La verdad es que cuando se leen tantas respuestas gubernamentales uno puede llegar a imaginarse la cara del funcionario o asesor al que le ha tocado contestar. En este caso se puede imaginar a una persona que ha enviado muy enfadado, muy cabreado la carta a los y las colegas estadounidenses. Cabreado él o cabreada ella al escribirlo, no en el contenido de la carta. Algo así puede haber pensado la senadora Maribel Mora al recibir la pregunta que realizó al Gobierno en relación al veto que está sufriendo la aceituna negra de mesa, principalmente la andaluza, por parte de la Administración Trump.

La senadora de Podemos preguntó al gobierno en los siguientes términos. “El Departamento de Comercio de EE UU ha establecido un nuevo arancel provisional del 17,13% de media a los productores españoles de aceitunas negras. A lo que hay que añadir otros establecidos con anterioridad en noviembre de unos 4,47% de media y que no se ha aplicado a otros países productores de aceituna de mesa. ¿Qué valoración le merece al Gobierno el establecimiento de este arancel que no se ha impuesto a otros países productores? ¿Cuál es el impacto de todo tipo que esta medida ha tenido hasta la fecha? ¿Cuál es el que se prevé pueda tener? ¿En cuánto se cuantifican las pérdidas del sector? ¿Qué medidas se han tomado para revertir o paliar las consecuencias de esta medida? ¿Qué gestiones se han realizado con las autoridades norteamericanas y qué resultado han tenido?”.

A decir verdad, en esta ocasión la respuesta ha sido detallada, lo que no quiere decir que sea mejor o más oportuna, y buena parte de las preguntas han sido respondidas como suele responder el gobierno de M. Rajoy, a su manera. Porque responder, solamente han respondido a la última pregunta y casi mejor que no lo hubiesen hecho porque, como podrán leer, asombra. “El Gobierno no está escatimando ningún tipo de esfuerzo para intentar defender los intereses del sector español de la aceituna de mesa” afirman desde el gobierno español. Y la verdad que han estado trabajando con la Comisión Europea y con la Junta de Andalucía para enviar una serie de informes donde demuestren que no ha habido ningún tipo de subvención o dumping en las aceitunas negras de mesa. Que las ayudas recibidas lo han sido de carácter empresarial y no productivo. Y así durante varios párrafos relatan cómo “el pasado 19 de septiembre, se presentó el cuestionario específicamente dirigido al  Gobierno [estadounidense, se supone]. Posteriormente se recibió un cuestionario adicional, que fue enviado el 9 de noviembre de 2017”. O que consiguieron que “los Comisarios de Comercio y Agricultura de la Unión Europea dirigieran una carta conjunta a sus homólogos americanos, resaltando la enorme preocupación que genera este caso para la Unión Europea y el peligro que puede entrañar la adopción de medidas, no solo para el sistema de ayudas agrícolas comunitario, sino también para el propio esquema de subvenciones de EEUU”.

Maribel Mora. Foto: Irene Lingua

 

Esto ejemplifica que han hecho cosas pero ninguna que realmente haya servido para algo, porque, pese a lo manifestado, había más preocupación por la repercusión en el derecho comunitario o el sistema de subvenciones propio que en la aceituna negra. Algo que no esconden al afirmar que “cabe señalar que este tema se incluyó en el orden del día del Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea del 9 de octubre de 2017, con el fin de informar y manifestar la gran inquietud por las repercusiones que este caso pudiera tener en el modelo de ayudas comunitario desvinculado de la producción. Todos los Estados miembros expresaron su apoyo a España, así como su preocupación”.

A ello habría que sumar que la repercusión no se puede catalogar porque el veto a la aceituna negra podría repercutir al resto de aceitunas: “el cierre del mercado de aceituna negra en EEUU podría provocar distorsiones en el resto, al no existir un mercado específico de aceituna verde y otro de aceituna negra”. Por lo que cuantificar las pérdidas, que suponen unos 30 millones de dólares al año en exportaciones, es complicado. Además, “se debe indicar que la producción nacional de EEUU no cubre las necesidades de consumo interno y es imposible establecer una relación entre la importación de aceituna de mesa española y la pérdida de rentabilidad  del sector de aceituna de mesa estadounidense”.

Nunca está de más conocer que no saben calcular esa pérdida de rentabilidad, pero el problema es que la senadora de Podemos quería saber qué pérdidas tendrían los productores españoles y las posibles consecuencias del mismo. Igual que es conocido que se ha actuado de acuerdo a los parámetros establecidos por la Organización Mundial del Comercio, quien no lo reconoce es la administración Trump. Pero eso sí, los productores y personas que dependen de esas exportaciones pueden estar seguras de que “el Gobierno continuará defendiendo ante las autoridades de EEUU a los productores españoles de aceituna negra”.

Lo más sorprendente de la respuesta del gobierno ha sido la siguiente frase: “España y EEUU son socios estratégicos, amigos y aliados, que comparten valores, cooperación e importantes relaciones comerciales y de inversión, temas todos ellos abordados en los encuentros celebrados entre ambas administraciones”. ¿Qué quieren decir con aliados en cuestiones comerciales? O les puede el inconsciente y se refieren a la bajada de pantalones de los miembros de la OTAN y el aumento en 10.000 millones de euros las inversiones en armamento en España. Y si son amigos ¿por qué imponer vetos a un producto del que carecen tal y como ha reconocido el propio gobierno? ¿Será a causa del funcionamiento de ciertos lobbies que prefieren la aceituna israelí o italiana? Y casi más importante ¿qué valores comparten el gobierno estadounidense de Donald Trump y el de M. Rajoy? Porque los valores, pese al fetichismo de la mercancía, no son productos comerciales. ¿Con esto reconoce el gobierno español que está a las órdenes del Imperio tanto de EEUU como de Alemania? Y luego quieren que el pueblo español acepte sin pestañear el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (más conocido como TTIP).

El caso es que negro futuro, nunca mejor dicho, para la aceituna negra andaluza (o española en general) se vislumbra si el gobierno se muestra incapaz de gestionar algo tan sencillo frente al gobierno de Trump. Porque a los productores y peones andaluces lo que les preocupa es quedarse sin esas exportaciones, no que el sistema de subvenciones no productivas de la Unión Europea se vea afectado o no. Las relaciones entre España y EEUU no se encuentran bajo la lógica del quid pro quo sino que el Imperio puede vetar y proteger lo que estime conveniente, mientras que España se ve abogada a permitir que entren todos los productos estadounidenses por el bien del capitalismo, por la lógica imperial, por el beneficio de los bancos custodios o el sursum corda. Y Susana Díaz ¿qué dice de esto?

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