Nada le sale bien a Albert Rivera. Fichajes sin ética, primarias corrompidas, meteduras de pata propias, encuestas que le hunde en la miseria de ser un segundón para el resto de sus días políticos (que se huele en el ambiente no serán muchos) y fracasos de audiencia en los lugares que visita. En esta ocasión el patinazo ha sido en Zaragoza a donde llegó con su propia Agustina de Aragón (Inés Arrimadas) pero sin pólvora que disparar. Unas ochocientas personas dicen los organizadores y eso con suerte por las imágenes que se pueden observar. Eso sí, tuvo sol para poder broncearse la piel antes de acudir a votar y salir beneficiado en las imágenes. No atrae a las masas el señor Rivera porque tiene tras de sí el mal del cuñado, que le soportan cuando no queda más remedio pero no por devoción.

Tampoco es que haya dicho mucho más de “nacionales y Sánchez son el mal”. Y en cuanto ha querido salirse del monodiscurso simplista mete la pata. No se le ha ocurrido otra cosa que afirmar que cuando é gobierne, es decir nunca, impondrá una tarjeta sanitaria única “para que nadie niegue a los españoles el derecho a la sanidad por culpa de la burocracia”. Lo tiene difícil sin revertir la Sanidad a la administración general del Estado pues es competencia autonómica. Que igual ni se ha enterado o le da lo mismo. Como tampoco parece haberse enterado de que a cualquier español le atienden en cualquier centro de salud u hospital con la tarjeta que lleve. Que hay sistemas informáticos permiten cruzar los datos y compensar los gastos sanitarios de una comunidad a otra. Una manía como otra cualquiera para parecer más español que nadie. Quiere una tarjeta sanitaria que vaya con la bandera española para molestar a los nacionalistas seguramente, porque otra explicación no tiene.

Se ha podido disfrutar con el nuevo mantra de Ciudadanos, que las cosas “no son de derechas, ni de izquierdas”, luego se cabrearán cuando José Félix Tezanos les compare con los nazis, pues los fascistas también decían eso. ¿Qué no es de izquierdas y derechas? Básicamente todo lo que ellos proponen. El cuñadismo ideológico en términos generales no es de izquierdas o derechas, no es de azules o rojos, es todo y nada a la vez. Las propuestas de Ciudadanos son el totalitarismo del capitalismo y como es el sistema dado no es de ninguna posición ideológica. Es más, siguiendo la doctrina cuñadista, no existe la ideología sino sólo políticas mejores y peores. Las mejores son las de Rivera y cía., las malas especialmente las de Pedro Sánchez y los nacionalistas.

No es de extrañar, por tanto, que Rivera nos proponga “un cambio de era” donde no se vuelva “a las disputas entre rojos y azules como quieren PP y PSOE”. Casi nada propone el candidato de Ciudadanos, un cambio de era que tiene como base lo mismo que la era anterior que dice querer superar. Al menos en el paso a la Modernidad hubo alguna que otra revolución de la base productiva, social y política. Ahora es justamente Rivera quien aboga por acabar con cualquier tipo de revolución y nos promete un cambio de era como si el resto del mundo fuese estúpido. No es eutrapélico Rivera pero quiere parecerlo con afirmaciones así. Al fin y al cabo necesita algún tipo de mito o utopía que esconda que está al servicio de la clase dominante. Acabar con las ideologías y que sólo domine el cuñadismo suena mucho a una distopía conocida.

Y miren cómo no será esa utopía que incluso va a arreglar el problema de la despoblación rural rebajando el 60% del IRPF a quienes vivan en los municipios menores de 5.000 habitantes. Y ¿por qué no a los de 15.000? A ver señor Rivera que las personas abandonan lo rural no por tener siete euros más o menos, sino porque no tienen oportunidades laborales y/o vitales. El capitalismo que protege y alaba Rivera es el que genera esa salida de personas, no es cuestión de más o menos IRPF sino de infraestructuras, de cooperativas (¡Uy mentamos la bicha!), de muchas cuestiones que nada tienen que ver con el dinero. Pero claro la culpa de eso lo tienen los coches oficiales y las gentes de las Diputaciones. Justo las únicas administraciones que hacen un gran trabajo por el entorno rural arreglando caminos, proveyendo de infraestructuras y demás. Como se comprueba, sacan a Rivera de su entorno urbanita y se pierde en tonterías. Todo por ganar cuatro votos.

Y para rematar la faena saca a Arrimadas a hablar de Cataluña. ¿De qué si no iba a hablar esta mujer? Y lo malos que son todos los partidos que permiten que le quiten sus derechos, no se sabe cuáles, pero se los quitan. Esa misma persona que mostró enorme cobardía en no presentarse para presidenta de la Generalitat cuando había ganado las elecciones. Esa persona que vive de decir que los nacionalistas catalanes, pues ella es nacionalista española, son malos, malvados y Sánchez los indultará. De hecho para Arrimadas el presidente del gobierno es un “indecente” por arrodillarse ante los nacionalistas. Con frases así se comprueba que, la colocada por algún poderoso lobby en Madrid, tiene perturbado el sentido de la realidad. ¿En qué momento ha hecho algo o dicho algo Sánchez respecto a los nacionalistas salvo intentar dialogar? Algo que intentó Rajoy al final cuando ya había liado una buena y que por ello también recibe el odio de la proterva candidata.

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