Foto Amnistía Internacional

Mientras casi 400.000 personas refugiadas huyen de la limpieza étnica en Myanmar, los líderes mundiales reunidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas deberían avergonzarse no sólo por haber incumplido sus promesas de admitir más refugiados, sino por haber desmantelado activamente derechos de las personas refugiadas en muchas partes del mundo.

Un año después de la Cumbre de Líderes sobre los Refugiados, celebrada en Nueva York, las cifras globales de personas refugiadas están aumentando año tras año, mientras los conflictos se intensifican hasta salirse de control.

“La terrible situación en Myanmar es exactamente el motivo por el que necesitamos algo más que un mero enfoque de parches para ayudar a quienes huyen de la guerra y la persecución. Tras verse sometidas a una violencia atroz, incluidos homicidios y la quema de sus poblados, estas personas refugiadas rohingyas se enfrentan ahora a una crisis humanitaria mientras Bangladesh se esfuerza por darles apoyo”, ha manifestado Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional.

Los indicios más recientes señalan una campaña de tierra arrasada en gran escala en el norte del estado de Rajine, donde las fuerzas de seguridad de Myanmar y los grupos parapoliciales están quemando pueblos rohingyas enteros y disparando indiscriminadamente a la gente que intenta huir. En términos legales, se trata de crímenes de lesa humanidad: ataques sistemáticos y expulsión forzada de civiles.

A consecuencia de ello, en el espacio de menos de tres semanas, casi 400.000 personas refugiadas rohingyas han huido de Myanmar a Bangladesh. Esta cifra supera el número total de personas refugiadas que llegaron a Europa por mar en 2016.

“Los países pobres y de bajos ingresos, como Bangladesh, Uganda y Líbano, están teniendo que esforzarse por atender a cifras altísimas de personas refugiadas, mientras que los países ricos que acogen a muchas menos deberían intervenir para proporcionar ayuda y plazas de reasentamiento. Los líderes de los países ricos prefieren fingir que el problema no existe. ¿Qué tiene que suceder para que los gobiernos abran los ojos a la realidad de que su respuesta a la crisis global de refugiados es totalmente inservible?”, ha manifestado Salil Shetty.

La inacción de los gobiernos va de mal en peor

En la Cumbre sobre los Refugiados celebrada el año pasado, convocada por el ex presidente de Estados Unidos Barack Obama, los gobiernos se comprometieron a aceptar más de 360.000 personas refugiadas: el doble de las plazas ofrecidas en 2015. Aunque estas cifras representaban un incremento, no se basaban en las necesidades de las personas a las que pretendían ayudar.

Muchos gobiernos no sólo han eludido abordar de forma significativa la creciente crisis de refugiados, sino que se han superado unos a otros en su intento de desmantelar los derechos de las personas refugiadas, y no han respondido a las nuevas crisis que han estallado en el mundo. Un ejemplo importante de esto es el de Estados Unidos, que, bajo el gobierno del presidente Trump, está anulando el compromiso de Obama de admitir a 110.000 personas en 2017 y, en su lugar, ha puesto como cifra límite 50.000, y el posible que en 2018 admita a aún menos personas refugiadas.

“Ya sea la conducta de la UE al condenar a las personas refugiadas al abuso y la explotación a manos de bandas criminales en Libia, o la de Australia al someter a las personas refugiadas a graves daños físicos y psicológicos en sus centros de detención fuera de su territorio, los países ricos han contribuido sustancialmente al alarmante deterioro de los derechos de las personas refugiadas”, ha dicho Shetty.

Se espera que los líderes mundiales reunidos en Nueva York para la Asamblea General de las Naciones Unidas de este año debatan la espiral de la situación en el estado de Rajine, en Myanmar, de donde la población rohingya, perseguida desde hace mucho tiempo, se está viendo obligada a huir a causa de una respuesta militar ilegal y totalmente desproporcionada a los ataques de un grupo armado rohingya.

“En lugar de asistir a las cumbres para estrecharse unos a otros la mano y formular promesas que no tienen intención de cumplir, los jefes de Estado deberían mostrar cierto liderazgo”, ha manifestado Salil Shetty. “Eso significa llevar a cabo un plan integral para proteger a las poblaciones civiles en situaciones de conflicto, poner fin a los crímenes de lesa humanidad y poner en práctica soluciones adecuadas para las personas refugiadas como los rohingyas, que están en una situación desesperada.”

“Por si acaso lo han olvidado, para eso es para lo que sirven las Naciones Unidas.”

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