Pura lógica en este tiro de gracia que han querido dar a María Dolores Cospedal, y de paso a los “rajoyistas” como veremos: es fuego amigo. No se sorprendan y sigamos con la lógica de las grabaciones del ex-comisario Villarejo. ¿Quiénes pueden haber accedido a las grabaciones del infausto policía? Por un lado Asuntos Internos, por otro lado el CNI y más allá, en la lejanía, la judicatura. Estas grabaciones no se confiscaron hace tres días como aquel que dice, sino que llevan años a buen recaudo, tanto en tribunales, como en la Policía Nacional, como en el CNI. ¿Quiénes dirigían esos gabinetes y pueden tener intereses futuros? Descartando a Rafael Catalá, que estaba con Cospedal y se ha colocado bien con Casado, y por tanto el ministerio de Justicia, quedan los otros dos organismo. Si Asuntos Internos, Interior por tanto, era de Juan Ignacio Zoido, amigo de Cospedal, sólo queda el CNI como organismo de filtración. Y ¿de quién dependía el CNI? ¡Exacto! De Soraya Sáenz de Santamaría. Un cuerpo sorayista que tendría ganas de acabar con la dirigente albaceteña, como quiso acabar con Cristina Cifuentes (buena amiga de esta última).

Sí todos los ojos apuntan al sorayismo que quiere dejar, ahora que el PP está en proceso de renovación parcial, yermo cualquier recorrido futuro de la perdedora de las primarias. Pablo Casado entienden que va a acabar pegándose él solo un tiro en el pie, por eso nada mejor que eliminar a quienes podrían competir o, mejor dicho, a quienes tienen un control mayor del aparato interno que los propios. Una parte de estrategia política, ahora que el daño es menor, y una parte de venganza por las cuestiones del pasado. No han asimilado en el sorayismo la derrota y trabajan poco a poco en la vuelta de la “niña” mimada del establishment. ¿No ven extraño que de todas las conversaciones que habrán tenido Cospedal, su marido y Villarejo sólo haya salido lo de espiar a Javier Arenas? El dirigente andaluz es sorayista, como lo es Juanma Moreno. Y, además, se difunde que Mariano Rajoy, que aún podría mover alguna ficha en favor de Feijóo o Casado, sabía todo. Como lo debía saber Soraya, no seamos incrédulos.

En la carta de despedida de Cospedal, que pueden ver en la galería adjunta, hay párrafos que dicen mucho de forma velada. “Creo humildemente que mi actitud frente a los casos de corrupción que dañaron innegablemente el buen nombre del Partido Popular, me hizo merecedora de la autoridad para defender el honor de tantos compañeros que fueron objeto de injusticias, sospechas y vapuleos por el hecho de formar parte de mi formación” lanza Cospedal contra quien sabe que ha movido los hilos de la filtración, porque otras callaban mientras la secretaria general daba la cara. Es más, explica que, puesto que era legal la empresa de Villarejo, no hizo nada mal al escuchar. “Procuré por todos los medios a mi alcance, por supuesto dentro de los límites de la ley, conocer la problemática que vivía mi partido” explica también, dando a entender que con toda la porquería que salía por todos lados, quería conocer hasta donde llegaba lo podrido.

Lo mejor viene ahora como verán. “Y la verdad es que nunca ordené ni encargué espiar a nadie. Pedí más información para confirmar si eran ciertas cuestiones concretas que me habían hecho llegar y que podían afectar a determinadas personas” afirma en relación, evidentemente, a Arenas. Da a entender que algo le habrían dicho de Arenas, por ejemplo, vinculaciones con el caso Amat que tan mal huele, y que pidió corroborar. La duda es si esas noticias tuvieron algo que ver con la caída del dirigente andaluz. Nunca se sabrá posiblemente, pero algo pasó y el sorayismo ahora se la ha devuelto. Luchas internas que se dilucidaban según la implicación de cada cual en distintos casos de corrupción en esa podredumbre en que quedó convertido el PP. Por eso no es de extrañar que Cospedal se despida de los militantes solamente, los demás cargos que han estado no merecen la pena para ella, porque sabe que todo esto es fuego amigo contra ella y su marido.

Como hacen las mafias, el sorayismo ha ido eliminando a gentes con tonterías que sus medios de comunicación exageran día y noche. Cayó Cifuentes. Ha caído Cospedal. Ahora sólo queda saber quién será la próxima víctima del sindicato mafioso que parece haberse instalado en las cuevas del PP y del sistema político. Porque les guía no una especie de deseo de regeneración y de mejora del PP, sino el resentimiento, como demuestra que ataquen hasta a un Rajoy que pasa ya de todas estas cosas. Pero ahora ya le han avisado, cometiendo un error, para actuar contra ellos y ellas, contra el sorayismo mafioso. La guerra continua…

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