La verdad es que ha sentado muy mal el regreso de Pablo Iglesias a la primera plana política activa. Mal, mal ha sentado en el establishment. No tanto porque haya osado decir que los medios de comunicación están controlados por el capital y no quieran a Podemos, eso es algo obvio y que hemos denunciado aquí profusamente. El establishment está constituido por los dueños reales y directivos de periódico tanto como de empresarios de la construcción, directivos de multinacionales, opinólogos de diversa ralea o políticos de distinto signo. Eso sí todos siguiendo las pautas que marcan las relaciones económicas, lo que no es de extrañar pues los medios de comunicación no son más que empresas que hacen negocio con noticias y generando estados de opinión dentro de la sociedad espectáculo. Lo que ha molestado es que haya vuelto con la “puñetera verdad” por delante. Que haya regresado con rebeldía.

Los titulares de los medios han sido mayormente negativos, no tanto aquellos de los plumillas que han transcrito las palabras de Iglesias, sino los desiderátums de columnistas, doxósofos, editoriales y directores. La verdad es que daba igual lo que el dirigente de Podemos dijese, nadie lo iba a alabar, pero la apuesta por desnudar al poder de su escenografía ha sentado mal. El Mundo titula “Pablo Iglesias, última bala de un líder cansado” o el Editorial “Iglesias: una retórica antisistema que hundirá aún más a Podemos”; El Confidencial “Pablo Iglesias y el rap del hombre que vuelve (enfadado)”; ABC “Iglesias vuelve para frenar el desarme de Podemos”; La Razón “Vuelve el Iglesias más duro” o “A Iglesias le queda un largo camino”; Periodista Digital “De vergüenza ajena: Pablo Iglesias pincha en su regreso”; Vozpopuli “Iglesias vuelve con un discurso radical”, como pueden comprobar distintas formas de transmitir lo negativo. Hoy mismo seguramente seguirán los columnistas atizando un poco más.

A lo largo de la Historia al poder siempre le ha molestado que le desnuden, que permitan ver sus mecanismos de dominación, mientras que se han mostrado condescendientes con los que miraban para otro lado. Porque como dijo el sábado Iglesias lo importante no es tener buenos propósitos, sino tener el poder para poder llevarlos a cabo. Que el establishment quiere un gobierno PSOE-Cs no es nada nuevo, aquí se lleva hablando de ese deseo que comentan sin pudor en diversos actos, o en su defecto un gobierno trifálico. Y a ello están dedicando sus esfuerzos pese a que Albert Rivera diga que jamás ocurrirá eso, más por preservar la cabeza que por tener claro ese futurible. Que Iglesias denuncie estas cosas molesta y mucho porque no son mentira, ni un calentón mitinero. Y se lo van a hacer pagar sin duda, sólo hay que ver cómo le han recibido.

Eso sí, como pasó antaño, utilizarán al dirigente de Podemos para llenar el espacio sobrante del espectáculo. Como hacen con los neofascistas hoy en día. Susanna Griso o Ana Rosa Quintana, las reinas del espectáculo, de la carroña informativa y al servicio de sus dueños, llevarán a Iglesias a sus programas por aquello de la audiencia, cuestión bien distinta es que le dejen hablar realmente. Ya le preguntarán por Venezuela o cualquier otra estupidez que le impida hablar de lo que realmente interesa, como es denunciar que esa pretendida libertad de mercado sólo procura precarización, destrucción de las ciudades, anomia social y explotación. Esto molesta al establishment, no porque no se diga desde otras tribunas, sino porque Iglesias llega a más gente. Hoy ya tienen en los medios de comunicación, los visuales especialmente, nuevo pelele con los neofascistas a los que creen poder controlar, pero la bestia igual les desborda. A Iglesias creyeron poder controlarlo y en cuanto vieron que no, le reventaron Podemos acudiendo a la vanidad de otras personas.

Igual pensaban en el establishment que volvería reconvertido en un socialdemócrata, pero no. Digamos que ha tenido una regresión al Iglesias primigenio, al de la rebeldía y la rabia. No les interesa un gobierno PSOE-Unidas Podemos y harán todo lo posible por impedirlo. Por un lado, atacar y denostar a Iglesias todo lo que puedan, por el otro reconvenir a Pedro Sánchez, aunque José Luis Ábalos ya ha confirmado que tendrían un gobierno de coalición con Ciudadanos (o con Podemos también). Veremos lo que ocurre durante la campaña, pero algo sí que se ha visto en las redes sociales, muchos durmientes de la formación morada han recuperado la ilusión. Las campañas se ganan en el último tramo, así que, como ha insistido Alberto Garzón, con la volatilidad existente nadie puede predecir del todo lo que pasará el 28 de abril. Al menos la vuelta de Iglesias ha molestado al establishment y al resto de formaciones, eso ya indica algo.

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