Ha causado furor en Twitter una pregunta que se realiza durante un curso de verano. Casi convertida en trabalenguas, la pregunta, si es que se puede decir que era pregunta (está por ver), aúna en ella misma todo lo negativo del academicismo mal entendido, de la bohemia burguesa con títulos y lo estrafalario de la comunicación humana que se produce en algunas ocasiones. Pareciera que más que preguntar, o transmitir una opinión contraria o complementaria, quien habla sólo hiciese un ejercicio de aparentar (típico de la sociedad del espectáculo) cayendo en la contradicción propia de quien juega a eso.

Twitter se ha devanado los sesos, tanto como puede hacer Twitter lo que es bien poco, intentando entender lo que esa mujer quería decir. Aquí intentaremos descifrarlo con las explicaciones, si es que son posibles, necesarias para ver qué había en esa mente cuando hablaba. “La problemática que surge en la economía actual –ha comenzado-, la concepción de una biopolítica a nivel foucaltiano. Bueno foucaltiano no, ¿barresiano? ¿valeriano? ¿barthiano?, y la imposibilidad de evadir el carácter corporal de la performatividad”. ¿Asusta verdad? ¿Qué quiere decir? Nada, es un batiburrillo de inconexiones muy culturetas pero que juntas no llegan a ningún tipo de significación. La Biopolítica de Michel Foucault incide en el control no sólo ideológico sino también corporal de las personas en las sociedades. Si no es foucaltiano entonces, ante la imposibilidad de saber a quién se refiere, ¿lo corporal persiste? Parece que sí pero en un giro imposible pasamos a lo semiótico mezclado con el cuerpo.

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Lo performativo es un cualidad del habla que nada tiene que ver con el cuerpo. Son expresiones que tienen la capacidad de convertirse en expresiones y transformar la realidad. Quien primero lo desarrolló fue el filósofo John L. Austin, aunque seguramente le habrá llegado a esta mujer vía los análisis de Roland Barthes (de ahí nuestra duda al quitar a Foucault en lo biopolítico) o, aquí está la solución, Judith Butler que habla de la capacidad de cada persona para diseñar su propio cuerpo. Pero la performatividad está en las expresiones de “género” y “sexo” no en el cuerpo como afirman en la teoría queer. Esta mujer, ha mezclado la biopolítica de Foucault, por aquello del control corporal, de la misma forma que Butler, hablando de la violencia cultural mediante las normas que rigen el género y/o el sexo. Una mezcla de conceptos que no se entienden en esa primera parte y que no llevan a ningún sitio que sirva de algo.

Posteriormente, comienza a hablar de cuerpos de mujeres, la plataforma de afectados por la hipoteca, un recuento de votos y nos descubre que Podemos ha quedado bastante de lado en esa plataforma. También descubrimos que ha hecho una tesis (no sabemos si de fin de grado, master o doctorado, y no queremos pensar) sobre la psiquiatrización del cuerpo, pero lo terrible es que no hay nadie de Podemos en el Orgullo Loco, un colectivo que tiene una horizontalidad y una calidad de “haber ligado la economía al control del cuerpo de la mujer”. La segunda parte es incoherente porque son balbuceos de una persona que quiere quedar bien, protestar y parecer intelectualilla de golpe. Más curioso es lo que dice para terminar.

Muchas son las feministas que vienen estudiando la relación entre patriarcado y capitalismo/liberalismo. No es nada nuevo. Pero aunque pueda sorprender a les queer ¡también ejerce su violencia contra el del hombre! ¡Vaya por dios! Los análisis marxistas de violencia contra los cuerpos de las personas de la clase trabajadora parecen no haber sido escritos nunca. La dominación de clase, algo que resulta extraño al mundo queer, al gaycapitalista y al populismo que se vende de izquierdas, sí que es performativa. También es puñetera y violenta con los cuerpos de las personas. A diferencia de la diversidad postmoderna y neoliberal, que se entretienen con juegos de palabras y luchas asimilables por el sistema (por tanto estériles), la clase dominante no ve ni género, ni sexo, ni les, ni nada, las personas no son más que números o instrumentos al servicio de la acumulación. Nada nuevo, salvo que hay una generación de pseudoizquierdistas que insisten en hablar raro, en hablar para ellos para parecer más listos. Al fin y al cabo, quieren cambiar una élite por otra pero no cambiar la base de dominación.

Cuando Louis Althusser hablaba de la Filosofía como arma de la revolución no se refería al oscurantismo lingüístico. El cual es antiperformativo ya que no consigue que las expresiones tornen en transformaciones. Pero ellos y ellas se recrean en el nucleo irradiador, en lo performativo, en lo biopolítico y en cualquier palabro oscuro que sirva para distraer lo importante. Nunca les verán utilizar conceptos como lucha (“de clases” es imposible) porque no son lo suyo, sino pontificar desde una atalaya, en un buen barrio y con piscina a ser posible. Después acuden a una charla a Carabanchel, al sitio más bohemio y burgués que se encuentre, para que parezca que se mezclan con la clase trabajadora. Aunque siempre será mejor disputar el género en Malasaña entre gintonics con todas las especias del mundo. Si no han entendido lo que se dice en el vídeo, no se preocupen, no tiene que ver con usted al 99%. Es más, si alguna vez caen en una conferencia que empiezan a utilizar palabras semejantes, huyan.

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