar a la oposición y calienta la calle para poner a Cs en la diana de los violentos”. Cambien sanchismo por independentismo y es la misma frase que estuvo dos años pronunciando en Barcelona. Nuevamente una mentira. El sanchismo ni ha calentado la calle, ni ha incitado a nadie a “agredir”. Si por agredir entendemos tirarles agua con pistolas e insultarles en respuesta a los insultos que proferían desde las filas de Ciudadanos al colectivo LGTBi. O ¿serían agresiones como las no sufridas en Alsasua o Rentería? Porque dicen en Ciudadanos, un gran intelectual como Toni Cantó, que allí les agredieron y nadie ha visto las agresiones salvo las propias de la paranoia.

En verdad la estrategia es salvar la cara ante una metedura de pata enorme que han cometido con el colectivo LGTBi. Un colectivo cuyo lobby más potente está muy cerca de Ciudadanos y es un apoyo fundamental para el futuro de la formación naranja. Todo el “gaycapitalismo” tiene potentes lazos dentro de Ciudadanos y ahora han podido comprobar que la astracanada del otro día se puede volver en su contra. Así que nada mejor que desviar la atención y lanzarse sobre el sanchismo, esa cosa que no se sabe bien qué es pero que funciona como significante para atacar a Sánchez.

Y como la cabeza les da para lo que les da, para la táctica del conflicto constante, nada mejor que pasar el problema del rechazo por parte de un colectivo que tiene buen cartel por el lobby que han conformado a otros. Y en ese trasladar el problema nada mejor que utilizar el tarjetón catalán. No vaya a ser que les dé por pensar en algo más sofisticado y empiecen a echar humo por la cabeza o, incluso, les dé por ser liberales de verdad. Los totalitarios naranja están en política para alimentar el conflicto y que la clase dominante saque más rédito del que logran en condiciones normales. Están para la política espectáculo y que, mientras, la clase dominante siga dominando con sus partidos cártel de siempre. Y nada mejor que decir que Sánchez tiene secuestrada la democracia como hacía Torra, o como podría hacer cualquiera que estuviese en el Gobierno si fuese del lado izquierdo.

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