La revolución de las sonrisas y la transversalidad de los afectos parecen que tiene un claro camino hacia la complacencia con la Casta, o lo que aquí solemos calificar de establishment. Resulta que todo el problema que había para salirse de Podemos era que no se era demasiado sonriente con los poderosos. El intento de Manuela Carmena y su equipo de “traidores” de convocar un pleno extraordinario para aprobar en esta misa legislatura la Operación Chamartín, toda vez que se tienen todos los expedientes necesarios, no es producto de la urgencia o la emergencia social sino de estar a bien con los poderosos. Un pelotazo, donde las malas lenguas dicen que cercanos a Más Madrid tendrían un hueco laboral, de los de toda la vida sin las suficientes viviendas sociales (nada de las prometidas al comienzo).

El PSOE en un movimiento estratégico, pues los concejales contrarios a cómo ha sido finalizada la operación han sido laminados por lo que se está de acuerdo con la fórmula, se desentendía del pleno extraordinario, más el añadido de los concejales apartados por la propia Carmena, dejaba a la revolución de las magdalenas votando con la derecha más rancia en favor del establishment. De ahí que hayan dado un paso atrás no fuese a ser que se notase demasiado que ambos candidatos ponían todo amor y cariño a la casta que hace poco querían combatir. Íñigo Errejón, ahora que está peleando por ser el socio preferencial del PSOE de Gabilondo, no podía permitirse que se viese que las magdalenas las acaba pagando la casta, los poderosos, la fracción financiera y constructora de la clase dominante. Bien está que se vaya contento y dando saltos de alegría a beneficiar al BBVA y diversas constructoras pero que no se note demasiado a pocos días de las elecciones.

Curiosamente quienes se oponían desde el principio a la Operación en Ahora Madrid son los expulsados del paraíso errejonista-carmenista, los que no tienen derecho a magdalenas, los que no pueden participar de la competencia virtuosa. Carlos Sánchez Mato se había negado a que se tramitase tal y como acabará quedando porque pedía más vivienda social y más racionalidad urbanística. De ahí que sea candidato de Madrid en Pie junto con otros expulsados del paraíso. Ahora quedará para la siguiente legislatura ya que si gana Carmena, el PSOE entrará de cabeza en su aprobación, y la derecha trifásica no pondrá pegas. Eso sí, lo que ocultan es una nueva operación que tienen en la cabeza para favorecer a las grandes constructoras. El florentinato extiende sus brazos.

La Operación de soterramiento de la A-5 conllevaría un coste de unos 8.000 millones de euros, con lo mal que anda de deuda el Ayuntamiento, y es una de las propuestas estrella de Carmena y Errejón. Crear un gran pasillo verde entre el Manzanares y Campamento. Eso sí, no han debido calcular que por debajo de la carretera de Extremadura pasa el metro, varias líneas, y que llevarlo hasta el límite territorial de la ciudad (Cuatro Vientos) debe tener también diseñada la Operación Campamento con las miles de viviendas de nuevos barrios. No sólo existe una complicación de ingeniería sino de desarrollo urbanístico. Salvo que ya se tengan planes para Campamento y se hayan llegado a acuerdos desconocidos con los constructores de esas zonas. Que todo podría ser.

Sea como sea el diseño final, la verdad es que Carmena y Errejón están rendidos a la fracción constructora y ante una situación crítica de muchas de las grandes del sector nada mejor que repetir los disparates del faraón Gallardón. Son votos que se ganan al vender un paraíso a las puertas de la casa, pero sin considerar el grave perjuicio que conllevará para las arcas municipales. Por mucho que haya conseguido reducir deuda el expulsado Sánchez Mato, aún queda bastante por amortizar. No lo deben haber tenido en cuenta o les da lo mismo mientras sus nuevos amigos del establishment estén contentos. Que Errejón esté todos los días en los medios del llamado periodismo “progre” tiene un coste que se cobran sus accionistas. Para no verse salpicados por quiebras de empresas constructoras, otra vez, los bancos acaban presionando para que aquellos a los que dan cobertura acaben pasando por caja con obras faraónicas, que no sociales.

La fiesta del errejonismo-carmenismo parece que, al final, la paga el establishment. Normal que la campaña contra Podemos siga y persista en los medios de la caverna, ahora tienen un Podemos sin rabia o un PSOE-2 con el que aparentar que se está con la gente. La transversalidad del errejonismo no era que la mayoría de las personas, por esa cadena de equivalencia que añade y añade demandas, se sumasen al proyecto de transformación, sino que dejar hueco para que los poderosos manden sobre los candidatos de la gente. Vamos lo de casi siempre. La revolución de las sonrisas no se producirá en las personas del común sino en los despachos del Ibex-35 con todas las obras que van a trincar con el dúo de las magdalenas. Tanta conspiración de las empanadillas reclamando el espíritu de Vistalegre para acabar siendo unos edecanes de la Casta. Las magdalenas no son gratis, las pagan los poderosos, por lo que las paga usted.

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