Tras la polémica surgida de las palabras de Carmen Calvo el pasado domingo, se ha pretendido hacer una lectura sacada de contexto en la que se ha pretendido hacer ver que la vicepresidenta en funciones estaba patrimonializando el feminismo en el PSOE. Nada más lejos de la realidad.

No hubo ninguneo a las feministas de izquierdas, sino que la crítica iba más dirigida a aquellas formaciones que pretenden entrar en la lucha por la igualdad real de las mujeres en base a conceptos que son antitéticos a la misma.

Cuando desde algunos partidos se habla de «feminismo liberal» eso no es feminismo, puesto que la propia teoría económica liberal va en contra de los principios fundamentales del feminismo, dado que el liberalismo económico propugna un escenario en el que lo que más se pondera es, precisamente, la desigualdad puesto que antepone los intereses de las élites a los derechos fundamentales de las personas. Hacia ahí iba la crítica de Carmen Calvo.

Es cierto que ha habido mujeres de otras tendencias políticas que son referentes del feminismo pero las palabras de la vicepresidenta no iban en contra de ellas sino de aquellas que pretenden modificar los conceptos básicos de la lucha por la igualdad real en base a intereses economicistas.

El feminismo no es una cosa ni de derechas ni de izquierdas, no es una ideología en sí porque no se enmarca en la dualidad tradicional. Sin embargo, hay que reconocer que, a lo largo de la historia, tanto socialistas como otras interpretaciones ideológicas del progresismo han tenido mucho más peso que el resto.

Sin embargo, enseguida se ha pretendido sacar punta a estas declaraciones. En ningún momento Carmen Calvo dijo que el feminismo era cosa exclusiva de las socialistas. En concreto dijo que «se lo han currado los socialistas». Eso no es excluyente de otras ideologías. ¿Excluyó del feminismo a Lydia Falcón, por ejemplo, con estas palabras? No. ¿Ha excluido a otros referentes actuales que están más cercanas a Unidas Podemos? No.

Lo que es absolutamente incuestionable es la importancia que han tenido los gobiernos socialistas, en los que estaba Carmen Calvo como ministra, para la aprobación de leyes que iban en el camino de la búsqueda de la igualdad real definitiva. ¿Alguien va a cuestionar que la primera ley contra la violencia machista fue aprobada por un gobierno socialista? ¿O la ley de igualdad? Carmen Calvo es un referente en el feminismo incuestionable y sacar sus palabras de contexto no es más que una maniobra artera para socabar su impronta en la lucha de las mujeres por conseguir la igualdad real.

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