Estos son días de manifiestos de (pseudo)intelectuales, artistas, famosetes y profesores de Universidad en contra del referéndum catalán y la división social que están provocando independentistas y la derecha española. Aunque a esta última no la suelen acusar de nada. Muy marianistas ellos y ellas. Pero realmente sorprendente es el manifiesto de los profesores de Universidad, los cuales en principio son los que más saberes acaparan. Leyendo el manifiesto se desprenden dos hechos: uno, no es extraño que ninguna universidad española esté entre las mejores del mundo; y dos, dan miedo de verdad.

Se puede estar de acuerdo en que la solución que están llevando a cabo los independentistas catalanes supone una vulneración de principios democráticos y de derechos políticos de los habitantes de Cataluña. Aquí lo he expresado en infinitud de ocasiones. Pero de ahí a expresarse en los términos que lo hacen supone cuestionar el carácter democrático de estas personas y, en algunos casos, sus conocimientos.

228 profesores y profesoras de España que, con excepciones, representan lo más conservador de la universidad. Juan Pablo Fusi, Edurne Uriarte, Fernando García de Cortazar, Jon Juaristi, Fernando Savater o Emilio Lamo de Espinosa son conocidos por sus posiciones conservadoras (como mucho liberales). Sorprende que Enrique Gil Calvo, hombre mesurado, aparezca. Así como otros profesores de derecho constitucional que siempre han estado vinculados a la izquierda. Cabe destacar muchas ausencias de profesores de Ciencia Política, Filosofía o Ciencias Sociales, en general, que siempre se han significado con la izquierda.

Pero no son tan importantes los nombres como lo que se expresa en el texto. Comencemos por lo más cruento. Expresan los “insignes docentes” que hay que apoyar al Gobierno para que “haga uso de la fuerza legítima que al Estado le corresponde en exclusiva, de modo que las resoluciones judiciales no caigan en el vacío”. Pues bien, la fuerza legítima que corresponde al Estado en exclusividad no es la Justicia, como vienen haciendo el Gobierno, ni es el uso del artículo 155 de la Constitución, sino la violencia. Así lo manifestaba Max Weber al hablar sobre el Estado, algo que deberían conocer estos profesores y profesoras. Por tanto, están pidiendo al Gobierno que militarice Cataluña y pare todo lo que allí sucede manu militari.

Sorprende que en tan estudiadas cabezas el recurso principal que pidan sea la violencia legítima del Estado, mucho más que la Justicia que puede ser emprendida por cualquier ciudadano o facción y, que por ello, no es exclusiva del Estado (aunque sí su administración). Asustan ciertas frases si no hay explicación. Porque la Teoría del Estado es clara en este sentido. Al menos desde Thomas Hobbes y su Leviathán, queda claro que la fuerza legítima y exclusiva reside en el Estado. Para evitar la lucha de todos contra todos del “supuesto” Estado de Naturaleza, es el Estado quien hace uso de la fuerza en beneficio de los súbditos. Y esto es lo que indica el texto de los docentes de nuestra universidad patria.

Los principios de convivencia social, de diálogo, de superación de las diferencias mediante el debate y la deliberación que enseñan algunos y algunas en sus clases parecen quedar al margen en esta ocasión. Dan miedo, de verdad. Pero podría ser un lapsus y no querer decir lo que dicen. Una mala expresión. Pero poco después refrendan sus palabras al decir que el Gobierno debe “reunir todos los medios constitucionales sin excepción”. Ese “sin excepción” implica, no sólo el art. 155, sino el estado de excepción y la militarización de Cataluña. Sólo hay que ver el artículo 116 de la Constitución Española para comprobar que se puede llevar a cabo.  O si se prefiere el estado de alarma, que no necesita del visto bueno del Congreso de los Diputados.

