Parece que los nuevos tiempos también llegan a las cúpulas de las organizaciones sindicales y se convierten a la “nueva política” con suma rapidez. O cuando menos eso parece escuchadas las declaraciones y los arrumacos que el secretario general del histórico sindicato socialista se hace con el errejonismo. Desde la separación entre Nicolás Redondo y Felipe González tras la reconversión industrial, los contratos basura para los jóvenes y la huelga general de 1988, lo que supuso una ruptura de facto entre partido y sindicato (UGT y PSOE), la central sindical se había mantenido en cercanía pero conservando vínculos con el hermano político. Cándido Méndez tampoco se salió de ese patrón de actuación. Parece que Pepe Álvarez desea otro tipo de relaciones más fraternas con otros partidos.

UGT, desde su autonomía sindical, siempre ha participado, como ha hecho CCOO, en actos de los partidos políticos, incluso de derechas. Aunque es cierto que cada uno se ha mantenido en su parte de la esfera política de la propia familia. El socialismo y el comunismo en cada caso. Ahora, con la nueva política presente, parece que UGT quiere jugar en otras ligas. En la celebración del 130° Aniversario de la fundación de la UGT contó con la presencia de Carmen Calvo e Íñigo Errejón. En ese acto volvió a pedir la derogación de la reforma laboral del PP criticando la idea de esperar hasta la conformación de un nuevo Estatuto de los Trabajadores y anteponiéndola. Sabe que está en juego la autonomía sindical y el poder de los sindicatos para hacer valer la lucha en los Convenios Macro y no que prevalezcan los de empresa (que suelen ser más lesivos). Igualmente exigió la derogación de la Ley Mordaza que manda a la cárcel a los sindicalistas en lucha.

Sorprende que, sin embargo, haya estado dedicando carantoñas al nuevo partido creado por Errejón, Más País, en los últimos días y le haya invitado a esa celebración cuando la vida política del candidato no es que haya estado marcada por una defensa de lo sindical como elemento de la lucha de clases en la praxis. Todo lo contrario, para Errejón la UGT no es más que una ficha a poder encajar en esa suma de demandas que es el populismo. Así sorprende que, más allá del apoyo que prestan a los tres partidos del espectro de la izquierda, Álvarez haya dicho lo siguiente de Más País en una entrevista: “Creo que su partido aporta frescura, hay gente que no iría a votar y ahora sí lo hará, y el sindicalismo tiene que ayudar a que haya más gente vaya a votar”. ¿Frescura? ¿Captar abstencionistas? Prestar la sede de UGT ¿ayuda a que las personas vayan a votar? O realmente existen otros motivos de apuesta a tener un partido amigo que sirva como cuña al PSOE por no hacer caso de las demandas sindicales. Todo esto pensando que CCOO se haga más presente en Unidas Podemos, evidentemente.

Lo malo cuando se llega a ser aristocracia obrera es que se pierde la perspectiva de la lucha de clases y se acaba entrando en la teatralización de la política espectáculo. ¿A qué viene ese acercamiento a Más País cuando es el partido, de los tres, que menos se preocupa en sí de la clase trabajadora? Al menos de las verdaderas demandas de la clase trabajadora. Porque en Más País esa clase, que a veces catalogan como plebeya en algunos análisis, sólo son masas a las que conquistar en el sentido de pueblo, no de clase trabajadora, ni clase subalterna. Y como pueblo es una masa informe a la que sí, hay que proveer de ciertos mínimos vitales, pero nada más. Un despotismo populista donde el pueblo lo es todo para no decidir nada frente a la “aristocracia popular”. ¿Acaso quiere Álvarez que le consideren aristocracia popular? Que un partido se sitúe en la izquierda, por autoubicación, no es óbice para que un sindicato como la UGT le haga carantoñas, salvo que como aristocracia obrera se haya perdido toda fe a la lucha de clases y no sean más que unos burócratas de o sindical.

Álvarez ha calificado como “hombre capaz” a Errejón, bastante más de lo afirmado respecto a otros candidatos, y ha añadido que “es un hombre con mucha perspectiva de aunar y trabajar por los derechos de las personas”. Y aquí tenemos la clave de la dejación de funciones del secretario general de UGT y la lucha de clases en la práctica. El errejonismo trabaja por los derechos de las personas, algo que es bello y hermoso, aunque con varias contradicciones inherentes: ¿qué derechos?, ¿para quién esos derechos?, ¿contra quién esos derechos? Hablar de los derechos de las personas es la forma más sutil de la ideología dominante para ocultar la realidad de la explotación. Álvarez acepta el discurso de la Justicia de derechos sin preguntarse si esos derechos son justos, si son derechos y en qué sentido benefician realmente a todo el mundo. Errejón pelea por los derechos de las personas, del pueblo, pero quieren legalizar la prostitución, por ejemplo. ¿Cree Álvarez que Errejón va a pelear derechos laborales así como así, por principios? Eso supone no conocer a Errejón y el populismo que representa. Lo hace en tanto en cuanto sume a su proyecto y como lo altermundista está de moda pues ahí saca su tuit de lucha. Claro y ese camelarse a los sindicatos con el aumento del poder sindical ¿poder dónde y contra quién?

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