Y llegó escondido en una furgoneta, blindado por unas cuantas dotaciones de la Guardia Civil y la Policía Foral Navarra, las cuales le hicieron pasillo hasta llegar al sitio donde estaba instalado el escenario. Miedo, Albert Rivera tenía miedo (además de una lesión) y esta vez no hicieron el camino andando como en Barcelona. Dicen los medios de la derecha y el propio Rivera que le tiraron piedras a la furgoneta en la que iba acurrucado, pero ni los vídeos muestran esas piedras, ni se ven desperfectos en el vehículo. Aunque tratándose de Ciudadanos, tan dados a mentir e inventarse agresiones, todo puede ser producto de su imaginación, o de un infiltrado propio que haya lanzado unos guijarros al paso del presidente naranja. Hasta la policía foral de Navarra ha desmentido el hecho. El caso es que tenía que hacer ver algún tipo de agresión para lanzar su speech sobre la posverdad que representa Ciudadanos. Por cierto, una concentración, que contaba con el apoyo de Vox y el PP y que no consiguió reunir a más que cuatro gatos. Nuevo fracaso de convocatoria, que esta vez se multiplica por tres.

En contrapartida, los y las alsasuarras han demostrado coraje ante la invasión de la extrema derecha a hacer de su pueblo un lugar terrorista y no un lugar donde le dieron supuestamente una paliza a dos personas que iban cargadas y que casualmente eran guardias civiles. Pueden ver el vídeo que difundió la televisión vasca, que los medios del establishment ocultan y que ha recuperado para la ocasión la directora de Opinión de Diario 16, Beatriz Talegón. Ahí verán como uno de los guardias ni tiene la camisa manchada, ni nada por el estilo, sino que más bien está pimpladillo y con una chulería impropia de un agente del orden público. Una mentira construida por la derecha global con el fin de seguir teniendo su recuerdo terrorista. Ese mismo que utilizaban el infausto 11-M cuando más de 2.000 víctimas se debatían entre la vida y la muerte por un atentado yihadista (producto de la invasión de Iraq) y desde el PP en el gobierno se acusaba a ETA. Necesitan al terrorismo local para sacar su discurso del odio y si hace falta se inventan un atentado terrorista cuando es una pelea de bar.

Alsasua ha respondido con energía y diciéndole a las claras a Rivera, a Vox y al PP que allí no los quieren para sembrar odio, que se fueran de su pueblo. No porque sean ellos individualmente considerados, no porque se llame Albert, sino porque han acudido con odio, con ganas de sembrar la crispación y con un discurso rayano en el fascismo. No les quieren porque representan la negación de la democracia, esa misma que no se les cae de la boca, al perseguir a todo aquel que no piensa como ellos quieren que deba pensar la gente. Por supuesto han ido grupos antifascistas a hacerles el pasillo y decirles cuatro cosas, insultos sin duda, pero no es menos cierto que han llegado agitando banderas de Ciudadanos, de España y con gritos de “¡Arriba España!”, que son los propios de los franquistas. Fueron a por bronca y se han llevado una lección de un pueblo que se ha reunido, por segunda ocasión en dos días, sin provocar ningún acto violento. Y todo esto mientras el dirigente naranja, ese que busca el centro desesperadamente, ha obsequiado a los cuatro allí congregados con su discurso más autoritario, más iliberal, más fascista que se le recuerda.

Albert Rivera, el autoritario de la mentira.

Todo el discurso de Rivera en el mitin de Alsasua está plagado de eso que hoy llaman posverdades, a las que habría que añadir las mentiras y el desconocimiento profundo de los significados de muchas de las palabras que utiliza. Claro que para desatar el odio y la violencia hay que acudir a ese tipo de mensaje, el cual no estaba dirigido a defender nada en Euskal Herria, sino para intentar ganar seis votos más en Madrid, Burgos o Melilla. Y una vez ganado el gobierno central lanzarse sin piedad contra Euskadi, Cataluña, País Valenciano y aquellas otras regiones donde gobiernen las izquierdas. A Rivera le da igual lo que pasó en Alsasua realmente, por eso no ha dicho que el asesinato de un guardia civil en Don Benito es terrorismo, por eso no dice nada de nada, salvo aquello que sirve para incitar al odio. Curiosamente ha querido comenzar el infumable discurso diciendo que hay que “huir del radicalismo y defender la unión”. Justo quien hace de la radicalización un elemento para la captación de votos y quien no quiere la unión con aquellos que no piensan igual.

