Una vez se vio el resultado reflejado en el panel de votaciones de la Asamblea de Madrid, la alegría de las mujeres de la Federación de Asociaciones de Madres Solteras (FAMS) se desbordó. Tal y como han contado a este diario, son tantos los años de lucha por el reconocimiento de su tipología familiar, que esta propuesta (que ahora tendrá su recorrido parlamentario) de ley supone una victoria moral para ellas. Al fin ven reconocida en Madrid su forma familiar, tan digna y válida, como las que desde la derecha califican de “normales”.

Clara Serra hizo una defensa apasionada y racional de la Propuesta de Ley de Familias Monoparentales. La defensa no sólo se basó en estadísticas, tan del gusto de la ideología neoliberal, sino que recordó la ética que estaba detrás de esta propuesta. Justicia social para la libertad de las personas que deciden formar una familia bajo sus propios parámetros, no por los dictados de la tradición católica (o religiosa en general), del conservadurismo que no entiende que ellas (y ellos) son libres de procrear sin necesidad de formar pareja con otra persona. La soledad de la maternidad (o paternidad) es tan válida como las demás. Sea por voluntad propia o por circunstancias sobrevenidas. Lo Justo, eso que desde la derecha siempre se asemeja a lo legalista o la reacción, es su reconocimiento.

Así, Serra, y posteriormente Carla Antonelli del PSOE, han defendido que tengan los mismos derechos que familias de otro tipo. Pero especialmente las familias numerosas. Como ha recordado la diputada de Podemos, “ustedes que tanto hablan de procrear” (en referencia al PP, ahora parece que dejan fuera de ese reconocimiento a mujeres que deciden traer al mundo nuevos seres de forma solitaria.

Y no son pocas estas familias. Según los últimos datos en España hay 1.964.900 familias monoparentales que carecen, casi todas, de una cobertura legal pareja a las demás familias. Con esta ley se pretende eliminar, como piden desde FAMS, las diferencias que se imponen sobre la forma de acceder al reconocimiento de la monoparentalidad. También la protección de este tipo de familias quedaría amparada con esta nueva norma. En especial, el acceso a recursos según el número de hijos o hijas y los recursos propios. Porque la precarización de las políticas neoliberales, se hace más dañina con este tipo de familias. Especialmente cuando son mujeres, las cuales sufren una doble discriminación, por mujer y por familia monoparental. Una alienación sistémica completa.

Desde el PP han rechazado la propuesta haciendo referencia a una casuística peregrina, como el coste de las tarjetas de reconocimiento de familias numerosas, o apoyos que dicen ofrecer de otra forma. El caso es que el conservadurismo sociológico les impide apoyar, al menos en este momento legislativo, una ley que es de Justicia social. Luego se subirán a cabalgatas o a diversos vehículos para quedar bien, pero en esta ocasión no han apoyado el comienzo legislativo. En Ciudadanos se han abstenido, permitiendo su tramitación, como suelen hacer, por precaución electoral. No vaya a ser que esto les posibilite quedar bien ante el electorado.

Una victoria previa de la izquierda madrileña, en especial de Podemos, que han puesto el empeño desde hace tiempo. También recordar a FAMS o a la UNAF que vienen defendiendo este reconocimiento desde hace muchos años, así como la existencia de varios modelos familiares, no sólo un tipo de familia. La sociedad tardomoderna es plurifamiliar.

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