Carles Puigdemont no ha tardado en reaccionar al nombramiento por parte del presidente Pedro Sánchez de Josep Borrell como ministro de Exteriores y lo ha hecho con una gran torpeza política. En concreto, en un tuit, el ex presidente de la Generalitat ha puesto en duda las intenciones de Sánchez cuando afirmó que tendería puentes con el nuevo Govern de Catalunya:

Sin embargo, si se entiende este nombramiento desde un punto de vista interno, de política nacional, es que no se ha entendido la verdadera intención de nombrar a Borrell como ministro de Exteriores. Aunque no es un hombre que me vuelva loco, para ese puesto no lo veo mal, es más, lo considero una buena e inteligente elección ya que su experiencia y su prestigio pueden hacer un buen papel tanto en Europa, Norteamérica —por su pertenencia al Consejo de Administración de Abengoa, una puerta giratoria que es uno de los puntos negativos de su trayectoria política y profesional. Esperemos que no se deje influenciar por el Santander y García Carranza— y Asia. Quizá menos con Latinoamérica y África, pero dedicado a Exteriores dejará al presidente mucho más tranquilo y más dedicado a la política interior, que es donde afecta a Cataluña, donde se podrán tender los puentes y el consenso prometidos.

Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con Borrell respecto a su postura respecto al Procés, pero no se puede negar que en un momento en que la inestabilidad internacional afecta directamente a España, tanto desde Europa como desde América, la presencia de Borrell en Exteriores será mucho más eficiente que la de sus dos antecesores.

No me gusta que Puigdemont se inmiscuya en las decisiones de Sánchez, porque el nuevo presidente del Gobierno nada ha dicho sobre los nombramientos del señor Torra. Parece que busca la confrontación inmediata puesto que le ha dado al presidente Sánchez menos tiempo del que le dio al Partido Popular.

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