Por si no le había quedado claro a Podemos, el presidente del Gobierno en funciones ha sido claro y explícito, sólo cabe un acuerdo programático para una futura investidura. O programa o elecciones. Pedro Sánchez se une de modo simbólico a las peticiones que venían haciendo durante los últimos días Alberto Garzón y Anticapitalistas. El PSOE, que ya dejó claro que la oferta de gobierno de coalición se acabó en el momento en que desde Podemos, muy ufanos ellos y ellas, rechazaron los ministerios de Igualdad (negociado por el dirigente de IU), Sanidad o Transición Ecológica más la vicepresidencia que la formación morada había pedido insistentemente para Irene Montero. Eso ya no existe ni existirá por mucho que protesten y mientan desde las redes sociales.

Sánchez ha hecho pública una carta que, como secretario general del PSOE, ha mandado a su militancia en la que claramente marca el único camino transitable. En la misiva el dirigente socialdemócrata es claro que sus preferencias, más allá de solicitar a las dos grandes formaciones de la derecha una abstención para no depender de los independentistas (algo que parece olvidar todo el mundo, especialmente la secta naranja), se impuso a sí mismo el acuerdo con la formación morada: “Para desarrollar esta agenda, busqué activamente la complicidad de Unidas Podemos. Siempre entendí este anhelo como una alternativa lógica, a partir de las coincidencias programáticas de dos fuerzas que habían trabajado juntas en el último año con buenos resultados”. En efecto, el programa de Podemos, como buena burguesía bohemia que es, se parecía bastante al socialdemócrata del PSOE. Con más gritos y más aspavientos, pero en el fondo lo mismo, seguir la línea marcada por la Unión Europea.

Tras esta declaración de intenciones explica las cuatro formas de gobierno que les ofreció a lo largo del tiempo. Algo que se criticó desde estas mismas páginas porque se estaba olvidando lo principal, el elemento programático. Sin programa dan igual las caras, con programa son más sencillas de vislumbrar. Sin programa el Consejo de Ministros es la casa de tócame Roque, con programa hay una línea de trabajo más allá de la contingencia. Sin querer hacer sangre, Sánchez dice con rotundidad que todas las posibilidades, incluyendo el co-gobierno o gobierno de coalición, fueron rechazadas: “Todas las fórmulas relatadas fueron rechazadas por Unidas Podemos con diversos argumentos y si  tener en cuenta que estábamos plateando una oferta sin precendentes”.

Sólo cabe un gobierno a la portuguesa o danesa y aquí es donde introduce una novedad que le hace acercarse a los posicionamientos de Garzón o Anticapitalistas en la forma al menos, como luego veremos. El secretario general del PSOE va a dialogar primero con “diversos colectivos de la sociedad civil” (feministas, ecologistas, sindicatos, tercer sector en general) para conformar una estructura programática y la creación de un espacio común “para alcanzar un gobierno progresista”. Algo que venían demandando desde hace tiempo desde Anticapitalistas. Algo que, visto en perspectiva, podrían haber hecho hace tres meses pero por culpa de haber entendido que se podía negociar sin problemas con Pablo Iglesias (porque los demás negociadores no hacían nada sin el visto bueno del dirigente de Podemos y su insufrible edecán Pablo Gentili), ha quedado retrasado a estos momentos. Como es fácil entender la forma la compartirán en IU y Anticapitalistas, el fondo es más complicado.

Raúl Camargo, una de las voces autorizadas del grupo, entiende que no cabe subordinación al PSOE y por ello es imposible un gobierno de coalición, mejor quedarse fuera con un acuerdo programático. Normal para quienes piensan que el PSOE es un partido del establishment pero que merece la pena un gobierno con tintes progresistas. En ese programa los Anticapitalistas piden, entre otras cosas, una subida del SMI, un referéndum para el problema catalán, derogación de la ley Mordaza y de las reformas laborales de M. Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero, la regulación de los alquileres y la “exhumación del franquismo de las instituciones y juzgar sus crímenes y sus criminales”. Lo del referéndum es casi imposible que lo aceptase Sánchez pero lo demás podría fácilmente entrar en un programa de gobierno de izquierdas. Quizás lo de juzgar a los criminales no, porque no se han atrevido ni a quitarle las medallas a Billy el niño, pero nunca se sabe ya que en el PSOE la militancia presiona mucho en ese sentido. No están pidiendo comenzar una revolución o nacionalizar la banca y la energía, aunque lo piensen y deseen, saben que hay límites sin dejar la lucha de clases. “Acuerdo programático con avances importantes para la mayoría trabajadora y pasar a la oposición. Ante un PSOE que incumple sus pactos, crear una comisión de control parlamentaria con sindicatos, movimientos sociales y miembros del ámbito cultural” así lo entiende Camargo.

Garzón e IU lo pedían en su consulta, que tampoco entusiasmó a la militancia: antes que nada un acuerdo programático. Algunas voces malvadas de la formación morada dicen que lo hizo porque le habían bajado de los ministrables y por cabreo se habría decantado por esa opción mínima, pero la verdad es que ya había pedido algún elemento programático, ya que Podemos no presentaba ninguno, hace tiempo y fue el dirigente de la ¿coalición? que estuvo luchando hasta el final por un acuerdo, incluso negociando con Carmen Calvo el ministerio de Igualdad que Podemos rechazó. Es más, dentro de la coalición, destaca el trabajo que lleva realizando Eva García Sempere con continuas preguntas al Gobierno y proposiciones (que es lo único que se puede hacer con un parlamento paralizado). Así que nadie les puede acusar de no querer un gobierno o estar implicados en beneficio de la clase trabajadora. Ha tenido la valentía, lo que le está costando insultos por parte de las tropas podemitas de Echenique, de ver que la solución con lo que hay de material humano es acordar un programa. Y si es con la colaboración de los sindicatos de clase (esos que no le gustan a Iván Espinosa de los Monteros) y algunas asociaciones mejor que mejor.

Logra con la decisión de ayer dos fuertes aliados Sánchez. Cuando menos por las formas Garzón y Anticapitalistas (Teresa Rodríguez y Miguel Urbán han insistido también en ello) apoyan esta opción. Cuestión bien distinta es que compartan todo el programa y discutan sobre esas medidas que se negocien. Pero siempre será mejor un debate sobre cuestiones programáticas, donde se perfilan posibles elementos (unos principales y otros subalternos) de la lucha de clases, donde se ve quién aporta ideas, donde realmente se ve la ideología de cada cual. En principio, socialdemócratas, socialistas, comunistas, marxistas y no marxistas, están de acuerdo en discutir y debatir sobre un programa de izquierdas, habrá que ver qué quieren hacer los populistas. Aunque por las declaraciones de Echenique y Juan Carlos Monedero parece que no ven más allá de los cargos. Pues la otra opción, que no se descarta, es jugar a la ruleta rusa de las elecciones, pero un Podemos (veremos si coaligado o no con otras fuerzas, que pinta que no) sin haber hecho una mínima propuesta de políticas públicas y estar enciscando con los cargos, igual tiene difícil construir un relato de esos que les gustan tanto. Sin programa no hay discurso válido (que no es lo mismo que el relato), quedan las palabras vacías, los deseos, la potencialidad que paradójicamente pierde su capacidad de llegar a ser, queda la nada más absoluta.

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