Albert Rivera se ha convertido en el bufón del sistema, en ese tipo de persona que está para entretener a los presentes, diciendo mentiras, abochornando a los que están por encima de él y provocando peleas entre unos y otros. Eso sí, con una sonrisa de oreja a oreja para que parezca que es broma o se hace con cariño. Igual que los bufones que estaban al servicio de los monarcas absolutos, ahora Rivera está entregado a la causa del establishment desviando la atención, pero siempre, siempre, sirviendo fielmente a su señor. Jamás pactaría con los neofascistas y anteayer los colocó, por activa o pasiva, porque si no la consecución de votos para su gente era imposible. Pero lo niegan en una operación bufa de teatro de la peor calidad.

Allí donde había que soliviantar al personal ha acudido Rivera para tener una forma de entretener y rellenar las noticias del espectáculo en que ha terminado de convertirse la política. Si Ciudadanos ha sido apoyado por el establishment al completo para que Podemos desapareciese y/o no tuviese influencia alguna, la verdad es que no lo ha conseguido a nivel estatal, aunque sí a nivel regional y local. Pese a sus ademanes, sus bravatas y sus mentiras seguirá apoyando al PP donde sume, aunque se tenga que juntar con los neofascistas, como están haciendo en Castilla y León, Murcia, Andalucía o Madrid. En una época donde una fracción de la clase dominante necesita cash y, por tanto, recurrir a la acumulación por desposesión, Ciudadanos no puede permitir que el PSOE le impida privatizar educación, sanidad o no crear infraestructuras que llenen los bolsillos de sus jefes.

¿No se lo creen? Ayer durante un conferencia de prensa Rivera comentó lo siguiente: “Ayer le pedí a Sánchez que se pusiera en marcha y le ofrecí apoyo en Pactos de Estado como la Educación o la lucha contra la despoblación”. No esconde sus intenciones aunque no las cuente en sí, pero un pacto educativo para transformar el sistema de educación en una mera correa de transmisión de las necesidades para la obra de mano cualificada, barata y explotada que requiere en estos tiempos la clase dominante. Y controlar las inversiones infraestructurales del PSOE que se darán en la España Vacía a fin de que recaigan en ciertos grupos empresariales, aunque en esto casi comparten amistades, y en aquellos lugares principalmente no que beneficien a la población sino a la cúpula empresarial. Esto no lo dirá así jamás, pero lo ejecutará.

Mientras nos divierte con sus bufonadas del tipo el cambio ha llegado a la política tan sólo por la presencia de Ciudadanos en las instituciones, cuando han estado ya y han sido como el caballo de Atila que no han dejado algo medianamente bien y sin quebrar. O decir que no estarán en gobiernos con los neofascistas pero ya han negociado que, por ejemplo en Madrid, ocupen viceconsejerías y alguna mamandurria. Todo un espectáculo de la mediocridad política que sirve para tapar la inoculación de una potente ideología dominante que atenaza la capacidad crítica de la ciudadanía. Aunque Rivera no las tiene todas consigo mismo pese a haber servido a la causa de sus jefes con fruición. Ha cometido el error de creerse más importante que nadie y ha pensado que podía caminar por libre llevando a Podemos a un posible gobierno estatal.

Eso es su sentencia de muerte y su recambio por Inés Arrimadas, que ya va ejerciendo de jefa in pectore de la formación naranja. Que ahora comiencen a salir las portadas de Rivera con su famosa pareja no es algo espontáneo sino que está muy bien medido por el dirigente naranja. Quiere enfrentarse al establishment que le puso donde está mediante la utilización, otra forma de ser bufón, del papel cuché. Si ya hemos comprobado que Rivera es el político frívolo, esta estrategia de ganar popularidad mediante la utilización del “famoseo” y del aletargamiento de las mentes y conciencias no hace sino confirmar su doble frivolidad. Es el bufón completo de la política, intentando imitar además a Nicolás Sazkozy.

Como si eso le fuese a salvar de su ajusticiamiento en cuanto lo decidan en la clase dominante. No hacer caso a Botín, que pidió un gobierno PSOE-Cs (o al menos el intento), no hacer caso a la patronal que ha pedido estabilidad mediante un gobierno socialdemócrata y liberal, no hacer caso a nadie y creer que será el gran jefe de la derecha española es de tener serrín en la cabeza. Más bien esa actitud le llevará al patíbulo con mayor prontitud porque no ha habido político en la derecha que haya gobernado contra la clase dominante. Mientras tanto sirve para entretener a las personas con sus bufonadas y sus apariciones mediáticas… hasta que digan basta por permitir que Podemos esté en el Gobierno.

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