Escribió hace años Vladinir Ilich Ulianov, Lenin, un artículo titulado “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo” donde criticaba que algunas partes de la izquierda, al situarse en una pureza extrema, acababan por separarse de las masas y dejar empantanada las posibilidades revolucionarias. No es lo que les ocurre a Podemos, IU y demás añadidos en sí. Algo de ello hay en su comportamiento, especialmente en lo referente a lo infantil del mismo. Pero han debido leerlo en alguna ocasión y siguen sin percatarse que por muy puros y verdaderos que sean al final se acaban alejando de las masas, o las masas se alejan de ellos y ellas. En el caso español esto puede suceder porque no hay ser humano que los aguante más dos minutos de escucha ya que, da igual el tema, siempre aparecen o infantilizados o enfurecidos por el devenir de la cotidianeidad.

Comportamientos infantiles tienen, especialmente, cuando aunque se haya logrado un objetivo de progreso en beneficio de la sociedad en general, un bien común en resumidas cuentas, siempre, siempre tienen que apostrofar lo hecho. Siempre está la coletilla de “si pero yo lo hubiese…”. Todo les parece poco cuando no reniegan de lo hecho, a pesar de haberlo apoyado. Así ha sucedido con el intento de amargar a millones de españoles la destrucción simbólica del Valle de los Caídos como se comentó en estas mismas páginas. Pero eso mismo sucede con cualquier tema. Se sube el Salario Mínimo Interprofesional a 900 euros y les gusta, porque han participado ellas y ellos, pero, siempre el pero no lo olviden, ellos y ellas lo hubiesen subido a 1.200 euros. Que eso sí que puede destruir puestos de trabajo, de manera objetiva, les da igual. Ellas siempre más que nadie. Como si estuviese en una competición permanente por ver quién es más. Una forma muy patriarcal, por cierto, de enfrentar la política, pero como son postmodernos y bohemios burgueses esto no les afecta. De hecho son tan infantiles que lo patriarcal es sólo lo que ellos (en este caso no ponemos ellas) digan.

Más ejemplos, después de apoyar continuamente a la burguesía catalana en su enfrentamiento contra el Estado español, de forma enfurecida y cabreada añadiendo ese “pero nosotros lo haríamos mejor y sin represión”, les preguntan en entrevistas qué hubieran hecho de estar en el Gobierno: “lo mismo pero dentro del Gobierno”. Así que hubiesen sido agentes de la “represión” pero como son ellos los que reprimen ya deja de ser represión, si es que lo ha sido en algún momento. Los actos vandálicos son reflejo del hastío de una sociedad y de las imposiciones del Estado del “régimen del 78” hasta que están ella y ellos en el Gobierno y entonces pasan a ser casi una sublevación. Siempre enfurecidos y con una mentalidad infantil cuando no están en el Gobierno. También se ha visto en el Ayuntamiento de Madrid, donde la Operación Chamartín como la había proyectado ellas y ellos era lo mejor del mundo y lo más beneficioso para todas y todos (salvo las protestas, que le costaron la delegación, de  Carlos Sánchez Mato y pocos más). Lo que no deja de ser una operación especulativa de ciertas entidades pasa a ser defensa del bien común. ¡Ahhh! Pero, siempre el pero, como se han peleado con los que estaban en el Ayuntamiento ahora sí es malo.

Recorte de D16 señalando el problema de la mochila austriaca en febrero de 2019

Rafael Mayoral se viene quejando, lo normal vamos, de que no les hacen caso con el tema de la mochila austriaca que quiere imponer Bruselas y el gobierno parece que acepta a la economía española, lo que tendría graves repercusiones para las relaciones laborales. Dice amargamente en twitter que ningún periódico saca la campaña que están haciendo contra la mochila porque están vendidos a los poderosos. Muchos medios desde luego son del capital, se ha contado aquí en infinidad de ocasiones, pero olvida Mayoral que cuando algunos medios sacaron el tema en ¡¡¡febrero!!! ellas y ellos no dijeron ni esta boca es mía. Eran los tiempos de alegría y posibilidad de entrar en el Gobierno. En Diario 16 se contó con todo tipo de detalles, no sólo las intenciones sino lo que suponía para las relaciones laborales y la reproducción del sistema. La necesidad creciente de la fracción financiera de la clase dominante para tener dinero líquido de alguna forma. Cuando la especulación financiera deja de dar de sí y la rama productiva entra en recesión comercial hay que buscar fórmulas para nutrir a esa fracción que parece la dominante. Este análisis no lo encontrarán en la izquierda gruñona desde luego pero seguro que si estuviesen ellas y ellos en el Gobierno dirían que es por el bien de la ciudadanía. Como niñas y niños consentidos lo que no admiten es que no se les haga caso, cuando ellas y ellos sólo hacen caso a «sus» medios.

