El grupo de investigación en cáncer colorrectal y nuevos desarrollos terapéuticos en tumores sólidos del Instituto de investigación del Hospital Clínico Universitario de Valencia, INCLIVA, a través de Alejandro Pérez-Fidalgo, investigador y especialista del servicio de oncología médica, ha publicado, junto con otros autores, los resultados de un estudio clínico que avala un nuevo tratamiento oncológico que se administra por vía oral para hacer frente a la mutación AKT1, presente en aproximadamente un 10% de los casos de cáncer de mama y ginecológicos.

Los artículos publicados en las prestigiosas revistas Journal of Clinical Oncology y Clinical Cancer Research respectivamente, confirman por primera vez la eficacia y seguridad del medicamento AZD5363 en humanos. Además, estas investigaciones han permitido obtener información sobre la mutación de AKT muy útil para desarrollar terapias dirigidas, uno de los grandes retos de la medicina actual.

«Los estudios como estos, conocidos como proof of concept, permiten identificar biomarcadores y desarrollar tratamientos específicos y altamente eficaces», ha destacado Alejandro Pérez-Fidalgo. Ambos ensayos clínicos, promovidos por AstraZeneca, son de carácter multicéntrico y en ellos han participado investigadores e institutos de investigación de primer nivel de todo el mundo, entre otros, de Canadá, Inglaterra, Francia o Norteamérica, etc.

De momento, el medicamento se encuentra en Fase I y todavía debe validar los resultados en las Fases II y III, por lo que podrían pasar varios años hasta su llegada al mercado, pero los resultados obtenidos en esta primera fase son altamente esperanzadores.

La carcinogénesis es el proceso por el que una célula normal se convierte en cancerosa. Normalmente esto sucede por una serie de alteraciones de origen diverso que reprograman la célula haciendo que reciba constantemente estímulos y se reproduzca de manera descontrolada.

Las alteraciones genéticas, concretamente las mutaciones en AKT1 y PIK3CA, son uno de los procesos activos en algunos cánceres de mama y ginecológicos. Encontrar un inhibidor para ambas podría frenar el crecimiento descontrolado de células cancerosas y, por lo tanto, del tumor.

Tal y como ha explicado Pérez-Fidalgo, el objetivo inicial de estos ensayos clínicos era «comprobar la seguridad del inhibidor de AKT1 y PIK3CA ajustando su dosis para que fuera eficaz y valorar sus efectos secundarios. Y en este sentido, ambos han sido positivos. No se trata de un fármaco inocuo, pero el nivel de tolerancia ha sido alto».

Pero estos ensayos además tienen un papel relevante para saber el grado de actividad del cáncer. «La mutación AKT se ha revelado como buen biomarcador para prevenir respuestas al inhibidor. Generalmente, para saber si hay una mutación es necesario realizar una biopsia, un método muy agresivo. La biopsia líquida permite, a través de la sangre, ver los cambios en las mutaciones del tumor. Las células que mueren dejan parte de su ADN en el suero y así podemos localizar las mutaciones y su evolución y ver si el tratamiento es eficaz», ha destacado Pérez-Fidalgo.

Esta prueba ha sido especialmente relevante en el ensayo clínico del inhibidor de AKT1 y ha permitido valorar en sangre cómo la mutación iba disminuyendo, así como la efectividad positiva del medicamento administrado de forma oral.

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