Las veces que el PP traicionó a España

Están como locos en el Partido Popular gritando que Pedro Sánchez ha traicionado a España, que la humilla con el tema catalán, que “bla, bla, bla”. Un discurso que a una persona fuera de España puede hacerle ver que se está a punto de un conflicto armado o de una involución democrática. Realmente los verdaderos involucionistas están en las filas de la familia de la calle Génova. Y son los que más deberían callar pues, siguiendo su nivel de análisis, son los que más veces han humillado y traicionado a España en los últimos cuarenta años.

Desde la propia fundación, cuando se llamaba Alianza Popular y era el partido de los siete magníficos por los ministros del dictador Franco que estaban a la cabeza, comenzaron atentando contra España. De momento 5 de los 16 votaron en contra de la Carta Magna (Gonzalo Fernández de la Mora, Alberto Jarabo, José Martínez Emperador, Pedro de Mendizábal y Federico Silva) y otros tres se abstuvieron (como el famoso Álvaro Lapuerta). La mitad no estaba a favor de la Constitución por mucho que ahora la palabra no se les caiga de la boca. Así se traicionaba a una España que avanzaba hacia una democracia liberal. ¿Saben por qué esas reticencias que hasta Manuel Fraga expresaba continuamente? Por el tema de la plurinacionalidad y las Comunidades Autónomas. Lo mismo que ahora, como dicen en el PP y en su hijo bastardo Vox.

Una segunda traición a España, según su ideología, fue su apoyo a la abstención en el referéndum de la OTAN en 1986. Fraga pensando que así desgastaría a Felipe González y a él le llevarían las masas a la Moncloa, propuso abstenerse en el referéndum lo que ponía en peligro los fondos europeos de desarrollo que tanto ayudaron en infraestructuras modernas para el país. No es que la permanencia en la OTAN no la quisiesen, ni votar o abstenerse sea una traición en sí, lo que suponía esa postura era traicionar a España por inversiones extranjeras, fondos estructurales y modernización económica. Y ¿por qué? Porque Manuel Fraga y sus conmilitones pensaban que ganarían las siguientes elecciones y, en efecto, pasaron 11 años hasta que llegaron a gobernar con mil y una broncas interiores antes. Tal y como hace hoy Pablo Casado que sólo piensa en su carguito y no en el futuro del país.

La tercera traición a España llegó con la llegada al gobierno de José María Aznar que se bajó los pantalones, los calzoncillos y hasta los calcetines, mientras hablaba en catalán en la intimidad, para acordar su mayoría parlamentaria con el president de la Generalitat Jordi Pujol. Curioso que hoy Casado no recuerde esos tiempos ya que tampoco estaba estudiando como todo el mundo sabe y él se encarga de demostrar cada vez que habla. Mediante el pacto del Majestic Aznar entregó nuevas competencias al gobierno catalán, entre ellas el control del tráfico por los Mossos. Esto último tiene cierta importancia porque cuando los CDR cortan las carreteras y los Mossos no actúan, la culpa es de Aznar. Además aumentó la financiación de Cataluña y terminó apoyando a CiU para que siguiese gobernando tras las elecciones de 1999, entregando la cabeza de Alejo Vidal Cuadras en bandeja de plata.

La cuarta traición a España, también bajo mandato de Aznar, fue integrar a España en la estructura militar de la OTAN. Ello contravenía lo aprobado en el referéndum de 1986, donde se decía claramente que no se entraría, y ponían a España en la necesidad de un gasto militar más alto quitando esos dineros de cuestiones sociales por ejemplo. Además, en ese acuerdo, donde Aznar se hacía muy amigo de los EEUU y bien que se lo están pagando, permitía a EEUU instalar, almacenar y/o introducir armas atómicas en territorio español. Eso supone que se está bajo la amenaza nuclear en el propio territorio de un país extranjero e imperialista. Suponía poner a España bajo el Imperio norteamericano y el peligro de destrucción nuclear. Igual con Obama alguien no podía pensar en un ataque o amenaza nuclear ¿y con Trump? Casado tampoco entiende esto como una traición parece porque no se le oye decir algo.

La quinta traición a España fue aliarse con Bush y Blair (los Tres de las Azores) para acudir a una guerra de Iraq por unas supuestas armas de destrucción masiva que nunca hubo. Metió Aznar a España en una guerra que el pueblo (daba igual de izquierdas que de derechas) no quería como demostraron las masivas manifestaciones, pero que sí le venía bien a él particularmente. Hoy en día su presencia en News Corp., la gran empresa de medios de comunicación, es un pago por aquella ayuda que realizó en su momento traicionando a España. Una España que vio cómo 200 personas perdían la vida y miles de ellas quedaban con una vida marcada por el terror por esa participación. No hay peor traición que entregar a tu ciudadanía a la muerte por propio deseo. Y encima mintiendo sobre la autoría del execrable crimen.

Traición a España es toda la corrupción que ha tenido el Partido Popular para financiarse y que sus altos cargos cobrasen sueldos que las personas a pie de calle ni siquiera podrían aspirar a la mitad o una cuarta parte. Que surja algún corrupto en algún lugar no es culpa de partido alguno en sí. Pero que desde la oficina central se establezcan ciertos mecanismos para hacer recaudación y autofinanciarse por encima de las propias posibilidades y llenando las cuentas corrientes de sus altos cargos es atentar contra España. Miles de millones que no fueron a la recaudación estatal y los servicios públicos. Además, utilizando fundaciones de víctimas del terrorismo para ello, dejando bien claro que no tienen ninguna moral que pueda calificarse como tal. De ahí que no sea raro ver a Casado y sus conmilitones como seres amorales.

Y, según sus propios parámetros, la operación diálogo que estableció Mariano Rajoy, y que destruyó por incapacidad Soraya Sáenz de Santamaría, es un símil de traición que encaja perfectamente. Pero todo esto lo olvida Casado, quien es incapaz de recordar algo de sus años de estudios y lo allí aprendido, porque está a destruir todo lo que pueda y poner en quiebra si hace falta el Estado por su ambición. Salirse de las reglas del juego de la democracia liberal (no socialista o comunista, sino liberal) y aplastar cada día los valores democráticos es más traición que dialogar. Por mucho que los medios cavernarios intenten mostrar otra realidad mediante lo espectacular, la verdad es que Casado y el PP traicionan a España. Pero eso es algo habitual en el PP.

Post Scriptum. A todo esto el lector o la lectora puede añadir lo que también entienda como traición pues con el austericidio, el dinero a la banca, etcétera, tienen donde elegir.

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