Alberto Garzón, al que buena parte de la sociedad española antes le veía como un “chico majete y comprometido”, está haciendo de lacayo de esa izquierda infantil y gruñona. Llevar el peso de unas siglas históricas, junto a Enrique Santiago, como son las del PCE, parece que no le impide caer en el infantilismo también. Con la salida del dictador fascista de su mausoleo comenzó escribiendo un mensaje en las redes sociales alegrándose, como cientos de miles de comunistas españoles, del hecho. Pero debieron decirle algo desde la sede morada y ya luego acudió al “si pero”. O igual observó que sus mensajes nada tenían que ver con los que estaban sacando los gruñones y su cohorte mediática y se dijo “vamos a enfadarnos un poco”. Cómo será esa izquierda infantil que hasta alguien que se alegra por sus camaradas de lucha tiene que entrar en el juego de la mentira. Porque, producto del infantilismo, esta izquierda gruñona acaba por tergiversar la realidad tal y como es. Esto no es culpa de la dialéctica, cosa que no saben ni lo que es en Podemos, de a una tesis contraponer una antítesis para llegar a una síntesis. No. Esto es culpa de una falta de aceptación de la realidad que su mente infantil acaba transformando en la pulsión gruñona y en la negación en sí de lo que acontece.

George Marchais, el que fuera secretario general de partico Comunista Francés, uno de los creadores del eurocomunismo, en su informe al XXII Congreso del PCF en febrero de 1976 (lo pueden encontrar en L’Humanité del día 05/02/1976) advertía de estas derivas infantiloides de ciertas izquierdas: “Tenemos la convicción de que el socialismo en nuestro país debe identificarse (so pena de permanecer en las puras palabras) con la salvaguardia y el florecimiento de las adquisidores democráticas que largas y pertinaces luchas han permitido obtener a nuestro pueblo. Debe y puede hacerlo”. Esto lo decía frente a aquellos que siempre estaban quejándose desde algún tipo de pureza. Aquí, lo escucharán a todas horas, las conquistas sociales y políticas de las luchas de la clase trabajadora, porque ha sido la clase trabajadora la que siempre ha luchado, son calificadas de régimen del 78. Una forma de deslegitimar esas conquistas y adquisiciones democráticas que abren la puerta al populismo y al fascismo de igual forma y magnitud. Como no pudieron luchar ahora todo lo conseguido es un régimen represivo y franquista. Si lo escuchase Marcelino Camacho les daba de collejas hasta llegar al Chad como poco. Adanismo de fundar la mejor sociedad posible desde la pureza del ideal que realmente no se conoce porque su populismo les impide presentar ese ideal al escrutinio público.

También decía Marchais, entre otras cosas igual más interesantes, que existía “el peligro de adelantar consignas o emprender acciones aventureras que no se corresponden con las posibilidades reales, que se inspiran en la voluntad de ‘quemar etapas’, y conducen las fuerzas revolucionarias al aislamiento y la derrota”. Esto es lo que el infantilismo de Unidas Podemos está consiguiendo, para desgracia de toda la izquierda, moderada o más radical, pero con conciencia de clase. Aislamiento y derrota porque se lanzan a campañas de desgaste inútiles, cuando no caen en la absoluta indignidad de dar el nombre de una persona a la que sus camisas moradas están acosando (además de ser un delito) y sin verificar realmente la historia detrás de la supuesta denuncia. Un ridículo, que ha dado de lleno a Irene Montero, quien no se ha atrevido como las niñas enfadadas a pedir perdón, por adelantar acciones. Una izquierda infantil y gruñona que con sus acciones no sólo acaba con la posibilidad de victoria electoral de las fuerzas de la izquierda, sino que hay que aguantarla día sí, día también con sus lloros, quejas y pataletas. El problema es con todos los ridículos que llevan a sus espaldas cuando dicen algo coherente ha perdido fuerza su discurso. Por no hablar de los trolls asustaviejas de las redes sociales.

Encontrarán gentes parecidas de este tipo de especímenes en todos los partidos de izquierdas, normalmente nunca están contentos con nada, pero no a este nivel de ensimismamiento y de análisis de una realidad paralela. Críticas a las desviaciones, siempre derechistas, de las direcciones (la famosa ley de hierro de la oligarquía) se han encontrado, se encuentran y se encontrarán, mas llegar al falseamiento de la realidad sólo los izquierdistas gruñones e infantiles. Un izquierdismo adanista al que añaden el cabreo perpetuo para ocultar, al final esta es la realidad, que la bohemia burguesa carece de proyecto de país y de transformación de la realidad. El infantilismo parece que también se extiende por toda la clase política con la salvedad de que, como buenos postmodernos, todo en ellas y ellos es líquido, evanescente y reciclable. Si hace años el fantasma del socialismo recorría Europa, ahora son los fantasmas infantiles y populistas del izquierdismo postmoderno (versión pequeño burguesa pero bohemia).

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