Hace unos días nos preguntábamos sobre el porqué de no haberse filtrado temas programáticos de las reuniones entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, habida cuenta de que el tema del baile de cargos era insostenible por ambas partes. Era evidente que algo se estaba hablando sobre programa porque desde el panfleto orgánico del PSOE, El Socialista, la ejecutiva del partido socialdemócrata pedía al dirigente de Podemos que renunciase a aspectos programáticos y de principios. La estrategia del camarlengo monclovita es desgatar y hacer claudicar, con humillación si es necesario, a la formación morada, la cual se encuentra en su propio proceso de transformación interno (confederación, fusión fría con IU y debate sobre el nuevo ciclo).

En Podemos no son tan estúpidos, ni están tan bajos de fuerzas como para jugar solamente al juego que desde la Moncloa quieren manejar. De ahí que desde el jueves hayan comenzado a filtrar a diversos medios y periodistas cercanos las propuestas de programa que han presentado y a las que el PSOE aún no ha respondido. Tanto Iglesias como Yolanda Díaz, así como desde IU Alberto Garzón y Enrique Santiago, han empezado a cambiar el turno del juego señalando al PSOE justo donde no querían jugar. Utilizando un símil futbolístico, en Podemos le han cambio la forma de jugar al PSOE con la pretensión de no caer en la trampa de los cargos. La simpleza política de creer que con dos o tres cargos puramente administrativos y alguna empresa pública sin importancia, ni visualización del esfuerzo en el bien común, se iban a contentar en la formación morada salta por los aires. Pensar que en Podemos se actúa sólo por el cargo, algo a lo que están muy habituados en el seno del PSOE, y que sus bases tragarían con eso es no conocer a quien quieres de aliado pero tratas de adversario en realidad.

Las bases de Podemos, sin acuerdo programático fuerte, no van a aceptar cualquier acuerdo, salvo que haya ministros podemitas. Está en su legítimo derecho el PSOE a no cedérselos (y casi mejor para la formación morada visto lo visto), pero también tienen derecho en Podemos a exigir un programa social y económico que mire por las personas, por la clase trabajadora y no por el establishment. Y en esa jugada es en la que están en Podemos. Lo dijo claramente Iglesias en Twitter: “Mundo rural vivo. Pensiones dignas. Justicia fiscal. Empleo con todos los derechos. Alquileres y luz asequibles. Horizonte Verde. Sanidad y educación públicas de calidad”. Esto supone que la caja única de las pensiones, vía Seguridad Social, no se puede romper como parece que estaría dispuesto el gobierno en sus acuerdos con los vascos. Esto supondría el control de los alquileres y potenciar la vivienda pública de diferente uso. Esto supondría un salario mínimo de 1.200 euros al finalizar la legislatura. Esto supondría una empresa pública de energía y/o el control tarifario. Esto supondría realizar infraestructuras e implementar políticas efectivas en el mundo rural. Y, evidentemente, no secar el Tajo creando un problema ecológico como está haciendo la ministra Ribera. Todo esto supone mucho dinero y capacidad política.

Yolanda Díez también lo ha dejado claro: “Derogar reforma laboral. Revalorización pensiones IPC por Ley. Derogación factor sostenibilidad. Creación empresa pública energía. Bajar precio de la luz. ¿Están de acuerdo?”. Conocemos que en el Gobierno no quieren derogar los aspectos más lesivos de la reforma laboral del PP sino que prometen un nuevo Estatuto de los Trabajadores para el cual no se cuenta con mayoría suficiente y debería pactarse con, al menos, algún partido de derechas (estatal o regional) que sería la cuña de la clase dominante para rebajar los aspectos más favorables a la clase trabajadora. Y claro olvidarse de la mochila austríaca que la ministra de Economía quiere imponer por mandato de la Troika y la fracción financiera. Algo que no ven con buenos ojos en Moncloa, ni en Ferraz (si es que queda alguien allí) porque su idea es debatir y aprobar un Estatuto de los Trabajadores con el mayor consenso posible y en ese consenso se incluye, al menos, a Ciudadanos.

Habiendo, por tanto, algunas pautas programáticas encima de la mesa ¿por qué no quiere Sánchez abrir ese debate entre ambas formaciones cuando sí ha acordado políticas con otros grupos? Garzón ha sido claro con el presidente en funciones pidiéndole que se deje de cargos e ínsulas baratarias y se siente a negociar el programa de gobierno. Pero nadie en el PSOE habla de ello. Sólo hay que ver a la vicepresidenta Carmen Calvo exigiendo que se decidiesen ya sobre si aceptaban o no los puestos de cagatintas que les habían ofertado. ¿Prefieren vivir en la Moncloa dentro del mercado persa pero sin hablar de las políticas públicas necesarias para el bien común? Sí. Esa es la estrategia del camarlengo de la Moncloa ha impuesto a Sánchez y su equipo de Gobierno. No quiere que se hable de programa porque ahí no lleva ventaja el PSOE. Porque en una negociación programática se ven las costuras de quienes se sientan, se ven las factibilidades, se ven las verdaderas intenciones que existen respecto a gobernar. En una negociación programática no cuentan los escaños, no hay sumatorio que debatir entre propuestas y principios por lo que no hay juego de suma cero (la preferida del camarlengo), todos ganan o pierden y se parte de premisas paritarias, lo que quita esplendor al presidente. Imaginen que hay una propuesta de Podemos que cala entre la ciudadanía y en el PSOE no quieren llevarla a cabo ¿cómo justificar que esa propuesta es mala y beneficiar así a la clase dominante? Ni un especial de seis días de Ferreras le salvaría.

Quiere manos libres el camarlengo monclovita para negociar la investidura y, de no salir adelante, tener capacidad de culpabilizar a Podemos y Ciudadanos. Si se trabaja sobre aspectos programáticos, aunque no entrase en el Gobierno Podemos, y se rechazasen muchas propuestas moradas, la crítica a Iglesias quedaría sin fundamentos. Y si se aceptan aspectos que favorezcan claramente a la clase trabajadora se quedan sin argumentos para criticar el poco sentido de Estado de la derecha naranja. Cualquier aspecto programático, cualquier aspecto de política que vaya más allá de lo mediático-afectivo-espectacular perjudica la estrategia futuro que ha diseñado el camarlengo. Han estado trabajando en la imagen de Iglesias y su equipo como unos simples interesados en los cargos, pero ahora les han cambiado el paso desde la formación morada y eso implica bajar al barro a negociar de tú a tú, cara a cara. Los medios del establishment seguirán insistiendo en los cargos pero en Podemos han pasado a hablar de programa desarticulando la estrategia de la clase dominante. Veremos si aceptan el reto en Moncloa.

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