Si ustedes no conocen el famoso aparato erótico, el Satisfayer es un masturbador femenino que está causando furor entre las féminas porque parece proporcionar numerosos y placenteros orgasmos. Con esto no se quiere decir que las féminas de la derecha sean adictas al uso de este aparato (aunque luego se confiesen), sino que la derecha española encuentra el placer mediante el onanismo político. O lo que es lo mismo en la búsqueda individual del placer en un mundo imaginario que se han creado y que no deja de ser algo paralelo a las relaciones políticas y sociales. En una sociedad del enfrentamiento mediante el recurso a mecanismos espectaculares (donde nada es lo que parece) las derechas españolas han abdicado de sus antiguos postulados, bien liberales (razón, laicismo, democracia parlamentaria), bien conservadores (religión, sociedad, meritocracia), para lanzarse al esperpento. Han recreado una especie de neo-utilitarismo nebuloso donde la maximización de la felicidad pasa por obtener placer consigo mismo.

El mayor utilizador del Satisfayer político sin duda es Pablo Casado. No sólo es que tenga un problema grave con el padecimiento de mitomanía (mentir constantemente) sino que esas mentiras han permutado en la conformación de una realidad donde sólo se busca placer retorciendo la realidad hasta límites insospechados. Se puede decir, como ha hecho Alfonso Guerra, que el presidente de Cataluña es producto para el estudio antropológico, sabiendo que se suelta la barrabasada. O se puede pensar que el ministro de Transportes va a dimitir por el empuje de las masas enfadadas (aunque esto se sabe que es una cortina de humo para esconder lo que ha salido en las últimas semanas sobre corrupción y cloacas del Estado) sobre una idea que se le ha ocurrido al presidente del PP. El placer que consigue se supone que debe ser por la utilización del aparato por parte de toda la cúpula partidista porque exhiben sus mejores sonrisas cuando da la razón al jefe de partido. Y cuando interponen una demanda que saben van a perder pero que cuadra con su mundo, entonces es satisfacción total.

También son derecha Satisfayer Teodoro García-Egea o Cayetana Álvarez de Toledo, que no sólo se suman al placer proporcionado por Casado, sino que tienen sus propios momentos de obtención de placer al idear más universos paralelos donde las personas les hacen caso y entienden lo que dicen. En el caso del lanzador de aceitunas cuando culpabiliza al PSOE del desastre del Mar Menor, o en el caso de la aristócrata franco-argentina cuando…, bueno cuando dice cualquier cosa en general. Por si se lo interrogan, la presidenta de la Comunidad de Madrid venía así de fábrica, con el Satisfayer incorporado. Crean en sus mentes una realidad completamente paralela donde hablan de falta de libertad o de peligros inexistentes, como el gobierno socialcomunista que pacta con la patronal, pero que les proporciona un inmenso placer pues así no tienen que enfrentar la realidad: que se están masturbando políticamente en su soledad.

Tampoco se quedan atrás, aunque de forma mucho más tradicional, en la búsqueda del placer autoinflingido las gentes de la ultraderecha. Ven montar a su jefe en un alazán y profieren gritos de placer. Dicen que van a salvar España (aunque realmente están a un placer más material como llenarse los bolsillos que trabajando no podrían) y las huestes gimen de placer. Sacan la bandera a pasear mientras escuchan a Manolo Escobar y el orgasmo llega a ser colectivo. Como el PP, han creado una realidad paralela donde cada graznido o rebuzno es seguido de un momento de placer. De hecho quieren que a sus hijos no les metan esas cosas sexuales marxistas para que no descubran que sus padres en realidad no son más que los peleles de la clase dominante y que practican el onanismo con nocturnidad y alevosía. Es escuchar un “¡Viva España!” y obtienen un orgasmo. Al tener detrás a las diversas sectas católicas reaccionarias son un poco menos de Satisfayer, pero tienen sus momentos. De Ciudadanos poco que decir ya que son tan pocos que no se sabe si tienen orgasmos políticos o directamente deberían ser tratados como orates.

No piensen que esto de la derecha Satisfayer es sólo producto de la derecha marcadamente española, también las derechas catalanas son muy adictas al aparato político del placer. Más allá de las poses de Quim Torra haciéndose fotos frente al espejo, que no es más que producto del narcisismo, también han creado un mundo donde lo racional desaparece y todo es una gran mentira pues ni ha triunfado el procés, ni han derrotado al Estado opresor español, sino más bien un fracaso que está empezando a costarles caro (sin contar a los que están en chirona que eso, salvo masoquismo, de placer político poco). Pero da igual gritan que lo que hacen es dar pasos seguros hacia la independencia y gimen con el mismo placer que hacen las huestes de Vox. Le quitan el acta de diputado al presidente y todos se relamen de placer, sin entenderse bien el porqué. Viven en su mundo independentista donde todo es de color de flores y el placer es constante, eso sí, en cuanto les tocan el bolsillo a pedir cuestaciones entre las masas, no vaya a ser que a Carles Puigdemont (a quien Ramón Cotarelo comparó con Carlomagno) le embarguen el sueldo por hacer un referéndum que se sabía iba a fracasar. En ERC, que son derecha pequeño burguesa, han ido dejando un poco la autosatisfacción. Parecen que se han cansado y buscan relaciones sociales con otros seres humanos, pero aún tienen momentos de onanismo político.

¿En la izquierda no son a veces usuarios del Satisfayer político? Depende del momento y de las personas. Bien es cierto que la recuperación del culto a la personalidad provoca momentos de onanismo político pero, por años de enseñanzas materialistas, acaba por salir el crítico o la crítica en potencia. También es cierto que como las relaciones sociales son más fluidas el Satisfayer se deja para momentos más íntimos. Y eso que lo de los aparatos es muy del gusto de los dirigentes políticos, pero cuando menos no están en la busca perpetua de placer de la derecha postmoderna. Son más de inventar luchas nuevas que provoquen placeres individuales, buscar más fórmulas de representación que satisfagan a todo el mundo. En realidad han acogido los valores liberales clásicos o de la modernidad y con eso van tirando. Momentos orgásmicos colectivos sin duda existen pero no esa búsqueda constante del placer. Ahí tienen a Guerra que no puede dormir por las noches.

El viejo utilitarismo que predicaba que había que maximizar la felicidad o el placer social ha devenido en tragedia con la derecha postmoderna o neoliberal. Entendiendo todo mal han acabado por inventar realidades paralelas, algunas directamente individuales, con los que lograr aquella maximización placentera. Las teorías de la Justicia, o del Liberalismo Político, son obviadas porque eso supondría tener que defender de verdad valores democráticos. Algunos se dicen anarcoliberales pero parece que no entendieron los textos de Robert Nozick, en concreto su Anarquía, Estado y Utopía. Cuando, en su disputa con la teoría de la Justicia de John Rawls, habló como solución de la Máquina de Experiencias para obtener placer. El problema es que él no la recomendaba, pero como entienden poco y mal, al final se han agenciado un Satisfayer político donde viven experiencias placenteras pero acaban limitados a una realidad falsa donde “no hay ningún contacto efectivo con ninguna realidad más profunda; aunque su experiencia se pueda simular”. Con el añadido de la estupidez mediática de la caverna al final lo que se logra es una suplantación de la realidad que acaba componiendo una vida informativa por sí sola devorando la vida real, llena de placeres y dolores, de los políticos y políticas de derechas.

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