Los últimos casos de pederastia en la Iglesia católica han provocado un auténtico terremoto en el Vaticano. El propio papa Francisco ha asegurado que siente “vergüenza y dolor” por el millar de casos de pederastia descubiertos recientemente en las diócesis de Estados Unidos y ha llamado “criminales” a los sacerdotes que cometen tales abusos. En España, la situación es no menos preocupante, no solo por los numerosos casos detectados sino porque muchas denuncias son hábilmente ocultadas para que no salgan a la luz pública. El portavoz de la asociación Iglesia sin Abuso, el abogado Carlos Sánchez Mato, ha llegado a asegurar: “¿Para qué me voy a enfrentar a un procedimiento judicial si el responsable, aunque sea condenado, no cumplirá la pena porque el delito ha prescrito?”. En 2002, Sánchez era catequista en Madrid cuando saltó el escándalo de un cura pederasta en su parroquia. Pese a la denuncia, el sacerdote fue trasladado de iglesia y luego enviado a un monasterio. Es el procedimiento habitual, cambiar el cáncer de lugar. Los catequistas que acudieron al cardenal Rouco Varela para protestar contra estos hechos fueron expulsados y el silencio se implantó en la diócesis. Después de aquello decidieron fundar la asociación Iglesia sin Abuso.

Según el Derecho Canónico, la competencia en la investigación de estos casos en el seno de la Iglesia católica corresponde a la Congregación para la Doctrina de la Fe, la heredera de la antigua Inquisición. Allí, los expedientes por abusos sexuales llegados de todo el mundo se amontonan y algunos hasta duermen el sueño de los justos. Una causa contra un cura acusado de pederastia puede tardar años en ser tramitada y resuelta, ya que el sistema jurídico vaticano es lento y esencialmente garantista con el párroco. De hecho, el papa Francisco ha tenido que reforzar la oficina con más personal para que se pueda dar salida a todos los procedimientos. A ello se une que la víctima suele presentar la denuncia años después de haber sufrido el acoso, una vez que ha superado el miedo y la rabia le empuja a reclamar justicia. Algunos abusados, la mayoría de ellos, prefieren olvidar y seguir con sus vidas, pese a que la sombra de aquel cura que le ponía las manos encima le acompañará para siempre. Lamentablemente, muchos casos de abusos sexuales contra menores tardarán años en resolverse y se dictará sentencia cuando el agresor ya haya fallecido. A veces priman los acuerdos extrajudiciales entre las familias de los menores abusados y los sacerdotes implicados para evitar el escándalo que supone llegar a juicio. Una suculenta indemnización a tiempo evita muchos disgustos, pero se convierte en otro grave problema para la Iglesia, ya que las compensaciones económicas para tapar bocas están dejando vacías las arcas del Vaticano. Ese dinero, cómo no, sale de los fondos para fines sociales y no llega a los más necesitados, de manera que pagan justos por pecadores y la obra y la imagen de la Iglesia se resienten. Numerosos casos de pedofilia se cierran en falso por prescripción o falta de pruebas, quedando impune la conducta vil de aquel hombre santo de manos perfumadas y anillo dorado en el dedo corazón que decía ser un enviado de Dios. Un ángel que en realidad trabajaba para el Diablo.

Y luego está la otra cara de la moneda, la del sacerdote inocente que en ocasiones es víctima de una denuncia supuestamente falsa. Es la historia de Jesús María Menéndez, más conocido como el Padre Chus, un cura de Gijón que fue acusado de abusar de dos gemelos ecuatorianos de 17 años. Hoy el caso está archivado por el juzgado. “Fue una venganza personal. Cuando el enemigo quiere fulminarte te fulmina. Yo no he sido un sacerdote cómodo para el obispo, siempre he sido crítico con la estructura de poder de la Iglesia. Lo que el papa critica hoy yo llevo 30 años denunciándolo, cuando no era nada fácil. Lo mejor de todo es que 20.000 alumnos a los que he dado clases todos estos años me han defendido y han estado conmigo, a mi lado”, asegura. El Padre Chus ha pedido al Vaticano volver al sacerdocio tras ser absuelto de las acusaciones contra él.

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