En todo el conflicto catalán se pueden señalar varios dirigentes políticos que van a quedar marcados para mal. Soraya Sáenz de Santamaría por su fracaso en la Operación diálogo que ha provocado que alguien tan poco dado a moverse como Rajoy haya tenido que coger los mandos de la situación. Carles Puigdemont también saldrá malparado por un referéndum sin garantías y por ser parte de la fractura social que se está provocando en Cataluña. Así podríamos seguir con algunos personajes más, pero como partido en general sólo hay uno que sale escaldado: Ciudadanos.

Paradójicamente la formación, de origen catalán y con gran parte de su dirigencia de esa ascendencia, está siendo superada por los acontecimientos que se vienen desarrollando en Cataluña. Por mucho que aparecen en los medios de comunicación para lanzar sus ideas fuerza o para transmitir su propio relato de la situación, Ciudadanos ni está, ni se le espera para solventar el conflicto. Se podrán criticar aspectos del PP, del PSC o del conglomerado que forma Podemos, pero todos intentan ofrecer algún tipo de solución o alternativa. Sin embargo, si se preguntase por las opciones de Ciudadanos nadie sabría a ciencia cierta qué dicen. Son varios los factores que la dirigencia naranja parece no haber vislumbrado.

El primer factor que se puede distinguir en esta hecatombe es no distinguirse de lo propuesto por el Partido Popular. No es de extrañar pues, a pesar de presentarse como un partido liberal y de progreso, su posición respecto al nacionalismo catalán es igual. Incluso en algunos casos es mucho más extrema y tradicionalista que defendida por mariano Rajoy y los voceros populares. Da igual quien se exprese, si Rivera, Girauta o Arrimadas, todos y todas exponen una visión de una España a lo Menéndez Pidal. Esto es, una nación eterna y que constituye una unidad de destino. José Antonio Primo de Rivera no se sentiría mal con la defensa que se hace desde la formación naranja, ni Gonzalo Fernández de la Mora. Dicen representar a una clase social avanzada y globalizadora, pero al final del camino muestran una defensa de una tradición que es más de Donoso Cortés y el tradicionalismo español (o catalán).

En segundo lugar, Albert Rivera sufrió un enorme fracaso con su PNL intentando dar un cheque en blanco al gobierno de Rajoy. No hacía falta ese apoyo porque lo tiene de facto ya que el PSOE apoya sus acciones judiciales aunque se separa en el postconflicto. Y Podemos no se ha manifestado en favor del referéndum tal y como se ha planteado. Pablo Iglesias ha sido contundente y claro al respecto. Por ende, ¿por qué dar un apoyo explícito al Gobierno si nadie está contra él? El intento, como hacen una y otra vez, de ganar en el terreno mediático lo que no consiguen en lo político, esta vez no ha surtido efecto. En ese apoyo no había distinción de discurso. Ambos son partidos de la coalición dominante pero, hasta el momento, había intentado diferenciarse. Hoy en día no hay diferencias.

En tercer lugar, las actuaciones políticas de Ciudadanos en Cataluña están siendo erróneas una tras otra. Desde, al menos, comienzos de año todo el discurso sobre Cataluña, especialmente el de Inés Arrimadas ha sido los “independentistas son malos y hay que poner las urnas de unas nuevas elecciones regionales”. Hasta principios de septiembre ese ha sido el único discurso de Ciudadanos. Querían elecciones porque se veían con fuerzas para ser la primera formación en Cataluña. Paradójica actuación porque Rivera manifestó el día 8 de septiembre que “quien esté pensando ahora en su formación o en escaños es mediocre”. Exactamente, su propia formación es mediocre porque lleva pensando en eso mismo.

Pero ¿han dejado ese discurso para abrazar otro? Sí y no. Sí porque ya no hablan “todos” los días de elecciones, pero ahora sólo hablan de moción de censura. Como ejemplo, el día 12 de septiembre Arrimadas afirmaba que “como líder de la oposición lucharé hasta el final para devolver el sentido común y el consenso con un nuevo gobierno para Cataluña”. Si esto no es electoralismo puro y duro se hace complicado pensar en otro tipo del mismo. A esto se suma que Arrimadas viene pidiendo una moción de censura, que piensa llevar a cabo pese a que algunos en el propio partido le han requerido a que abandone la idea y no cuente con apoyos… de nadie. Intentan los naranjas jugar al populismo y al maniqueísmo para añadir a los “malvados independentistas” a PP, PSC y En Comú Podem que no piensan apoyarla. Electoralismo e intento de pescar en río revuelto. Y si no lo creen basta leer esta otra declaración de Arrimadas: “Cuando sea presidenta de la Generalitat me comprometo a volver a unir a los catalanes en un nuevo proyecto de consenso y recuperar la admiración por Cataluña en el resto de España y del mundo”. Ni Iceta, ni Albiol, ni Domènech han dicho algo similar.

Y en cuarto lugar no tienen proyecto para el postconflicto. Desde el PSOE están proponiendo una Comisión, que no le gusta a Ciudadanos, para debatir y analizar un nuevo modelo territorial. Casi todos los dirigentes socialistas hablan de una reforma federal y de una vuelta al consenso y el diálogo “sin exclusiones”. No quieren un referéndum pero entienden que hay un encaje distinto para Cataluña dentro de España. En Podemos apoyarían un referéndum con garantías y eso defienden. A la par, aunque con la boca pequeña en muchas ocasiones, de apoyar una reforma federalizante. Ambos tienen ese proyecto y ambos hablan de diálogo.

En el PP no querrían tocar la Constitución pero sí estirarla lo suficiente para conceder más dinero y competencias a Cataluña. Taparles la boca con dinero. Sobre el diálogo sí pero se manifiesta casi como desde una posición de sometimiento. Pero aplicarán todo el pragmatismo posible a la solución. El mismo que no han sabido conseguir ya que, en buena parte, lo que sucede hoy en Cataluña es culpa suya. Los independentistas tienen la otra parte de la responsabilidad.

Sin embargo, ¿qué ofrece Ciudadanos? Nada. Buen realmente piden gobernar ellos y ellas para que todo sea maravilloso y no vuelva a hablarse de catalanismo ni de nada por el estilo. Sólo con un gobierno de Arrimadas es posible la felicidad en Cataluña. ¿Cómo conseguirlo? Solamente con el gobierno naranja. No hay nada en sus palabras que hablen de diálogo, configuración nacional, o algo por el estilo. En nada se diferencian de lo que pueda decir el PP, salvo para pasarle por la derecha de España como “Una, grande y libre”… de independentistas y populistas. Porque curiosamente, han dedicado casi tanto esfuerzo a atacar a Podemos como a Puigdemont.

En todo el conflicto y la fractura social que vive Cataluña, Ciudadanos son los grandes perdedores. ¿Tendrá esto repercusión electoral? Seguramente. Pero lo que demuestra es que el proyecto naranja, como hemos venido aclarando en estas mismas páginas, es falso. Sólo están en política para defender los intereses de la coalición dominante que realmente manda en España. Una coalición que prefiere utilizar al PP en este tipo de casos. Así, Rajoy, pese a toda la corrupción que tiene a sus espaldas, le gana la batalla a Rivera.

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