Asusta que desde puestos de la administración pública se solicite algo así. Tan extremista y solicitando al resto de partidos que no hagan uso de sus facultades de representación de la soberanía nacional para apoyar en todo al Gobierno, incluido el estado de excepción. Y todo ello porque el nacionalismo ha sido el culpable de las dos Guerras Mundiales del Siglo XX como manifiestan. Dos guerras “apocalípticas” afirman. Los nacionalismos sediciosos son malos parecen afirmar los doctos profesores y profesoras de la universidad pública. Porque el nacionalismo español, el francés, el alemán y demás son buenos.

De ahí que se entienda que “no hay democracia sin sujeción a la ley”. Han debido olvidar las asambleas homéricas, aristocráticas eso sí, asediando Troya y que son previas al establecimiento de la ley. La democracia es anterior a la ley en muchas ocasiones, al menos, en todas aquellas en que se reúne la asamblea para dotarse de cuerpo democrático. Aunque, sin querer exagerar la crítica, es cierto que en las democracias formales de la actualidad la ley que se ha promulgado por los representantes del pueblo dota a la democracia de sentido.

Pero rebelarse frente a la ley, cuando se considera injusta, no deja de ser menos democrático. Bien distinto es la forma en que se canalice esa rebelión frente a una democracia formal o, como decía Robert Dahl, poliarquía. Desde luego los independentistas catalanes no han elegido la mejor fórmula, ni la más democrática. Pero de ahí a decir que sus pretensiones carecen de fundamento democrático, hay un paso muy grande y un pensamiento que es poco democrático. Las leyes, gracias a la voluntad general, no son sacras, ni inmutables. Al menos eso nos enseñaron los padres de la Ilustración. Algo que deberían conocer estas buenas gentes.

Y, por último, niegan la existencia del “derecho a decidir” o “derecho de autodeterminación». La apología que hacen los independentistas del derecho a decidir está envuelta en una inexistencia para los y las docentes universitarias que firman el manifiesto. Pues actúan de parte o son ignorantes estas doctas mentes. El derecho de autodeterminación está recogido en los derechos humanos y que reconocen los países ONU. Ahora bien ¿pueden regiones secesionarse/autodeterminarse bajo una democracia? Sí. El caso británico o el canadiense lo demuestran y son similares al español.

Ya que tan liberales se muestran los firmante habría que recordarles que Ernest Renan, nada de izquierda él, afirmó en el siglo XIX que la “nación es un plebiscito de todos los días” en su famoso discurso ¿Qué es una nación? Por tanto, si es un plebiscito diario, la pertenencia a la misma no es inamovible y puede modificarse de la misma forma en que se constituyó. Si los catalanes quieren ejercer su derecho decir si quieren seguir formando parte de España o no, sólo cabe el establecimiento de un plebiscito donde todos y todas expresen su voluntad general como catalanes. Es un principio liberal del siglo XIX, así no es sospechoso de izquierdismo o de populismo.

Además, esa existencia del derecho de autodeterminación tiene otro componente individual que muchos y muchas deben conocer. Desde al menos Aristóteles, el ser humano lleva intentando autodeterminarse como ser humano. La lucha por la libertad o la igualdad no son sino mecanismos de autodeterminación del ser humano. Autodeterminarse para ser lo que se desea ser. Hasta Hannah Arendt está de acuerdo con esto. Y ¿cómo se autodetermina el ser humano? Mediante la política dirán algunos, otros mediante la liberación de la esclavitud, y aquellos mediante la supresión de todas las clases sociales. Sé que muchos de los firmantes son comunitaristas y dejan poco margen al individuo, pero desde la izquierda esa autodeterminación es posible grupalmente tanto vía clase social, como vía etnia o grupo cultural. Por tanto, el derecho a decidir sí que existe, porque va de suyo la autodeterminación del ser humano.

Post Scriptum para Oscar Puente

Ha manifestado el portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE que “la soberanía nacional no se puede trocear”. Pero ¿no es el PSOE de izquierdas y, por tanto, partidario de la soberanía popular? O es que Puente sólo conoce el significado político de la soberanía nacional tal y como la expuso el abate Sieyès y olvida otros tipos de soberanía.

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