Fuente: Dani Gago/IU

A Marcos Ana (Fernando Macarro su nombre real) habría que hacerle no uno sino cientos de homenajes por su compromiso político, social y su calidad poética. Una lucha, asentada en profundos valores marxistas, que fue real contra el fascismo que encarnaba la dictadura franquista, la cual le se las hizo pasar canutas en sus cárceles. Un comunista como los que hoy se añoran, aunque dicen que pueblan el Consejo de Ministros, porque supo conjugar la conciencia de clase con valores que hoy parecen perdidos dentro de la dirigencia que se dice representante de la clase trabajadora como la austeridad. Tras pasar 23 años en la cárceles franquistas, acusado de un delito que no había cometido, aunque Manuel Fraga pagó con fondos ministeriales un panfleto destinado a destruir su imagen pues la lucha internacional había desnudado al régimen dictatorial, se exilió en Francia donde continuó la lucha contra la dictadura franquista, pero no pensaría que un día acabarían expulsándole (brevemente) de su propio partido.

Alberto Garzón ha reconocido los valores de Macarro/Ana como militante comprometido pero ha olvidado que junto a Cayo Lara y otros más expulsaron a cinco mil militantes de IU en Madrid entre los que se encontraba el homenajeado y Josefina Samper, más conocida en la prensa del colorín (la política como colorín también se incluye) por haber sido la compañera de Marcelino Camacho, o el histórico militante de la clandestinidad Víctor Díaz Cardiel. Desde IU dirán que no, que aquello fue un reajuste (un branding porque son muy posmos), pero la realidad es que el 14 de junio de 2015 Ana y 4.999 militantes más ya no pertenecían a IU. La llegada de Podemos, los tejemanejes de unos y otros para confluir y reventar IU desde dentro y ciertos problemas con los consejeros de Bankia provocaron que la dirección expulsase a toda la militancia madrileña. A la que dieron tres meses (los de verano por cierto) para volver a afiliarse a la nueva IU que se inventaron desde la coordinadora federal. Les pusieron justo donde querían los “traidores” Tania Sánchez, Hugo Martínez Abarca y otros cuantos más (como Carlos Sánchez Mato) que se pasaron a Ganemos Madrid que acabaría entrando en el Ahora Madrid de Manuela Carmena y en los cargos de Podemos a nivel Comunidad (hoy están en Más Madrid o lo que quede de eso).

Cuenta siempre le dejan hacerlo el histórico socialista Antonio Chazarra que, durante las peleas del sector crítico con el felipismo, allí por 1979-1980, se enteraron de que Alfonso Guerra, a través de la Comisión Gestora, fue a expulsar a toda la ejecutiva de cierta Agrupación. Al enterarse de ello, renunciaron todos, les dejaron el poder a los felipistas que acabaron siendo expulsados del PSOE. Lo mismo sucedió, aunque no lo quieran reconocer, con IU. Para no tener que estar seleccionando a quien se expulsaba, se llevaron por delante a toda la federación. Por un tiempo esas cinco mil personas estuvieron fuera de IU por haber sido expulsados, algunos volverían, otros no. Lara y Garzón expulsaron a Macarro/Ana durante un tiempo y parece que se les ha olvidado. Total al actual coordinador federal le venía de perlas esa expulsión masiva para quitarse al sector crítico madrileño ya que estaba a pactos de botellines y aspiraba a hacerse con todo el poder de IU en breve.

Eran los tiempos en que el cielo se tomaría por asalto y todas las encuestas señalaban que Unidas Podemos sería la principal fuerza de la izquierda. Luego se vio que no, que les faltaban unos cuantos potitos por tomar para ser el referente de la izquierda. Pero el plan que tenía en la cabeza funcionó y poco le importó que Marcos Ana fuera expulsado. Hoy le homenajea, ayer le quitó el carnet del partido. Y ambas cosas son compatibles en la mente del nuevo ministro de Consumo. Intentar aparentar que sigue siendo de muy mucha izquierda (de momento ha renunciado a la derogación de la reforma laboral en menos de dos semanas) y negar los hechos del pasado. Mientras pueda vender dos o tres libros, que no son más que remedos de estudios y ensayos serios, y le digan “señor ministro” ya si eso la lucha de clase queda para otro día. Como decía Lenin en El Estado y la revolución (gracias Carmen por el apunte): “Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para consolar y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando el filo revolucionario de ésta, envileciéndola”. Honor al poeta.

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