Dicho apoyado en la barra de un bar con dos copazos ya en el cuerpo, la aseveración de Fernando Berlín en Al Rojo Vivo es completamente correcta: el PSOE es liberal y Podemos socialdemócrata. Las frases sin ningún análisis, sin ningún sentido, dichas en forma de cuñadismo dan para eso y mucho más. Podrían haber dicho que unos son sistémicos y los otros antisistémicos; que unos son modernos y los otros postmodernos; que unos son diversos y los otros magufos; y así hasta completar todo el arco de calificativos posibles a fin de definir algo que conviene a quien pronuncia la frase. Porque esa parte subjetiva no hay que desestimarla y el inconsciente produce una reflexión del tipo: “si las personas en España son socialdemócratas y quiero que mi partido sea mejor visto digo que es socialdemócrata para ver si atraigo votos hacia él”.

La cara de Pablo Simón, politólogo que no se sale ni por un milímetro de las reglas establecidas, tras escuchar la palabrería de Berlín es de época. Expresó una especie de “¿Pero qué me estás contando?” sin decir nada y perdonando la vida al interlocutor. Porque de haber querido le podría haber destrozado allí mismo. Tan interesante como la cara de Simón es la utilización por parte de Podemos de ese “análisis” (entrecomillado sí que tampoco es que se devanase los sesos) por parte de Podemos para ganar esa cuota que inconscientemente estaba reclamando el periodista. La formación morada se sube al carro de la socialdemocracia visto que sus planteamientos populistas y de pseudoizquierdas (los bohemios burgueses) no calan entre la población. No es la primera vez que lo advertimos. Desde Vistalegre II Podemos ha virado hacia el centro, lo que suponía aceptar las tesis errejonistas con una dirección unipersonal. Y ahí está parte de la clave de la dificultad de situar a Podemos más allá de un evanescente izquierdismo. La formación morada no deja de ser un movimiento personalista que se mueve al albur de los deseos del dirigente máximo. Ora comunista, ora populista, ora socialdemócrata.

La negociación para formar gobierno dejó bien a las claras que en Podemos lo ideológico, más allá de soflamas para contentar al público, no es importante, sólo el poder. De ahí que aceptasen las propuestas completas del PSOE porque las comparten o les da igual. Sólo la defensa de lo público permanece en todos estos años, lo que tiene una explicación clara pues la mayoría de sus dirigentes surgen del Tercer Sector y viven de las subvenciones del Estado. En ese aspecto son los más estatistas del mundo y así lo han demostrado en todos los gobiernos que han tenido, otorgando subvenciones a todos los grupos afines. No desean asaltar el Estado para, desde los intersticios que existen según Bob Jessop (teórico del Estado), transformar el sistema capitalista. No es que asalten el Estado para instaurar la dictadura del proletariado. No. Quieren poder para controlar y hacer una política en interés de los grupos de interés. Esto es lo que se ha visto donde han gobernado y es lo que quieren para el gobierno estatal. Por eso hoy defienden el 155 y mañana no. Siguiendo la boutade de Berlín incluso podríamos decir que son seguidores de Felipe González y su revolución burguesa, ya que Podemos no es más que una radicalización de los principios de la democracia liberal. Nada de superar el sistema capitalista.

¿Son socialdemócratas? Ni ellos saben lo que son así que difícilmente se puede saber qué son, salvo tener claro que no desean cambiar el sistema sino aprovechar los resquicios del mismo para intentar gestionarlo de otra forma. No tienen hecho ningún análisis serio y profundo en resoluciones o similares donde se ponga en cuestión el sistema mismo. No hay un análisis materialista. Se presentan como mejores gestores de lo dado, lo mismo que ha venido haciendo la socialdemocracia que fracasa por toda Europa, como fracasan todos los movimientos populistas por cierto. Partiendo del populismo y la lucha contra la casta, hoy en día, a una velocidad asombrosa, han pasado en Podemos a defender al propio sistema y como superar las crisis de forma más humana. No es poco, todo hay que decirlo, pero la mentalidad pequeño burguesa está ahí y se muestran incapaces de superar esa barrera psicológica que les ha sido insertada desde infantes. Podemos no es más que un grupo de bohemios burgueses que quieren lo que les prometieron desde el sistema y no les han dado: dominar el mundo y satisfacer todos sus deseos. En resumen son, como mucho, la socialdemocracia del deseo.