Tras la mentira de que hablaría con los que tiran piedras pero que no está dispuesto a que les tiren piedras, como ya ha quedado demostrado y que los medios de la derecha no han salido a desmentir, ha lanzado un discurso chulo, prepotente y encaminado a la exclusión. Así manifiesta que ha llegado a Alsasua “sin pedir permiso y pidiendo paso, no dejamos de estar aquí porque unos pocos radicales lo intenten evitar”. Que es lo mismo que decir que acude a machacar a quien se le ponga por delante. O que él pasa por donde quiere, aunque sea pisando a las personas, porque es más que nadie. Y la verdad es que Ayuntamiento de Alsasua aceptó su petición del acto, por tanto no les han impedido ir. Pidiendo paso también lo ha hecho porque iba con más escolta que el presidente del Gobierno. Y los alsasuarras lo único que le han dicho es que como es un fascista no quieren que vaya allí a hacer fascistadas, que el único radical es él y sus amigos. Todo lo demás es una mentira más de Rivera y de Ciudadanos.

Pancarta en Alsasua contra el fascismo

Para calentar más el ambiente, no ha querido dejar pasar “lo que ocurrió el 15 de octubre de 2016”. Desde luego Rivera ni sabe lo que pasó como ya se dijo, pero lo peor es cuando ha manifestado que “cuando agreden a un guardia civil intentan liquidar al Estado”. Si lo hacen en una bronca de borrachera y de barra de bar no es atentar contra el Estado porque el agente no es Estado en todo momento. En los momentos que está de servicio sí es una de las fuerzas represivas del Estado, pero de farra no lo es. Claro que también es un atentado cuando al Estado cuando se jubilan profesores y no se contratan más para beneficiar a la educación privada; o cuando se expulsa a médicos interinos y se concede a contratas privadas gestiones hospitalarias; o cuando Rivera se niega al diálogo pero sí que apoya todo lo que le dicen desde el establishment. Esto también es atentar contra el Estado, pero esto les interesa a sus jefes. Y él ha ido a Alsasua a buscar sangre y victimización, algo que también liquida al Estado, porque no es propio de un responsable político esa actitud de criminalización de una localidad a la que se califica de terrorista.

Pero lo más peligroso, porque no lo parece, es lo que manifestado respecto a los principios constitucionales y democráticos: “Todas las ideologías caben en democracia si se respeta la Constitución”. ¿Cuándo se ha dejado de respetar la constitución en Alsasua? Nunca. Esa frase es muy bonita para hacer un meme para redes sociales pero encarna una perversión, cualquiera que se manifieste contra la Constitución, aunque lo haga de forma no violenta, no es respetado. Lo que hace Rivera es sacralizar la Constitución para tener un elemento de ataque a aquellas personas que quieran legítimamente independizarse por medios pacíficos. Contra aquellas personas que quieran avanzar, por ejemplo, hacia una sociedad socialista plenamente democrática. Contra todo aquel que no interprete la constitución de la forma en que él y sus secuaces lo hacen. Se sacraliza la ley, que al ser social es mutable no hay que olvidar, para poder criminalizar a los propios enemigos. Y sin lo son del sistema capitalista mucho más. No es extraño que tipos como Hermann Tertsch pidan que se ilegalice al PCE. Algo que en privado debe gustar mucho a Rivera pero que aún no se atreve a decir. Y cuando se tiene una sacralización de las reglas constitucionales, se tiene al enemigo de las mismas, se provoca la violencia y se comienza el alegato para suspender esas mismas garantías constitucionales que se decía defender. El típico modus operandi del fascismo.

