Cree el ladrón… que los demás también mienten

“Cree el ladrón que todos son de su misma condición” dice el refrán y piensa Pablo Casado que como él es un mentiroso compulsivo los demás deben serlo. Así lo ha manifestado mientras presentaba la candidatura de Madrid (Ayuntamiento y Comunidad), esa candidatura que muestra su derrota y miedo a los neofascistas, en referencia al presidente del Gobierno. Dice que Pedro Sánchez mintió cuando dijo que convocaría elecciones tras la moción de censura. Dice Casado, que en cuestiones de recuerdo de la historia no es de fiar, que iría a elecciones “antes y durante la moción de censura”. Obvia, porque él sí es mentiroso, que lo dijo en referencia a un posible apoyo de Ciudadanos o lo que le expresasen los que le apoyaron en ese momento. Tampoco recuerda que se presentó la moción de censura porque el PP quedaba confirmado como una cueva de ladrones por sentencia judicial.

En el Teatro Goya se ha rodeado de grandes personajes que reflejan la buena gestión del PP según decía. Pío García Escudero que reconoció sin rubor haber recibido sobres con dinero negro por parte de su partido. Ángel Garrido quien no ejecuta los presupuestos en materia social y tiene a la Comunidad de Madrid con una deuda tres veces mayor que su propio presupuesto. Y claro recordando y agradeciendo a Esperanza Aguirre, quien llegó al poder tras la compra de dos diputados del PSOE, que fomentó la Gürtel, la Púnica, el robo del Canal de Isabel II, el austericidio de la mayoría y la riqueza de sus niños en fundaciones sin ningún tipo de trabajo (Santiago Abas-Kal, que le pega más por su financiación iraní). No hay peor mentira que la distorsión de la realidad, cuando no es inventársela. Como eso de que el PP ha escrito las mejores páginas de la Historia de España (la guerra de Irak 2, el austericidio, los 70.000 millones regalados a la banca, la corrupción sistémica de su partido), frente a la consolidación de la democracia y la modernización económica que produjeron la UCD y el PSOE (más PCE en ayuntamientos), o los derechos sociales del PSOE de Rodríguez. Claro que para él, dentro de la mentira que es su cerebro al completo, el PP ya estaba junto a los reyes católicos en la toma de Granada, viajó con Colón en su primer viaje a las Indias y era quien liberó a España de la invasión napoleónica.

El mal es la izquierda para Casado y los demás son de centro-derecha, salvo Ciudadanos que de partido liberal ha pasado a peligroso según se desprende de sus palabras. Y ese mal que representa, según él Pedro Sánchez, en vez de hablar de banderas, peligro o mentiras, estaba hablando en Burgos a las personas afirmando que “a los que dicen que ser patriota es gritar todos los días Viva España, nosotros decimos que ser patriota es trabajar cada día para que en España se viva mejor”. Mientras Casado no sabe qué forma ideológica tomar, porque carece de capacidad intelectual y denota no haber estudiado realmente, Sánchez propone algo tan pragmático como es lo material. Lo que da de comer todos los días, no las ensoñaciones del trifachito. Paradójicamente, Sánchez tiene un mensaje más lógico de la derecha (el materialismo del día a día), mientras que Casado está en el mundo de la ideas. La pena es que ni sabe salir de la Caverna para ver las ideas en sí, ni sabe que las sombras que él cree verdaderas ideas no son más que reflejos distorsionados de una realidad que no es tal. Dicho en otras palabras el presidente del PP está en una ensoñación alejada del análisis de la realidad, de la verdad, de lo necesario. Se encuentra en la pura posverdad posmoderna que nos intenta vender con palabras reaccionarias y arcaicas. Vive la nación ideal, pero se aleja paso a paso de la patria, la cual sí está en el discurso y la acción de gobierno de Sánchez.

Pedro Sánchez en Burgos

Tiene razón el presidente del Gobierno cuando afirma que “la derecha está siempre diciendo que cualquier pasado fue mejor, pues viendo lo que se ve de la derecha, cualquier derecha pasada fue mejor”. Para sorpresa de los analistas Casado está haciendo bueno a Fraga. Al menos el segundo tenía una visión de Estado de la que carece el palentino. Y pese a los arrebatos de Fraga, siempre tenía tiempo para templarse y hacer lo que mejor creía para España. Hoy de Casado sólo se puede esperar alguna excrecencia verbal, odio y un análisis de la realidad que no favorece el crecimiento económico, la convivencia social o la mera deliberación democrática. No es que defienda con vehemencia los derechos de la plutocracia que le apoya, es que se está acercando a posiciones autoritarias de tal forma que hasta Albert Rivera parece moderado y lógico. No lo es, no se asusten, el cuñadismo ideológico necesita de la incontinencia verbal también.

Como Casado no ha estudiado cuando habla de libertad, significa libertad para tener un trabajo precario. Se es libre de precarizarse de una u otra forma. De hecho, según Casado lo mejor para ser libre es ser un emprendedor, lo que en lenguaje pepero es autoexplotarse y automutilarse psicológicamente en favor de los capitalistas. Autoexplotarse porque se trabaja más, por menos dinero y asumiendo todos los costes. Y automutilarse porque esa idea de emprendimiento lo que encubre es un desgaste psicológico y físico por no quedar señalado como un fracasado, cuando la realidad es que era imposible no serlo. Lean a Byung Chul-Han (La sociedad del cansancio o Psicopolítica) y sabrán de lo que hablamos. Casado no es que utilice máscaras o artefactos espectaculares para ocultar su verdadero discurso, sino que miente con sonrisa artificial porque se miente a sí mismo. El idealismo que nos quiere presentar realmente es una patología interna de su cerebro que se niega a sí mismo cualquier posibilidad de afirmar algo que se parezca a lo real-no-imaginado. No es que sea un idealismo hegeliano, donde la idea realmente construye la realidad, sino que él miente sobre la realidad y quiere que todo encaje con esa mentira. Si Sánchez es un traidor por dialogar, como hizo Rajoy por cierto, con el gobierno catalán, todo el que no diga eso es un traidor. El problema es que la realidad es tozuda y por mucho que una mentira se repita, más en una sociedad donde la información corre tan rápido que lo de ayer parece historia antigua, al final se coge al mentiroso. Y a Casado le tienen calado desde el principio.

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