En estas mismas páginas presentábamos La mujer de Fearon, una obra de teatro que va más allá del propio teatro para fundirse con otras artes escénicas como la danza y la música. Evoca la escenografía y la apuesta de la directora al teatro clásico de los años 1960s y 1970s, donde se jugaba tanto con el texto como con otro tipo de sensaciones. Tiene tintes de Tamayo y su Calígula, de José María Rodero en El hombre deshabitado, pero sumando otras sensaciones al consciente y al inconsciente del espectador. Una obra que se puede ver todos los jueves de noviembre y diciembre en Nave73. Y nadie mejor que María Bigeriego para explicar el qué de su criatura.

D16. ¿Cómo surge la idea de transformar Salomé de Wilde en La mujer de Fearon?

MB. Es algo en lo que llevó trabajando desde hace cinco años. Me puse a escribir la obra desde esa obra poética tan preciosa de Wilde. Luego pensaba en ser la actriz, así que busqué una directora pero no hubo suerte. Busqué un director y tampoco. Al final decidí dirigirla yo misma y buscar un elenco con gente con la que había colaborado ya. Pero no es un proyecto de hoy, sino que llevamos trabajando en él directamente un año.

D16. ¿Por qué mezclar teatro, danza y música?

MB. Llevo años con esta idea en la cabeza. Como soy profesora de movimientos y voz quería mezclar la expresión corporal, la palabra, y la música. Me preguntaba cómo lograr que convergiesen las tres formas artísticas para entender mejor el conflicto y la situación de Salomé.

D16. Todo esa puesta en escena ayuda al doppelgänger del personaje de ella ¿no?

MB. Jugamos con las dos voces del personaje. La palabra de la narración, pero además poner en la música parte de ella y con la danza lo mismo.

D16. ¿Por qué Salomé?

MB. Salomé por la relación con los hombres y la luna. Su relación, en realidad, con el amor y de él con el amor a través de ella. Porque al final es una historia de amor.

D16. Mediante un impacto de varios sentidos…

MB. Jugamos con lo onírico del personaje mediante la danza, la música y la poesía, porque cómo abstraerse de esa poesía de Wilde. La simbología de la luna con la muerte, tan lorquiano ello. Buscar impactar no sólo con la palabra.

D16 ¿Y?

MB. Con el lenguaje surge lo más real y las cosas del amor en pareja, de lo cotidiano.

D16. Tal y como está el mundo teatral en Madrid tiene que haber sido una suerte poder estrenar en Madrid.

MB. Yo quería haber estrenado en el Teatro Lope de Ayala de Badajoz, mi tierra y donde tanto he actuado con la danza y el teatro, pero la suerte nos llamó. Estábamos programados para diciembre en Nave73, pero nos llamaron para comenzar en Noviembre y aquí estamos. Con los nervios ¡ja, ja, ja! En realidad había cierto vínculo con Nave73 a través de talleres, de la relación de Mario (Rebollo, pianista de la obra)…

D16. Y una obra con fuerte presencia de la mujer.

MB. Desde luego la mujer como protagonista, no sólo en el relato, sino en lo que hay detrás. (La actriz Virginia de la Cruz, la ayudante de dirección Matilde Gimeno o el diseño gráfico de Marta González)

D16. ¿Qué esperas de tu criatura?

MB. Que venga gente a verla. ¡ja, ja, ja! En serio, no me pongo expectativas porque luego ya se sabe… Me gustaría que esté calentito en patio de butacas.

D16. La apuesta de la obra ¿pone en valor muchas horas de teatro y de trabajo día a día?

MB. Sí. Todo ese background nos sirve para realizar una búsqueda de otro lenguaje. Buscar otra estética. Terminar de expresar lo que no se puede con la palabra. La danza y el movimiento para ir más allá de la palabra no dice. Y la música para ir más allá de lo que no expresa el movimiento.

D16. Pues, mucha mierda.

MB. Gracias.

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