El Santander necesita hacer caja y para ello ha puesto a sus huestes a pleno rendimiento. Está pretendiendo controlar empresas con las que poder especular con activos tecnológicos o promoviendo fusiones que beneficien a sociedades que le deben miles de millones de euros. Está comprando por un euro entidades bancarias para aprovechar esas operaciones para ampliar capital en base a los volúmenes que necesitan para cubrir sus déficits y cumplir con las ratios exigidas a un banco sistémico, además de especular con los activos incrementar sus volúmenes de beneficio. La operación del Popular le está saliendo tan rentable al Santander que ya se empiezan a ver movimientos de los mismos que tumbaron el valor de la sexta entidad española que no es descartable que se esté pretendiendo repetir la operación con otra entidad que le permita tener una implantación en el mercado que siquiera con el Popular tiene.

Estos días el Santander ha dado un paso más en la crueldad que es consecuencia de sus urgencias porque si por medio de su grupo de directivos son incapaces de arreglar la situación, entonces hay que traspasar las líneas éticas que se esperan de una entidad como el Santander. Diario16 ya informó del traslado de los empleados de la sede de Mesena al nuevo edificio del Popular y de la recalificación de esos terrenos que permitiría al Santander obtener un enorme beneficio. Sin embargo, ese pelotazo no es suficiente y se va a dar un paso más. A través de Metrovacesa, constructora controlada en un 70% por la entidad presidida por Ana Patricia Botín, se va a desahuciar a los antiguos empleados de Banesto que accedieron a una vivienda en la Colonia que el antiguo Banco Español de Crédito construyó para atraer a sus trabajadores a la zona de Pinar del Rey. La entidad les ofreció un alquiler muy barato. Esto ocurrió en los años 50 del siglo XX y, evidentemente, el suelo se ha revalorizado…, y mucho, puesto que esta zona es una de las más caras de Madrid.

Las dos operaciones están interconectadas, puesto que el edificio de Mesena está prácticamente pegado al lugar donde se encuentran las viviendas de los empleados que se van a ver en la calle el día 31 de enero. Se trata de jubilados, muchos de ellos ya han superado los 80 años. ¿Dónde va a ir esta gente si finalmente el Santander, a través de Metrovacesa, les desahucia? Además, siquiera se les ha ofrecido una alternativa habitacional. Hace 20 ya se les cambiaron las condiciones de sus alquileres, puesto que el Santander les dio a elegir entre pagar la actualización de la renta o abandonar sus viviendas en base a la Ley de Arrendamientos de 1.994. Ahora, a través de Metrovacesa, se argumenta el desahucio en que ya no son empleados del banco y que esos alquileres son sólo para trabajadores. Hay que tener poca vergüenza.

Es esta falta de escrúpulos la que está provocando que muchos de los grandes accionistas del Santander, representados en el Consejo de Administración, se estén planteando un cambio en la presidencia. Hasta ahora, la familia Botín jugaba con el hecho de que, a pesar de controlar menos del 2% de las acciones, los pequeños accionistas les dejaban su representación. Ahora esos minoristas también están viendo cómo la falta de ética y de humanidad y la incapacidad para resolver la situación delicada en la que se encuentra la entidad de la presidencia y de su grupo de pretorianos, está afectando o puede afectar directamente en sus pequeñas inversiones. Por esta razón, según ha podido saber Diario16 se están organizando asociaciones de pequeños accionistas para, precisamente, exigir un cambio en la presidencia que dé un impulso al banco, pero sin renunciar a los valores que deberían regir el comportamiento de una entidad prestigiosa y respetada como debería ser el Santander.

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