Foto: Marta Sánchez

La historia del Mar Menor y la de su degradación van irremediablemente unidas a la de La Manga. Una historia llena de hechos curiosos y relevantes, como su venta por parte del Estado a un empresario por una cantidad irrisoria.

La Manga del Mar Menor pertenecía al Estado, pero la Ley de desamortización de Mendizábal de 1855 a 1856 la confiscó en subasta pública el 10 de enero de 1863. A partir de este momento, esta lengua de arena, que era un territorio totalmente virgen, pasó a manos de los antecesores de los actuales promotores y urbanizadores, que la compraron al Estado por el precio de 31.000 reales (7.750 pesetas o 47 euros actuales), según se recuerda en el reciente Proyecto Informativo y Estudio de Impacto Ambiental sobre el «Análisis de soluciones para el objetivo del vertido cero al Mar Menor proveniente del Campo de Cartagena», elaborado por el ministerio de Medio Ambiente.

Sin embargo, La Manga no permaneció mucho tiempo en manos de sus nuevos propietarios, puesto que la familia Maestre comienza a comprarla a finales del siglo XIX. En la década de los años 50 del siglo XX la zona norte de La Manga (del municipio de San Javier) ya se encontraba en manos de Tomás Maestre Zapata, patriarca de la familia en esos momentos.

Por la zona de Cartagena había sido cedida a José Huertas para establecer una pesquería en la denominada encañizada de Marchamalo, pasando años más tarde a manos del empresario minero José Celdrán.
En 1956 Tomás Maestre Aznar uno de los sobrinos de Tomás Maestre Zapata, comenzó a trabajar en un proyecto que tenía en mente: urbanizar esta lengua de arena por sus extremos norte y sur, dejando toda la extensión del centro para que conservara intacta el paisaje original.

Tras litigios y negociaciones  consiguió hacerse con la totalidad de la Manga y en 1961 comienza a desarrollar su proyecto: convertir La Manga en un  exclusivo destino turístico internacional. Para ello contó con los apoyos de los Ayuntamientos implicados (San Javier y Cartagena), viniendo el apoyo final y principal con la entrada en el ámbito de la Ley de Centros de Interés Turístico con la visita del entonces ministro de Turismo Fraga Iribarne, que en 1962 conoció estas playas y permitió su entrada en el ámbito de la Ley de Centros de Interés Turístico.

Finalmente el 23 de julio de 1966 y el 16 de diciembre de 1968 la Comisión provincial de Urbanismo de Murcia aprobó los planes de ordenación urbana de los centros de Interés Turístico «Hacienda de La Manga de Cartagena» y «Hacienda de La Manga de San Javier y así comenzó la urbanización a pasos agigantados con su famoso eslogan “La Manga,  un paraíso entre dos mares”, consiguiendo gran proyección internacional y atrayendo a un turismo de calidad.

Este crecimiento de la Manga en los años 70 también impulsó el ‘boom’ urbanístico en todo el Mar Menor. A partir de ese momento, junto a la intensificación progresiva de los cultivos, comenzaron los problemas medioambientales en la zona de La Manga y del Mar Menor.

Informe del Ministerio de Medio Ambiente

El citado informe de Medio Ambiente explica que el Mar Menor, con una superficie de 135 km2, es la mayor laguna costera del Mediterráneo español y una de las más grandes del Mar Mediterráneo. Tiene una profundidad media de 4 m y máxima de 7 m. Se encuentra separada del Mar Mediterráneo por una barra arenosa sobre afloramientos rocosos de origen volcánico (La Manga) de 22 km de longitud y una anchura de entre 100 y 1.500 m, a su vez atravesada por cinco canales o golas de comunicación con el mar mayor que determinan unas aguas de características hipersalinas pero netamente marinas, lo que le constituye en sitio Ramsar representativo y singular de la costa mediterránea”.

En su informe, Medio Ambiente reconoce que el Mar Menor vive un estado de crisis eutrófica grave y es muy vulnerable, y sitúa como principales causas la intensificación de los cultivos regadío y la gestión del agua. Ahora, con las 21 actuaciones que propone supondrá una inversión de entre 430 y 615 millones de euros durante los próximos diez años.

El informe advierte de que el mantenimiento del modelo actual, con medidas basadas en la normativa vigente, no es suficiente para invertir la tendencia de degradación, por lo que, si se aplican, causarían “un empeoramiento drástico hacia el futuro”.

Se proponen cuatro soluciones para salvar el Mar Menor, con 21 actuaciones concretas. Para el Ministerio, la prioridad es salvar el Mar Menor, con lo que la actividad agrícola que se desarrolla en el entorno dependerá del modelo que se acuerde finalmente. Se podrían plantear criterios más restrictivos, entre los que se encuentran un cambio del modelo productivo que afectaría hasta el 35% de la superficie de cultivo.

El Ministerio sitúa el comienzo de la degradación de la laguna en 2015, y señala que entre los años 2014 y 2016 se perdió un 85% de la extensión de praderas marinas.

Entre las causas que han contribuido al proceso de eutrofización de la laguna se menciona, sobre todo, la actividad agrícola, cuyo porcentaje de regadíos ha crecido del 12% al 63% en el Campo de Cartagena. Y todo se ha hecho -dice el informe- sin ajustar la demanda a la disponibilidad de recursos hídricos.

Añade que se ha producido sin ajuste de la demanda (231 hectómetros cúbicos para 43.071 hectáreas en regadío) a la disponibilidad de recursos hídricos (con una concesión máxima de 153 hectómetros). Explica el informe que pese al alto nivel de tecnificación se siguen precisando grandes aportes agroquímicos (nitratos, fosfatos, potasio y pesticidas). Aprecia que existen hasta tres cosechas en 8.820 hectáreas de “cultivos forzados”.

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