No es un problema generado por el actual gobierno, pero va siendo hora de que deje de ser el “Gobierno bonito” y baje a la arena de las personas, de los seres humanos, y ataje con inmediatez el drama que se está viviendo con la migración en el sur de la península. El gesto efectista del Aquarius para parecer más progresista y humano que nadie de los primeros días de gobierno contrasta con la situación que se está viviendo en aguas del Estrecho y, en concreto, con las gentes de Salvamento Marítimo. No se escucha a Pedro Sánchez decir algo sobre el drama humano y laboral, ni a Fernando Grande Marlaska pasearse por los CIEs o los puertos para conocer de primera mano cómo está la situación. El PP hizo poco o nada pero ya no está en el gobierno y no es tiempo de quejas sino de acciones.

Lo que se viene produciendo esta semana en la zona sur con los migrantes, especialmente en Algeciras pero no únicamente, es un auténtico drama humano. Cientos de personas hacinadas y sin los mínimos humanos. Y no es producto del aumento de la migración en sí, sino del desborde y de la irresponsabilidad en las acciones de quienes tienen mando en plaza. Si el rescate de náufragos, pues no son sino eso los migrantes, excede con mucho las posibilidades de quienes se encuentran en el Estrecho, pero la actuación de los responsables provoca situaciones inhumanas. Según nos han confirmado los barcos (lanchas más bien) de Salvamento Marítimo se están convirtiendo en CIEs navegantes por inacción de los mandos de las Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. En Algeciras, el barco de Salvamento María Zambrano está siendo utilizado de barco nodriza para los migrantes. Esto es, tienen a unos 250 migrantes encerrados en el barco y en cuanto bajan 10, 12 o 30, desde Capitanía Marítima ordenan restituir a esas personas con nuevas que van recogiendo.

Los barcos de Salvamento Marítimo son pequeños y no reúnen las condiciones mínimas para ser un refugio de migrantes. De hecho, según nos cuentan desde la propia institución, la Guardia Civil les incorpora desde sus propias patrulleras a migrantes que ellos recogen en alta mar. Pero ahí no acaba la cosa, mientras que los barcos de la Guardia Civil “descargan” a los migrantes-náufragos que han recogido, a los barcos e Salvamento no se les permite para poder utilizarlos en este tipo de maniobras que no les corresponden. Sucede en el barco comentado, o en el Luz de Mar donde había más de 100 migrantes en espera. El recién nombrado Ignacio López Cano debería tomar nota e inmediatamente poner fin a esa situación de hacinamiento e internamiento en barcos.

En el Guardamar Concepción Arenal, por su parte, también hay un centenar de migrantes que están hacinados y sin desembarcar, por lo que están teniendo que hacer sus necesidades en cubierta, en los baños de los tripulantes (que se saturan en una nave de esas dimensiones), o directamente al mar. El peligro de infección aumenta según pasan las horas en esas condiciones infrahumanas. Bien es cierto que, según nos cuentan, las autoridades han decidido alquilar unos váteres químicos para evitar esa situación de insalubridad, pero que demuestra la poca o ninguna intención de acabar con lo que es inhumano y atenta contra los derechos humanos mínimos. Recuerda a las viejas películas de piratas cuando al poner la bandera de viruela ni se acercaban los demás barcos, ni dejaban desembarcar en puerto. Lo mismo pero sólo por el mero hecho de ser personas que buscan una vida mejor. Como pueden ver en las imágenes adjuntas, una denébola de Salvamento estaba amarrada con 50 personas en su interior durante “horas y horas”, y los tripulantes han tenido que improvisar con unas mantas unos toldos para que no les diesen directamente. Eso sí, imaginen el horno que debe ser. Y todo porque Guardia Civil y Policía Nacional no quieren a los migrantes en tierra.

Condiciones de trabajo en Salvamento Marítimo inadmisibles.

