La mala leche de Rivera con el sanchismo

Sanchismo: “Corriente vacía de pensamiento y de principios a la que sólo le importa el poder y está dispuesta a todo por alcanzarlo y mantenerlo. Su miembro fundador es Pedro Sánchez quien no dudó un segundo en pactar con aquellos que quieren romper España con el único fin de atrincherar en La Moncloa”. De esta forma definen en Ciudadanos ese mantra que todo el día utiliza Albert Rivera para hablar del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y no sólo eso, además le acusan de podemizarse y legitimar a los secesionistas. Esto es lo que oirán en los últimos tiempos de boca de cualquiera de los miembros de la secta naranja.

Se han enfadado algunos militantes socialdemócratas por el uso despectivo del sanchismo, al que muchos se adscriben sin lugar a dudas, pero no deja de ser una hábil maniobra de Rivera y sus secuaces para dos propósitos que están claramente enlazados como veremos. Atacar al sanchismo para demonizar al presidente del Gobierno y secretario general del PSOE incidiendo en que es un trepa, un vividor de la política sin ningún tipo de ideología o capacidad intelectual más allá de “el poder por el poder”. Destruir la imagen de Sánchez ante sus seguidores ya sea por abusar de los servicios de transporte aéreos, ya sea por sus acuerdos con Torra. Al fin y al cabo quieren acabar con la imagen de político comprometido con alguna idea que no sea él mismo.

Atacan con fuerza a la imagen del “dictador del PSOE” pero no al PSOE en sí. Primero, intentan atacando solamente a Sánchez que las posibles disputas internas le estallen al presidente. Hay que recordar que Sánchez no consiguió el apoyo del 49% de los que acudieron a votar, o del 53% de la militancia. Esto es, ganando, no todo el PSOE es sanchista e intentan que los no-sanchistas estallen de alguna forma contra su secretario general o se avergüencen de él y se queden en casa en vez de ir a votar. Lo mismo que se ha hecho contra Susana Díaz en Andalucía. Y segundo, no quieren destruir al PSOE como partido a la izquierda, siendo conscientes de que Ciudadanos no podría ocupar esa parte del espectro político, y entregar todos los votos a sus verdaderos enemigos, Podemos. Quieren derrotar a Sánchez salvando de la quema a futuro al PSOE, por eso se centran sólo en la figura del secretario general, al que señalan como culpable claro de la desviación que ha sufrido el partido respecto a su posición sistémica.

Decir que se ha podemizado, cuando se sabe que en el PSOE hay muchas personas que no son muy partidarias de Podemos, es indicar que al no tener política propia, salvo eslóganes como “Somos la izquierda”, ni cuadros capaces de actuar con virulencia contra las otras opciones políticas, se está entregando el PSOE a los deseos de Pablo Iglesias, no el fundador precisamente. Y, siguiendo con las manías propias de Rivera y su formación, no podía faltar su enlace con los proetarras y los secesionistas. El sanchismo es el mal, mucho más que Vox que al fin y al cabo son primos hermanos, y eso es lo que pretende destacar. Una simple estrategia de destrucción de una persona y no un partido. Al contrario de lo que hicieron los confabuladores cuando atacaban al PSOE de Felipe González con más saña incluso que al propio secretario general porque lo querían destruido Aznar y Anguita.

Descalificaciones subliminales contra Pedro Sánchez

Si se fijan en la imagen que adjuntamos y que aparece en el tuit que han sacado para definir el sanchismo, cometiendo un error de clasificación alfabética, pero con toda la mala leche del mundo, ponen al sanchismo entre Sancho (“Animal criado por una hembra que no es su madre” para desvincularle de la socialdemocracia se supone) y Sanchopancesco, donde hay que fijarse en la segunda acepción (“Falto de idealidad, acomodaticio y socarrón”, justo los calificativos que le profieren a Sánchez). No es baladí esta configuración de la imagen porque saben que las personas leerán las otras definiciones al lado de la imagen de Sánchez y se podrá generar una conexión entre la cara de Sánchez y las descalificaciones supletorias, además de la propia definición. Todo muy elaborado, con muy mala leche y muy sibilino. Dar a Sánchez pero no al partido porque se le necesitará en cuanto se carguen al “usurpador de la socialdemocracia”.

Albert Rivera debería aplicarse la misma definición.

No deja de asombrar la definición del sanchismo, pues en la misma prácticamente cabrían la mayoría de dirigentes políticos de aquí y acullá. Pero lo que interesa es ver cómo Rivera no deja de estar relejado en esa misma definición que denosta a su contrincante.  Podría decirse que el riverismo es “esa doctrina sectaria y cuñadista a la que sólo le importa el poder para hacer lo que le mandan desde el Ibex-35. Su fundador es Albert Rivera quien no duda en cambiar de opinión según su propio y personal interés y que no duda en pactar con el neofascismo, inocular el odio entre los españoles y enfrentar a todas aquellas personas que no piensan como él”.

Si Sánchez se ha podemizado, lo cual es bastante falso, Rivera se ha pasado a la extrema derecha (dicho por el eminente sociólogo Manuel Castells) para trabajar en favor del establishment. Si Sánchez legitima a los que quieren romper el país, Rivera legitima y mantiene en el poder a los que roban a la ciudadanía. Si Sánchez se atrinchera en La Moncloa, Rivera mata a quien haga falta por llegar allí y atrincherarse él. Si Sánchez no tiene doctrina alguna salvo él y su yo, Rivera es el mejor ejemplo del cuñadismo ideológico que es capaz de decir blanco y negro a la vez con tal de llegar a poder y esquilmar a los ciudadanos de derechos y libertades. Porque no hay que olvidar que Rivera quiere, como Casado, prohibir a los partidos que no le gustan. Así que más le vale taparse un poco.

Es una estrategia muy clara contra una persona que podría conseguir el efecto contrario y hacer más sanchistas de los que hay en la actualidad. Podrían convertir al PSOE en sanchista cuando realmente lo que buscan es justo lo contrario. O podría salirles bien la jugada con ciertas baronías y la amenaza de Vox. Claro que su apoyo al neofascismo igual les pasa más factura a ellos. Total las diferencias entre cuñadismo y neofascismo a ojos simples son pocas y sus jefes son los mismos. También los medios del establishment están dando cancha a Abascal y demás vividores de la política, igual debería preocuparse Rivera por los cafés que va a perder con Susanna Griso o las veces que Ferreras no le llevará más. Mientras tanto la estrategia sibilina del día es atacar al sanchismo.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here