El flamante Presidente del PP, Pablo Casado, nos sale ahora con una propuesta de sustituir la Ley de Memoria Histórica por una Ley de Concordia, cuando lleva tiempo creando precisamente la Discordia con sus soflamas incendiarias. Aquí se nota la mentalidad reaccionaria de este sujeto, cuando se remonta a esos históricos tratados, como aquella “Concordia de Segovia”, firmada entre Isabel I de Castilla y su consorte Fernando de Aragón en el año 1475.

Tanto Casado como Rivera, ambos radicalizados desde que el Parlamento los derrotó en la Moción de Censura, han venido actuando como pirómanos y ahora intentan utilizar una vieja manguera de bombero de hace siglos, renunciando u olvidando la Ley de Memoria Histórica, violada e incumplida por el PP, que surgió de aquella Transición chantajeada de 1978.

Rajoy la rechazaba tácitamente al ufanarse año tras año de dotarla con presupuesto “CERO”, como su fundador Fraga que también quería perpetuar el franquismo “sin Franco” mediante la represión con aquella frase de “la calle es mía” y rechazaban las reformas sociales y la descentralización autonómica, al igual que ahora hacen los “naranjitos”, retando a Pedro Sánchez a que aplique la represión del Artículo 155 para aplastar al pueblo de Cataluña.  Ahí queda reflejada la mentalidad centralizadora y reaccionaria de esos elementos que añoran aquella “España, Una, Grande y Libre” del Dictador.

El “patrioterismo franquistizado” es la primordial porción de la ideología de los dirigentes del PP, mimetizados ahora en C’s  que emponzoñan la conciencia de la clase trabajadora de los explotados y oprimidos, teniendo como  objetivo, atrofiar la voluntad de lucha de las izquierdas en favor del socialismo y la democracia, actuando como algunas especies que se mimetizan tanto con su ambiente, que a veces algunos de sus adversarios y votantes son incapaces de distinguirlos.

Las declaraciones de Pablo Casado y de Albert Rivera de marcados tintes sectarios y xenófobos, hunden sus raíces en la naturaleza del capitalismo español del llamado régimen del 78, cuyo aparato estatal, con su sistema judicial, clero, ejército y policía, mantienen rasgos heredados directamente del franquismo e incluso algunas de las Leyes sociales que contempla la CE. Esos dos partidos de Derechas reivindican, confirmando su línea política escorada cada vez más a la derecha,  volver al pasado cuando realizan sus actuaciones que mantienen un carácter antidemocrático, bastante machista, carpetovetónico y en cierta medida racista y xenófobo.

Aquellas organizaciones que no quieren expresar claramente el rechazo al “franquismo” ni estar contra el fascismo, manteniendo una tibieza y equidistancia hipócrita en el caso de la exhumación de Franco, en la controversia del Valle de los Caídos, anunciando su abstención, negándose a combatir la degeneración y corrupción del sistema capitalista, que es la causa de la barbarie que ese modelo genera, sin reconocer la ilegalidad de aquel Golpe, NO parecen ser considerados muy demócratas.

El nuevo curso político se inicia con la perspectiva de que vamos a tener un “otoño caliente” y pienso que debido a la atonía de las direcciones de izquierdas, la desilusión de las masas podrían transferir el espacio al desencanto y esos contrincantes del PP/ C’s  que ambos se disputan el voto residual franquista, quieren recuperase de su miedo y su histeria con la que han entrado en la oposición. Intentan sacar de esa frustración provecho y pasar  a la revancha, por eso la lucha de las izquierdas por un mundo mejor, más igual, libre y humano debe continuar, pero ilegalizando la “Apología del Franquismo”, que no cabe dentro de una democracia sana.

Aquella irrupción demagógica de Albert Rivera que prometía venir a adecentar la vida política y acabar con la corrupción, ha quedado en un fiasco tras su giro a la derecha y su permanente coqueteo y apoyo con el PP Mariano, hasta el momento en que se vieron derrotados por la Moción de Censura.  Ahora Rivera incluso le pasa por la derecha a Casado, pero no se entera que el avance principal en la recuperación del prestigio perdido, pasa por tener un claro sentido de la realidad social, de la democracia  y respetar la solidaridad humana, hacia los seres que están en peores condiciones, sobre todo, los familiares y víctimas represaliados por el golpismo que continúan en las cunetas,  pero ellos están incapacitados para eso, ya que la financiación de sus actividades políticas se debe al IBEX35 y la gran burguesía a la que defienden y sirven.

Esos elementos sin ética se comportan como zorros hambrientos soltados en un gallinero. Con sus proclamas incendiarias fomentan que el sistema capitalista se convierta en una jungla, donde se aplica la Ley del más fuerte, abusando, avasallando y dejando sin protección a los más débiles y esos procedimientos no son humanos, son todavía salvajes.

El drama es que la clase trabajadora siente todavía un cierto reparo hacia sus direcciones de izquierdas, porque tanto éstos como los  economistas modernos,  deberían   conocer e impartir la filosofía del materialismo dialéctico, más propia de la clase trabajadora,  y prestarles más atención a los postulados de lo que Engels y Marx demostraron,  admitiendo la superioridad de este método de análisis de la realidad concreta para aplicarlos a todos los campos del saber humano.

Para iniciar el camino de la transformación social, es decir, para avanzar hacia el genuino socialismo, la clase trabajadora asalariada necesita primero organizarse, unirse y prepararse mucho mejor, para desarrollar una táctica ideológica consistente, una estrategia global y un programa de actuación inmediato y apoyarse en una dirección firme, capaces de convencer y alentar a las masas en la lucha para resolver las contradicciones sociales y territoriales que nos acechan.

