A finales del mes de noviembre de 2.016 las aguas en el Consejo de Administración del Banco Popular bajaban muy revueltas por la rebelión orquestada por Antonio del Valle y Reyes Calderón contra Ángel Ron, unos movimientos que iban acompañados de una cruenta campaña mediática. Los movimientos de deslealtad eran constantes y en esas fechas Ron ya estaba sopesando abandonar el cargo si con su renuncia lograba que la presión sobre la entidad se redujera y se pudiera aplicar sin ningún tipo de incidencia el Plan de Negocio que, en teoría, había recibido todas las bendiciones de los organismos dependientes del Ministerio de Economía, del Banco Central Europeo y del propio ministro Luis de Guindos.

En Diario16 ya expusimos la semana pasada las principales características de dicho Plan y cómo Antonio del Valle y Emilio Saracho lo paralizaron porque su aplicación hubiera sido un obstáculo insalvable para que sus objetivos se cumplieran, cada cual el suyo: el del mexicano hacerse con el control de la entidad para realizar una gran operación corporativa que le permitiera, tanto a él como a los inversores del Club Financiero de Monterrey a los que representaba, entrar en el mercado financiero de la Unión Europea.

Del Valle pensaba que Saracho era su hombre, sin embargo, tal y como ya conocen nuestros lectores, el presidente del Banco Popular era el hombre de Ana Patricia Botín y del Santander y, una vez que fue proclamado presidente del Popular por la Junta de Accionistas, se vio que no trabajaba para Del Valle y su grupo de consejeros sino para el Santander. De ahí el contrato que firmó con Uría y Menéndez cuando aún no tenía poderes para hacerlo y poner en marcha el Proyecto Noya que finalizaría con el «Día R», es decir, el día en que el Popular fuera intervenido y comprado por el Santander sin ningún coste y, de este modo, aprovecharse de todos los recursos que tenía la sexta entidad de España para arreglar sus maltrechas cuentas y poder cumplir, entre otras cosas, con los TLAC que mantuviese al banco cántabro como Banco Sistémico Global.

Sin embargo, volvamos a esos meses finales de 2.016, cuando se acababa de implementar con éxito la ampliación de capital, cuando se estaba aplicando un ERE de 3.500 empleos sin ningún tipo de problema con los trabajadores, al contrario que el aplicado por el Santander en el Popular. Los siguientes pasos del Plan de Negocio había que ponerlos en marcha cuanto antes y, a pesar de la presión que ya estaban ejerciendo Antonio del Valle y Antonio Calderón, el Director de Asesoría Institucional y Vicesecretario del Consejo de Administración, don José Heraclio Peña Pérez, escribió un correo electrónico a la Secretaría General del Tesoro y Política Financiera el día 19 de octubre que decía lo siguiente:

La operación a la que se refería Peña Pérez eran los proyectos Sunrise y Tauro que hubieran permitido captar tanto capital como liquidez, además de reducir el peso de las provisiones de los activos inmobiliarios del Popular.

El día 21 de noviembre, un mes después, el mismo José Heraclio Peña Pérez envió un correo electrónico a Miguel Ángel Moral, secretario general técnico y a Francisco Aparicio Valls, secretario del Consejo, en el que afirmaba que:

Mientras se estaba ejecutando la operación de Antonio del Valle para hacerse con el control del Popular, sus directivos y ejecutivos estaban haciendo su trabajo en espera de la autorización para ejecutar Sunrise y Tauro.  Esta respuesta de Peña Pérez determina que en el Banco de España y en el Ministerio de Economía a través de la oficina de Alberto Martín del Campo, subdirector general de Legislación y Política Financiera en la Secretaría General del Tesoro, se estaba estudiando muy seriamente la operación del Popular, un hecho que se demostró una semana después, tal y como se pudo comprobar en el siguiente correo:

Sin embargo, algo cambió una semana después, ya que, lo que en principio no necesitaba autorización por parte del Ministerio de Economía, del Tesoro o del Banco de España, el día 5 de diciembre sí que era necesaria, ya que José Heraclio recibió un correo por parte de la Secretaria General del Tesoro en la que se indicaba que sí que debía ser autorizada por Economía, tal y como el propio director de Asesoría Institucional transmitió en el siguiente correo electrónico:

¿Qué hizo cambiar de opinión al Ministerio de Economía? Después de haber estudiado la solicitud del Popular durante un mes y medio y llegar a la conclusión de que no necesitaba una autorización concreta, ¿por qué cambiaron de criterio? En esos días hubo un acontecimiento que lo explicaría: el anuncio del nombramiento de Emilio Saracho como presidente del Banco Popular tras la renuncia de Ángel Ron. Una vez que el Santander había logrado colocar a su hombre en el puesto clave la operación real, no la de Antonio del Valle, comenzaba a funcionar y no se podía permitir que el Popular tomara aire. Ya se habían iniciado los ataques bajistas a través de los movimientos propiciados por el mexicano y a partir del día 1 de diciembre se comenzó a atacar al Popular desde fuera —los mercados— y desde dentro —la liquidez y la solvencia.

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