Lo primero que hay que decir es que la utilización de los navíos de Salvamento Marítimo como nodrizas o CIEs momentáneos no sólo genera situaciones que contravienen la mínima moral y los derechos humanos, sino que trasladan una responsabilidad de vigilancia y custodia que no les corresponde a los trabajadores. No siendo ni funcionarios del Estado, la Guardia Civil y la Policía Nacional actúan de espaldas a la ley y los fundamentos mínimos de la seguridad del Estado porque son esos cuerpos los que tienen la competencia de vigilancia y custodia, no unos simples civiles que navegan para salva náufragos en el mar. Eso en el mar, no en puerto (o cerca de puerto) como están provocando desde los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Que están igualmente desbordados y sin suficientes recursos de todo tipo, pero que no deberían transferir sus competencias a quienes no tienen por qué ejercerlas.

Esta es una de las quejas de la Confederación General del Trabajo (CGT) con la que ha contactado este periódico, pero no es la única. Desde el sindicato de clase las quejas van más allá y las califican de suplementarias al drama humano que visualizan todos los días. De hecho nos cuenta uno de sus representantes que lo que posee Salvamento Marítimo son “barcos pequeños que no tienen condiciones suficientes para tener a los migrantes”. Algo que sucede en Ceuta, Estepona, Algeciras y todo el sur peninsular. Quieren recordar que en el buque María Zambrano es “la tripulación la que se está encargando en todo momento de atender a estas personas, disponiendo toldos para paliar las altas temperaturas y suministrándoles agua y comida del propio barco”. Porque según parece Cruz Roja se dedica a las personas desembarcadas principalmente.

“Las autoridades en tierra, ante este colapso, han pedido a las tripulaciones de Salvamento Marítimo que no utilicen el puerto más cercano, y por lo tanto más seguro, como punto de desembarco de las personas migrantes debido a la falta de espacios y medios suficientes para recibirlas y atenderlas. En este sentido, CGT manifiesta que algunos patrones se han negado a obedecer estas órdenes y están viviéndose situaciones de mucha tensión en el puerto” cuentan desde el sindicato. Esta situación genera que la mayoría de embarcaciones de Salvamento Marítimo queden inoperativas y sin servicio. Según nos cuentan en la zona de Algeciras en estos momentos hay tres embarcaciones completamente paradas.

Esto demuestra una carencia total de medios materiales y especialmente humanos, generados por la gestión de Zoido y Nieto, los andaluces triunfadores del PP andaluz (imaginen cómo deben ser los perdedores). Los barcos pequeños acuden al rescate apenas con un patrón, un marinero y un maquinista para rescatar pateras con 50 migrantes. Desde CGT piden al gobierno que a la mayor brevedad posible, amplíe la plantilla que se encuentra completamente desbordada. Jornadas de trabajo de más de 12 horas continuas para tan poco personal y en las condiciones en las que se llevan a cabo están deteriorando el servicio y a las propias personas que trabajan. Además, en unas condiciones laborales inestables. Demasiada interinidad, con empleos fijos que no saben si van a perdurar o se van a modificar las condiciones, con pocos recursos y teniéndose que hacer cargo de situaciones que no les corresponden. Una dejadez por parte del gobierno que no tiene a los trabajadores ni como funcionarios, ni como parte de una empresa pública, en el limbo laboral total. “CGT continúa demandando más personal para las embarcaciones de Salvamento Marítimo y exige al gobierno del Estado español que deje de mirar hacia otro lado ante esta grave crisis humanitaria que se está dando en nuestras costas”.

Por ello, CGT viene denunciando desde hace varias semanas y a través de la campaña #MásManosMásVidas, la necesidad de dotar a las embarcaciones de Salvamento Marítimo de más medios humanos y materiales para hacer frente a la crisis humanitaria que se vive cada día en el mar, con la llegada de miles de personas que huyen de la miseria y de las guerras. Una petición que no sólo es humanitaria, sino también una muestra de apuesta por lo público y por la buena gestión pública. Que los recortes no generen una depauperización del servicio con el consiguiente esfuerzo a costa de la clase trabajadora, que parece que en el Estado también está siendo explotada con sobrecargas laborales.

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