Fuente: PSOE

La campaña electoral ha tenido su pistoletazo de salida con la presentación del lema electoral del PSOE, aunque ya desde el mismo sábado estaba el candidato socialdemócrata a la conquista del voto. Estos días vamos a analizar con sutil ironía y cierto humor la forma en que plantean la campaña los partidos políticos desde un planteamiento pedagógico. O lo que es lo mismo resaltar los errores y las contradicciones que se cometen día a día, eligiendo lo más destacado. Como ha pasado en otras campañas la derecha será la que aparezca más por aquí (y el errejonismo parece que también pasará bastante) pero hoy le toca al PSOE por ser el primero. En el artículo veremos una gran contradicción y una polémica estéril respecto al lema electoral elegido pero que pueden ser negativas para el propio desarrollo de la campaña.

El PSOE y su candidato Pedro Sánchez han planteado la campaña electoral en términos dicotómicos. En estos días repite constantemente el candidato que hay que elegir entre “el bloqueo o el PSOE”, “entre el Gobierno y la extrema derecha”, “entre la izquierda cabal y el resto”… Algo que puede ser movilizador siempre y cuando las dos partes en conflicto estén plenamente asentadas en la cosmovisión de las personas a las que se dirigen las palabras. Los estrategas, en especial Iván Redondo que cada día va teniendo más cara de Rasputín, han decidido mezclar distintos antagonismos pero sin ver si son eficaces o una simple fórmula oratoria que no consigue nada más allá de contentar a los propios que ya están convencidos incluso antes de comenzar. Ese tipo de discurso debe poseer algún tipo de antinomia bien asentada o con posibilidades de ser real o racional. Lo de la extrema derecha como peligro es algo que ya perdió su función movilizadora porque se ha visto que sí, que ladran pero no muerden. Vox como peligro quedó enterrado en el momento en que entregaron las armas en beneficio de PP y Ciudadanos. Como mucho siguen dando más miedo los populistas naranjas y deberían, ya que se desea restarles voto, ser más duros con ellos. El “Con Rivera no” debería tenerlo grabado a fuego el presidente en funciones pero, por no se sabe qué extrañas razones, sigue viéndolos como posibles aliados.

Utilizar el bloqueo como fórmula dicotómica tampoco está asentada entre la población de tal forma que permita el vuelco de los votos hacia la posición del PSOE como garante de la estabilidad. Los afiliados del PSOE seguramente verán a los demás partidos como los culpables de haber llegado a la situación límite de nuevas elecciones pero los datos de las encuestas no señalan que la culpa sea de Podemos, principalmente, sino que las culpas recaen en buena medida en el propio PSOE (la mitad de sus propios votantes). Y estando ante una campaña electoral tan corta no es sencillo cambiar la opinión de las personas respecto a algo tan cercano en el tiempo. La manipulación de las masas es posible pero no a corto plazo y sin un acontecimiento que produzca una sublimación de algún aspecto emocional que sirva de estímulo. Algo que cualquiera que haya estudiado psicología de masas sabe, de manual de primero (pero esto no lo han estudiado los asesores monclovitas). Por eso decir, como ha dicho Sánchez, que “somos la única fuerza política que puede romper el bloqueo, ofrecer estabilidad, sentido de Estado y una hoja de ruta clara para nuestro país” es una posición en clara disputa en el seno de la opinión pública.

 

Esta táctica de “o nosotros o el caos” puede provocar, como en la viñeta de Forges, que las personas elijan el caos. El peligro de situar a la ciudadanía ante un problema dicotómico, donde las dos posibles elecciones no están asentadas y claras, supone que te digan que mejor lo otro. Ha pasado con el referéndum del Brexit donde Cameron creía que ganaría el no y pasó lo que pasó. Cuando Rosa Luxemburgo estableció la dicotomía “socialismo o barbarie” estaba claro que era la barbarie. Es un error gravísimo lanzarse a una campaña pensando en captar el voto mediante un sí o no al candidato porque igual te mandan para casa cuando menos lo esperas. Y más cuando has iniciado un giro hacia el centro dejando todo el flanco izquierdo descubierto. Sólo hay que ver las referencias de Sánchez en su discurso para verlo claro: “España es una sociedad abierta al futuro, feminista, ecologista, tolerante, europeísta, dinámica y emprendedora. Un país que tiene demasiadas cosas que hacer como para seguir atrapado en el bloqueo”. La negrita bien podría ser el lema de un partido liberal europeo. Temas a los que unen todos y con el toque de ideología dominante como el emprendimiento, ese mantra que significa la destrucción del ser humano convertido en mano de obra barata, enferma y despojada de derechos.

Una fórmula populista han ideado Redondo y José Luis Ábalos para intentar ganar a populistas de todo tipo con el riesgo que ello conlleva. En esta campaña el PSOE ha quitado todas las aristas de la izquierda para ganar voto centrista desde la dicotomía propia del peronismo o, mejor dicho, de gaullismo (por Charles De Gaulle). De ahí que sea inevitable, dentro de la lógica populista de hacer pueblo, recuperar la bandera de España. El problema es que algunos se han lanzado a defender la postura del partido de forma un tanto extravagante. Daniel Viondi ha culpado a Podemos de ser la “izquierda acomplejada” recuperando el tono de la extrema derecha para referirse al PP como “derechita cobarde”. Un nacionalismo rancio no es lo que necesita el PSOE sino un patriotismo republicano, algo que no saben que es en el seno del partido la mayoría cuando ha sido la bandera del PSOE durante casi 120 años. Orgullo de ser españoles y españolas pero construyendo patria desde valores republicanos es lo que gentes tan dispares como Alfonso Guerra o José Antonio Pérez Tapias defendieron hasta hace unos días. Pero como hoy no hay quien le piense al PSOE pasan estas cosas, que sale en nacionalismo rancio inoculado por la ideología dominante.

Se entra en la campaña electoral sin referencias a la clase trabajadora que, como indican las encuestas, sigue optando por el PSOE preferentemente, pero estableciendo una cadena de equivalencias populista donde se suman todos los temas que han sido puestos en el tablero político por los medios de comunicación de la clase dominante. Una campaña para captar el voto centrista que se disputará a dos partidos populistas como Más País y Ciudadanos, haciéndose la victima (que puede funcionar) pero estableciendo una dicotomía que les puede mandar al pairo al menor viento de costado. Y todo ello con Cataluña de trasfondo y la crisis amenazando. Si sale bien y se obtienen 150 escaños habrá que decir que son unos genios los que han diseñado la campaña en esos términos porque lo normal es que no sea así. No quiere decir que vaya a peor, pero tampoco a mejor. Y al final del camino te encontrarás con la necesidad de pactar con un partido al que llevas criminalizando toda la campaña. En realidad, más allá de alguna referencia a lo sucedido, en vez de plantear la campaña en término dicotómicos hubiese sido mejor en términos un poco más positivos. En abril se ganó por el miedo a la extrema derecha como emotividad (una especie de frente popular), hoy establecer otra emotividad más allá de la típica demagogia mitinera puede no ser lo correcto y más cuando hay un nuevo actor electoral con los medios apoyándole. Si la ciudadanía no tiene esas divisiones claras igual cambian a otro que les ofrezca un llamamiento más claro.

Post Scriptum. Deberían los campañólogos del PSOE hacer una mínima búsqueda cuando busquen lemas. Una mirada a Google sin más no vaya a ser que “Ahora España” sea utilizado como nombre de algún grupúsculo franquista y que te lo echen en cara. Como pasó en las anteriores con el lema ya utilizado por Vox.

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