“Muchas gracias a Guardia Civil y Policía Foral de Navarra por garantizar nuestros derechos y nuestra seguridad hoy en Alsasua. Frente al odio, el acoso, los insultos y los intentos de agresión de los radicales, nuestro compromiso con la libertad en toda España” ha escrito en un tuit Rivera demostrando lo mísero que se puede llegar a ser. El odio ha sido puesto por Ciudadanos, en Alsasua sólo han dicho que no quieren a fascistas. Los intentos de agresión sólo los han visto las gentes de la secta naranja, porque no se ha producido ningún incidente. Realmente el único incidente que ha habido lo ha provocado Cake Minuesa, muy conocido por amenazar a personas discapacitadas (como hizo al periodista Nino Olmeda), y que como suele hacer se lanza a buscar bronca. En esta ocasión ha sido la policía foral la que se lo ha llevado por alterar el orden. Mala suerte para su director Eduardo Inda que no ha tenido su vídeo sangriento. E insultos sí que ha habido, pero quienes esto suscriben los reciben casi todos los días y no nos ponemos como el dirigente naranja. Además, si acudes a un pueblo a decirles que son un nido de etarras que serán aplastados por el brazo de la judicatura vendida a la derecha (como sucede en numerosos casos no relacionados con Alsasua), lo normal es que te digan de todo menos guapo. Y ya sabemos que el ego de Rivera no admite que no le digan guapo.

Sobre el cáncer, los cipotudos y el cabreo de Juan Carlos Girauta.

La anécdota del día la ha puesto la víctima de ETA que han llevado de paseo para indicar que Alsasua es etarra, Beatriz Sánchez, que culpaba a la banda terrorista de que su padre muriera de cáncer: “Mi padre falleció de cáncer como muchas víctimas del terrorismo; las consecuencias del estrés no acaban el día de los atentados y muchos sufren de por vida”. Resulta que el cáncer también se provoca por el terrorismo y por el estrés. Una lástima y un hecho ignominioso que la casa cuartel de Zaragoza sufriera un atentado tan sangriento, pero de ahí a hablar de muerte por un cáncer como consecuencia de aquello es, perdónennos la expresión, echarle un poco de cara. Desde luego el terrorismo fue un cáncer para la sociedad española, pero de ahí a lo otro dista mucho. Aunque sabiendo como son en Ciudadanos igual han dado con uno de los factores exógenos que provocan la enfermedad y nos lo muestran. O es una boutade.

La reacción violenta del post-acto la ha tenido Juan Carlos Girauta. “El portavoz del PSOE en el Senado nos compara con perros. A Ander Gil no hay que compararlo con nada. Su solo nombre ya significa muchas cosas: cainismo, cobardía, deshumanización del adversario…” ha escrito en Twitter. Total porque Ander Gil ha recordado a los doberman de la derecha y les ha dicho claramente que son unos irresponsables por intentar generar violencia y quebrar la convivencia. No explica dónde ve el cainismo y la cobardía el cipotudo/machirulo de Girauta. Y lo de la deshumanización del adversario debe ser algo freudiano y reprimido en el propio hombre del lobby judío en Ciudadanos. Porque precisamente son ellos, las gentes de Ciudadanos, los que deshumanizan constantemente al adversario porque necesitan que su antagonista aparezca como cualquier cosa menos un ser humano. ¿Acaso no llaman locos a Puigdemont o Torra? Y lo que ha dicho el portavoz senatorial del PSOE no es más que la realidad, quienes acuden como perros rabiosos a Alsasua, la plaza de Sant Jaume o Madrid son las personas de la secta naranja.

No pasa nada. Girauta tiene a otro amigo cipotudo (como se califican ellos), que además es jefe de opinión en El Mundo, para demostrar cómo se deshumaniza al adversario. “Hay jóvenes aborígenes en Alsasua descubriendo por primera vez a la especie demócrata. Es lógico que reaccionen tirando piedras, como los primates de Kubrick ante un grado desconocido de sofisticación cultural” ha escrito en Twitter Jorge Bustos difundiendo el bulo oficial del lanzamiento de piedras. Llama primates a los alsasuarras salvajes que descubren la democracia. Si eso no es deshumanizar al adversario es que Girauta sólo ve lo que quiere ver (evidentemente es un uso retórico e irónico de la expresión). Aunque habría hacerle una precisión a Bustos, que se cree tan inteligente y listo, lo que golpea el primate al comienzo de la película son huesos de un esqueleto (se supone que de algún dinosaurio), no piedras. Pero es curioso cómo nos intentan vender que Rivera trae a España la sofisticación cultural y la plenitud democrática. Aunque trae la persecución y la censura mejor dicho.

Por cierto a Santiago Abascal verle no se le ha visto mucho. Llegó en coche escoltado y salió pitando. Debe ser que le pareció poco extremo o poco español el acto. Tampoco se vio a esas miles de personas que estaban reclutando para llegar en autobuses y masificar Alsasua de banderas de España y españolismo imperial. Cuatro amigos, más que nada porque llegaron juntos y se fueron juntos.

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