Ayer, mientras la población española se encontraba más preocupada de mirar si tiene de todo en las despensas, si mañana al ir a trabajar alguien le contagiará, si aquel familiar que hace tiempo que no ve estará bien o pergeñando ideas para salir a la calle y no estar quince días encerrados, el jefe del Estado, Felipe de Borbón, sacaba una nota de prensa donde anunciaba que renunciaba a la herencia de su padre, Juan Carlos de Borbón, por el escándalo de los testaferros suizos que todo el mundo ha venido leyendo en los últimos tiempos. En vez de haber sacado una nota de apoyo al personal sanitario, a la clase trabajadora que mantiene aún el país en pie, el monarca avanza algo que no puede hacer pero que acaba siendo una forma de reconocimiento de los trapicheos de su padre. Bien que ha estado de viajes durante la semana mientras morían cientos de personas y no ha dicho nada ¿hasta que la verdad ya ha sido imposible de ocultar? Incluso para la borbonada hay cuestiones que no se pueden ocultar por más tiempo, como la historia ha demostrado. Más de una vez les ha mandado el pueblo al exilio por ello y parece que para que no vuelva a suceder sacan un comunicado que acaba recordando al “no lo volveré a hacer”.

Como ha explicado perfectamente Manuel Mata, síndic del PSPV-PSOE en las Cortes Valencianas, Felipe de Borbón no puede renunciar a la herencia de su padre, entre otras cuestiones, por una fundamental: no ha fallecido. Muy bonita la nota de prensa anunciando que se renuncia pero hasta que no haya finado no hay renuncia posible. Salvo que por algún misterioso accidente o el contagio de coronavirus se sepa que Juan Carlos de Borbón va a estar poco tiempo ya entre los mortales. No sería la primera vez que sucede algo así. La amenaza de éste en el comunicado insinúa que no hay constancia de una muerte pronta: “Que ha designado para su representación al Abogado D. Don Javier Sánchez-Junco Mans que, en el ejercicio del derecho a la defensa, será a partir de este momento quien proceda a dar cuenta públicamente de las informaciones que le puedan afectar y se consideren procedentes”.

En el comunicado, el jefe del Estado reconoce haber sabido que era beneficiario de la Fundación Lucum en cuanto falleciese su padre al que trasladó esa información: “Mediante carta de fecha 5 de marzo de 2019, dirigida a la Casa de S.M. el Rey por el despacho de Abogados Kobre & Kim (U.K.), Su Majestad el Rey tuvo conocimiento (sin ninguna justificación documental), de su supuesta designación como beneficiario de la Fundación Lucum, desde el momento en el que se produjese el fallecimiento de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos”. Exacto hace casi un año que sabía que existían unos dineros supuestamente conseguidos por su padre en trapicheos con Arabia Saudí que estaban en una fundación que heredaría. En aquel momento no se atrevió a denunciarlo sino que calló y a esperar qué pasaba. Si no saltaba el escándalo a disfrutar los milloncetes y si estallaba a renunciar a algo que no puede… de momento. El caso es salvar su propio cuello en todo ese enjambre de corrupción que no es nueva en la casa Borbón.

No sólo la limpieza de imagen supone renunciar a la herencia, “así como a cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad puedan no estar en consonancia con la legalidad o con los criterios de rectitud e integridad que rigen su actividad institucional y privada”, sino que le quita la asignación que le tenía puesta a su padre. Tampoco es que le hiciese falta pues el servicio y la manutención la tiene pagada en la Zarzuela y con los millones desviados (hasta alcanzar una fortuna de más de 2.000 millones de euros) tiene para vivir bastante mejor que el 90% de la población española. Han aprovechado el drama del coronavirus para intentar lavar su imagen aunque por el camino han acabado reconociendo que el anterior monarca sí tiene trapicheos ilegales. Igual ahora los partidos que no querían investigar a Juan Carlos de Borbón cambian de opinión (Podemos ya ha dicho que cuando pase la crisis lo pedirá). Aunque la realidad es que son más cortesanos que los monarcas dignos de los españoles. Ahí tienen a Pablo Casado lamiendo la bota del capitán general (respaldando algo que no se puede hacer y eso que dice que estudió derecho), o al inventor de noticias Javier Negre babeando a cada paso del monarca. Los sospechosos habituales, por otro lado.

Sobran los motivos para quitar a la familia Borbón del puesto que ocupan y más cuando reconocen las tropelías cometidas. Ahora que las personas están más preocupadas por su salud, cuando el parlamento está parado, cuando la actividad ha bajado y el Gobierno tiene el mando único, han aprovechado para colar la nota de prensa para hacerse los dignos y serviciales. Una sinvergonzonería de tan alta alcurnia como la de quien la comete. Un golpe de Estado silencioso aprovechando la crisis del coronavirus, cuando la realidad es que el virus que más amenaza a España es el corona, de la casa Borbón.

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