En momentos como los actuales, los métodos violentos de alentar a la extrema derecha y su guerracivilismo, como hacen esos dos bocazas, es un peligro que se retroalimenta con movimientos nazi/fascistas que crecen en toda Europa.  Las direcciones de izquierdas deben ser consecuentes y llamar a los trabajadores a reorganizarse defendiendo una democracia sana, no contaminada como ha quedado esta “democracia burguesa” que es preciso superar. Si se avanza hacia la Unidad en la lucha,  las izquierdas podrían ganar, las direcciones encuentran la necesaria capacidad de entendimiento para formar gobiernos de coalición de las izquierdas.

Es preciso explicar a la ciudadanía, abriendo un amplio debate, que bajo el capitalismo y gestionando sus crisis cíclicas nunca se podrá conquistar el socialismo. La clase trabajadora puede tomar el poder político y por medio de él, las masas deben  defender un programa necesario y valiente, que rompa con el modelo actual de democracia burguesa, corrupta y decadente, abriendo un nuevo proceso para profundizar en la democracia socialista. Tendrían que convertir la propiedad privada de las grandes palancas de producción en medios de propiedad pública, socializando la gestión de la producción de manera democrática, todo lo contrario de lo que ha venido haciendo la clase dominante a través de Rajoy durante los últimos siete años. Con una derrota amplia de las derechas en las próximas elecciones, si podríamos demostrar y acumular fuerzas suficientes para imponer ese tipo de democracia amplia y autogestionaria en todos los niveles del Estado  y los avances serían posibles.

Pero un programa social avanzado debe contemplar la forma de financiarlo, que debe recaer sobre la clase dominante adinerada que se ha venido forrando con los desfalcos bancarios, la explotación y la opresión de los pensionistas, la juventud, los asalariados y capas medias empobrecidas, Por eso hace falta un acto supremo de justicia “expropiando a los expropiadores y explotadores corruptos”, que signifique saldar las cuentas de los déficits, que es el producto de su histórica explotación y saqueo, con lo que  podríamos redimir los medios de producción de la condición de capital, cuyo fin es el lucro privado que ellos lo anteponen al bienestar de la población  y son los objetivos que hasta este momento han venido practicando, para declarar el carácter social en plena libertad de la producción al servicio de las clases trabajadoras empezando por las más empobrecidas,   eliminando los secretos bancarios y los secretos de Estado, para desarrollar la producción en beneficio del bien común, con un combate implacable contra la corrupción y los despilfarros.

Con esos nuevos métodos de producción autogestionaria y democracia ética, si sería posible desarrollar planes y proyectos sociales, con arreglo a los programas trazados de antemano por la clase trabajadora con la ayuda de la comunidad científica. El proceso de producción capitalista, perpetúa y agrava las diferencias de clase por lo que se ha convertido ya en un  anacronismo que impide el desarrollo armonioso y tendente hacia la igualdad que plantea el socialismo.

En la medida en que se introduzca una planificación científica de los procesos productivos, generalizando las nuevas tecnologías, las computadoras y la robótica, desaparecería por completo la anarquía de la producción del modelo capitalista actual, basado en el despilfarro, el robo y las estafas. Una democracia sana debe perseguir el objetivo que el Estado y su autoridad represiva empiecen a moderarse, tomando las decisiones cada vez que exista una controversia social mediante votación popular.

Cuando existan conflictos graves, utilizar mecanismos profundamente democráticos para ir pasando la autoridad de las decisiones, siempre democráticamente,  al pueblo en general, que estaría compuesto por toda la clase trabajadora, bien intelectual, bien manual, pero todos tendríamos que colaborar en las tareas políticas de la producción, debiendo ser los puestos de responsabilidad, tanto políticos como administrativos, revocables y rotativos.

La comunidad humana sería por fin dueña de su propia existencia cultural y social, convirtiéndose en dominadores de la naturaleza, pues como se declara el PSOE, “somos socialistas, feministas, ecologistas y demócratas”, por lo que es preciso tomar las mejores decisiones que beneficien a la sociedad, alcanzando el mayor grado de igualdad posible y por tanto seríamos dueños de nosotros mismos, como seres humanos libres para aplicar socialmente nuestras decisiones.

La conquista de esos objetivos, mediante una organización con aspiración internacionalista, democrática y socializante, será el acto que redimirá a la ciudadanía, porque esa es la verdadera misión histórica que tiene que desarrollar una ideología actualizada, a través de una moderna cultura de democracia ética con socialismo científico.

Ese socialismo científico corresponderá a la expresión práctica de la teoría concentrada de la experiencia de las luchas del movimiento obrero durante toda la historia, que es el que está llamado a aprender, estudiar, e investigar las condiciones culturales, económicas, sociales y políticas, convirtiendo la naturaleza misma con este mismo salto cualitativo, infundiendo y educando a toda la población en este nuevo modelo social y humano,  para enseñarnos unos a otros a trabajar solidariamente por el bien común.

Como decía Pablo Iglesias, “elegid a los mejores, pero luego vigilándolos como si fuesen canallas”,  infundiendo de esa manera a las clases hoy oprimidas y explotadas, la conciencia de que es necesario transformar las condiciones laborales, para marchar hacia su liberación, con una crítica social permanente,  cuyo objetivo debe ser mejorar la calidad de vida y de la naturaleza, con la aplicación del concepto  programático ecosocialista, que debe ser producto de nuestras propias acciones, como mejor procedamos para garantizar la supervivencia de la especie humana  en este planeta Tierra, que es el único que conocemos, porque está siendo arrasado por la depredación de unos cientos de multinacionales que tenemos que frenar, antes de que sea demasiado tarde.

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