¿Es el PSOE liberal?

La otra parte de la frase de Berlín es tan cierta como falsa. El PSOE posiblemente tenga más de liberal que de socialdemócrata, pero siempre y cuando el análisis se haga bajo dos matrices: el sistema y la ideología dominante. Hasta hace pocos años llamar a alguien del PSOE liberal era considerado un insulto, hoy se acepta tranquilamente ese calificativo. A veces como insulto hacia personas como Susana Díaz o Emiliano García Page, a veces como muestra de pluralidad. Que el PSOE está lleno de liberales, especialmente en su aparato y su cúpula, es verdad. Los hay por todos lados, pero, siempre hay un pero, no es lo mismo que ser neoliberal. Digamos que en el PSOE desde los años de José Luis Rodríguez se han aceptado los principios liberales de Justicia Social y buena parte de los mantenidos por los neo-utilitaristas. Ser de este tipo de liberalismo, que no está contra el sistema, pero es la ideología de la socialdemocracia tras la Tercera Vía. Berlín esto no lo conoce con seguridad, ni muchas personas que se siguen diciendo socialistas o socialdemócratas, las cuales son liberales pero no como Ciudadanos o PP. No son el mismo liberalismo.

El mejor ejemplo de lo que decimos se encuentra en un artículo que Manuel Escudero ha sacado para contrarrestar la autoubicación ahora de Podemos, vía sus portavoces mediáticos, como socialdemócratas. Con la brevedad requerida por el formato digital, Escudero explica, exagerando en algunas cuestiones intrapartido, la nueva ideología de la socialdemocracia que acabará extendiéndose por toda Europa como modelo. Para el economista la diferencia actual se basa en que mientras la socialdemocracia clásica sigue estando posicionada en la defensa del Estado de bienestar y las políticas de redistribución, en el PSOE van más avanzados con las políticas de predistribución. ¿Esto qué significa? Intentar llevar a cabo la Justicia Social, las políticas feministas y la transición ecológica. Adelantarse al capitalismo salvaje para ponerle límites de todo tipo y que las personas partan de una posición igual en la vida.

Suena bien, salvo que esto de nuevo no tiene nada. Como mucho ha habido un cambio de paradigma, como cuando se abandonó el marxismo, nada más. La Justicia Social y la predistribución surge de la Teoría de la Justicia de John Rawls  de ¡¡¡1971!!! con su velo de la ignorancia. Un camino que han seguido pensadoras como Nancy Fraser o economistas de la subalternidad. Curiosamente el último libro donde Rawls perfilaba su teoría se llamó Liberalismo político. El ecologismo ya sabemos que tampoco es nada nuevo y que está siendo asumido por el propio capitalismo hasta donde le es rentable en términos económicos y publicitarios. Una transición que no asusta al sistema sino que le conviene a su fracción mayoritaria. El feminismo tres cuartas partes de lo mismo. El resto del programa del PSOE es redistributivo sin más. No deja de ser una cara amable del propio sistema, no siendo esto negativo aunque pueda parecer insuficiente. Un neo-utilitarismo para hacer feliz a la mayor parte de las personas.

Por tanto ¿la afirmación de Berlín es cierta? No, en tanto en cuanto ambos partidos son liberales al aceptar y no posicionarse contra las reglas del juego. Puede haber matices pero no son antisistémicos, ya sea de forma gradualista o revolucionaria. Es más ambos partidos podrían ser calificados como socialdemócratas al ser estatistas y pensar que las políticas públicas pueden cambiar las cosas, siempre y cuando no se toquen los medios de producción o a la fracción financiera de la clase dominante. Ambos partidos están contentos con una fracción de esa clase dominante pero tienen un sentido social que no poseen los partidos neoliberales. Cada uno, desde su punto de vista, quiere mejorar la vida de las personas y en la práctica hacen lo mismo al final. Por mucho que los morados clamen contra la casta no dejan de ser casta ellos mismos ya que están identificados con la ideología dominante. En el PSOE se asumió hace tiempo y, tal vez por eso, no pegan tantos bandazos. Según el razonamiento del pequeño burgués de las ondas la clase trabajadora en España es liberal y la bohemia burguesa socialdemócrata. Aunque lo que se esconde realmente detrás de todo eso es pensar que la clase trabajadora en España es estúpida por votar al PSOE y no al elegido. Para cualquier aclaración vean el artículo sobre la “Berdadera Hizquierda”.

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