“Entre el Grupo Correa y el Partido Popular se tejió, pues, una estructura de colaboración estable, consistente, por una parte, para la prestación de múltiples y continuos servicios relativos a viajes, organización de eventos, congresos, etc., dentro de la normal actividad de dicho partido político, ya se tratara de actos electorales o de otro tipo.

Pero por otra, se creó en paralelo un autentico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de contratación pública central, autonómica y local a través de su estrecha y continua relación con influyentes militantes de dicho partido, aquí enjuiciados, que tenían posibilidad de influir en los procedimientos de toma de decisión en las contrataciones públicas de determinados entes y organismos públicos  que dirigían o controlaban directamente o a través de terceras personas (Comunidades Autónomas y Municipios gobernados por el PP), lo que le permitió que, bien las empresas de Correa u otras empresas terceras elegidas por  él, con el acuerdo y colaboración de aquellos cargos públicos, gozaran de un arbitrario trato de favor y tuvieran un dominio de hecho sobre la contratación pública llevada a cabo por las entidades públicas parasitadas, todo lo que complementariamente se encubría con fórmulas de derecho de aparente legalidad, pero que eludían en lo esencial la normatividad vigente sobre contratación pública. …”  (pagina 155 sentencia Gürtel).

En cualquier país civilizado, al minuto siguiente de hacerse publica esa sentencia el presidente y por tanto máximo responsable del partido mencionado habría presentado de inmediato su dimisión, y máxime si es a la vez presidente del gobierno de la nación.

Pero no, M. Rajoy ha preferido provocar que lo echen mediante una moción de censura, al amparo del artículo 113 de la Constitución española el  cual dice: “El Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la moción de censura. La moción de censura deberá ser propuesta al menos por la décima parte de los Diputados, y habrá de incluir un candidato a la Presidencia del Gobierno”.  Moción de censura que el PSOE estaba obligado a presentar para salvaguardar la dignidad de las instituciones públicas, y que Rajoy y el PP hubiesen podido evitar pero no quisieron.

Ante esta circunstancia cabe preguntarse el porqué M. Rajoy llegó a esta situación a sabiendas de que podía acabar como acabó. Sólo queda pensar que los dirigentes del PP conscientes del atolladero que en que se encontraban, incapaces de resolver los grandes y los pequeños problemas de España, y sobre todo en previsión de la avalancha de sentencias condenatorias que previsiblemente les caerán en pocos meses, han decidido abandonar el barco, pero eso sí dando la imagen de que les han echado, para poder culpar a los demás de todos los males de este país que ellos no han sabido o no han querido resolver. Y así quedar como victimas y poder hacer la mas inmisericorde oposición que se haya conocido en este país, dejando con ello sin espacio y casi fuera de juego al ciudadano Rivera que ya se veía presidente del gobierno nombrado por aclamación, y que ahora puede quedar reducido a la irrelevancia política por no haber sabido jugar las cartas que el destino le había puesto en las manos.

Pero esta vez la jugada les puede salir mal a poco que Pedro Sánchez, gracias a la tenacidad y la constancia demostradas sea capaz de poner un poco de orden en el solar en que el PP ha dejado España, enemigos no le faltarán esa tarea, pero el secretario general del PSOE ha demostrado una asombrosa capacidad para resurgir de las cenizas cuando casi todos le deban por muerto. En cualquier caso habrá que estar expectantes ante las próximas marrullerías con las que a buen seguro el PP nos sorprenderá en las próximas semanas

 

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