El actual candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno, Pablo Casado, tiene una enorme semejanza con José ben Caifás respecto a su forma de actuar. Al igual que el Sumo Sacerdote del Sanedrín que condenó a Jesús de Nazaret, el popular es prolijo en el uso de la mentira y capaz de plegar todo a sus propios intereses. Por ello es merecedor de este premio, propio de estas fechas, en las que se juntan la pascua y las elecciones generales provocando una doble semana de pasión, aunque no se espera que haya algún resucitado al final de la misma. Al menos en el sentido físico porque en el espiritual es de sobra conocido que sí, que todos ganan las elecciones.

Casado, al igual que Caifás, sólo quiere que Pedro Sánchez sea crucificado el día 28 de abril. Para ello emplea todas las mentiras habidas y por haber, como hizo el saduceo con aquel palestino. Da igual mentir ante Herodes, ante Poncio Pilatos, o ante el resto de componentes del Sanedrín. Lo que digan los demás, lo que digan los hechos, es todo invalidado por la mente nesciente del presidente del PP. Sólo lo que existe en su cabeza es la realidad y nada, ni nadie, puede evadirse de esa realidad. Aquel que lo haga, como le pasa con la mayoría de personas que habitan España, es cosificado para quitarle cualquier valor humano y, por tanto, negarle cualquier derecho humano. Al ser una cosa puede incluso actuarse contra esa persona o personas con toda la violencia que se desee. Un pensamiento totalitario producto de esa mentira que se esconde en su propio cerebro.

Como Caifás, Casado quiere que los votantes, que en su cabeza no son más que un brazo ejecutor de sus voliciones, acaben con Sánchez para traer la libertad y la felicidad al pueblo español. Tal y como hizo el Sumo Sacerdote para controlar el judaísmo y no permitir que el poder les fuese quitado de las manos, hoy quiere Casado mantener el poder que piensa es suyo por derecho divino, porque se piensa el mejor de todos, porque entiende que no debería gobernar nadie que no fuese su partido, porque la corrupción no es más, en su cabeza, que las prebendas concedidas de forma divina al partido único. De ahí que busque desesperadamente un Poncio Pilatos que ajusticie, porque él es tan cobarde como Caifás que no quiso asesinar al nazareno, a los zelotes, a los nazarenos y a todos los que se separan de la idea que é se ha conformado de la realidad.

Tiene su Anás también Casado en la figura de Teodoro García Egea, el segundo de abordo para malmeter entre los demás pueblos y entre los propios, no vaya a ser que algunos piensen distinto. Aunque para esas lides persecutorias de las demás “cosas” tiene numerosos voluntarios y voluntarias que tienen una comprensión de la verdadera realidad tan corta y poco democrática como él. Son todos miembros de una secta separada de la realidad, capaces de negar todos los datos y hechos que no concuerden con su visión del mundo. Eso sí, todo trufado de una libertad que no deja de ser la libertad de ellos y ellas para actuar sin límite y sin freno de algún tipo. Si hay que usar los aparatos represivos del Estado se utilizan sin ningún tipo de prejuicio. Son contrarios a lo que manifestaba Hegel: “Imposible en la fantasía aprehender los hechos como tales”.

Cuando llama utópicos a los demás, realmente Casado lo que está haciendo es sacar todo el odio que lleva dentro porque su fantasía no es elegida por el común de las personas. Sólo hay que escuchar el odio con el que pronuncia “comunistas”, “Sánchez”, “batasunos” y demás calificativos que tiene para sus enemigos. Porque en el mundo paralelo de Casado todo el mundo que no le ríe las gracias y le dice que sí a todo es enemigo suyo y por tanto una cosa a destruir. Eso sí, al vivir en esa realidad paralela, como le sucedió a Caifás, no se percata de que la realidad va por otro lado y si el nazareno tenía que resucitar, ni por todos los soldados o toda la brea puesta en la piedra iba a dejar de hacerlo, como la extensión del cristianismo a pesar de perseguir hasta la muerte a los paleocristianos. Lo que en el caso del premiado es que nunca será presidente del Gobierno, ni nada por el estilo porque le ejecutarán a él sus propias huestes al amanecer del día 29 de abril.

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