El dicho que suelen utilizar en la izquierda de “eres más tonto que un obrero de derechas” debería cambiarse por las muestras de dolor que han proferido en estos dos últimos días personas que se catalogan de izquierdas y blanden la espada de la misma contra los adversarios patrios. Sentir la muerte de una persona cercana es normal. Sentir la muerte de alguien a quien se considera influyente en la propia vida es normal. Sentir pena por la muerte de alguien que ha hecho algo por la humanidad en general o el país en particular es normal. Sentir pena por alguien que ni conoces, ni te ha influido, ni ha hecho nada por tu país o la humanidad es buenismo barato. Y más cuando la vida de esa persona confronta con los ideales que se dice defender. Pues esto pasa en España y en los buenistas españoles que, por estar a todas las cosas con cierto sentido humano, se entregan a la pura contradicción.

Ha sucedido en otras situaciones y se ha visto con la muerte del conservador del Partido Republicano de Estados Unidos, John McCain. Medios “progres” loando su flema y personas que se dicen de izquierdas siguiendo la estela. Según parece ser educado y aparentemente demócrata es algo loable y no normal como sucede con numerosas personas. Lo que halabas de otro suele decir mucho de ti mismo. Por tanto si loas que alguien sea educado y demócrata es porque crees que en tu país eso no sucede. O porque ves en esa imagen una proyección de los deseos (inconscientes) que tienes para tu país. Algunos buenistas españoles han salido a loar a McCain sin pararse a pensar en su vida. En buena parte influido por los medios “progres” que no hacen sino edulcorar el sistema y al Imperio, por cierto.

McCain fue un militar estadounidense, con todo lo que eso puede llegar a significar. El cual acudió a Vietnam a asesinar personas por el hecho de que eran comunistas. El país de la bomba atómica, artefacto de destrucción  que en los años sesenta tenía una repercusión mayor en las vidas y la intelectualidad de la época que ahora, decidió ejercer de Imperio y llevar el sistema democrático-capitalista a diversos países del mundo mediante el uso del poder armamentístico. Allí en Vietnam, McCain caería preso del vietcom y pasaría cinco años en campos de concentración sufriendo torturas. Eso sí, después de aniquilar unas cuantas vidas en Hanoi y alrededores con su avión. Volvió a su país como héroe de guerra y le cubrieron de medallas como sólo allí suelen hacer. Criticó al gobierno de Nixon, no por haberlos llevado a una guerra sin sentido, sino por dejarlos tirados allí durante tanto tiempo.

Posteriormente fue congresista y senador, candidato presidencial y activista contra Trump. En todos estos años apoyó la carrera armamentística, la lucha contra el mal (sólo a posteriori se quejó de la primera guerra de Iraq) y el uso de armas por parte de las personas de la calle, lo que le valió el apoyo económico de la Asociación del Rifle en sus campañas. Pero una vez defendió a Obama (salen todos los buenistas a apoyarle) haciendo uso de la educación, esto es, afirmó que Obama era un buen hombre de familia con el que divergía pero tan americano como él, en los momentos en que se dudaba de su religión y su procedencia. Y también apoyó el ObamaCare contra los intentos de destruirlo por Trump (aquí los buenistas se derriten) porque era bueno para la nación. Y como se llevaba mal con Trump ya parece ser bueno y no un cowboy de Arizona que no dudaría en pegar dos tiros a cualquiera.

La verdad es que lo que hiciese o no, lo que dijese o no, John McCain debería importar a los europeos en general, y los españoles en particular (pues es un supuesto héroe al otro lado del Atlántico), poco o nada. Que muera un senador estadounidense ¿realmente importa? ¿Es trascendental para el devenir español? No. El problema es que es parte de la cultura de dominación del Imperio. Se nos transmiten hasta las muertes de sus personas célebres como si fueran propias. Todos los medios de comunicación siguiendo el dictado del Imperio sin salirse de la línea (todos hablando del héroe de guerra en Vietnam sin pensar en las muertes que causó). Por mucho que sea verano, no hay justificación a tamaño sometimiento al Imperio estadounidense. No sólo marca la línea económica de las sociedades europeas, sino la cultural, la política y, a este ritmo, la privada. Pero el Imperio es mucho Imperio y se le tiene miedo.

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