Volver a los orígenes de las operaciones tiene como finalidad comprender aún mejor lo ocurrido con el Banco Popular, la presunta complicidad del Ministerio de Economía y de todos sus órganos dependientes y, sobre todo, cómo el Santander se encontró con quien les estaba realizando el trabajo sin tener que exponerse más de lo necesario, sobre todo porque Antonio del Valle estaba logrando imponer a Emilio Saracho, el hombre del Santander, sin que nadie sospechara de que detrás de toda la operación se encontraba el banco cántabro.

Los movimientos y estrategias relacionadas con el Plan de Negocio del Popular que vimos en el día de ayer fueron acompañadas de otras muchas. Hasta mediados del mes de noviembre de 2.016 la gestión de Ángel Ron y el Plan de Negocio habían sido defendidos por Luis de Guindos tanto en público como en privado. Sin embargo, el día 11 de ese mes Reyes Calderón tuvo un desayuno con el secretario del Consejo, Francisco Aparicio Valls (el hombre que fue despedido por Saracho porque hizo su trabajo) y con el propio Ron donde les comunicó que ella continuaba con las gestiones para buscar un sustituto para la Presidencia porque, aunque no tenía un mandato explícito del Consejo, se sentía apoyada por Antonio del Valle para realizar esas gestiones. La consejera navarra informó, además, de que se había reunido con José Ignacio Goirigolzarri para ofrecerle el puesto, dando a entender que se trataba de un puesto muy atractivo para él porque tendría un mayor salario que en Bankia y podría realizar una gran operación corporativa. Por otro lado, presumió de ser amiga del presidente de Bankia. Sin embargo, la presunción y la capacidad de fabular de una reconocida novelista fueron acompañadas de una amenaza ya que, según Calderón, Goirigolzarri recomendaba a Ron y a Aparicio Valls que se apartasen de su camino.

Ese desayuno mostró la deslealtad de Reyes Calderón porque se estaba saltando las más elementales normas de prudencia y buen gobierno de una entidad bancaria porque estaba exponiendo al Popular a una crisis sin precedentes puesto que iba a afectar a la reputación y a la estabilidad de la entidad. Tanto Ron como Aparicio Valls advirtieron a Calderón que iban a informar a Luis de Guindos del paso que acababa de dar.

Calderón reaccionó dejando clara la voluntad de echar a sus dos interlocutores por la vía de los hechos consumados y se escudó en que realizaba esas acciones porque se la estaba exigiendo constantemente que asuntos de este tipo debían ser tratados previamente en el Consejo para que hubiese consenso, algo que Calderón pensaba que no era necesario y, por tanto, había que presentar a los consejeros hechos consumados sobre la necesidad del nombramiento de un sustituto de Ron.

El mismo día 11 de noviembre, Antonio del Valle solicitó ver a Ángel Ron para exponerle que, en primer lugar, se había reunido con Manuel Pizarro, un candidato que para el mexicano no reunía los requisitos mínimos. En segundo lugar, Del Valle pensaba que había candidatos mejores, como cierto banquero de inversión que era conocido por el propio Ron. En tercer lugar, el mexicano le comunicó que, a través de Borja Prado, había logrado que Luis de Guindos le recibiese y que le iba a comunicar al ministro que era propicio a un cambio en la presidencia y a una ampliación de capital de la que él se haría cargo, lo que le daría el control del Popular. En cuarto lugar, que había que tratar bien a Reyes Calderón porque, a pesar de ser del Opus, no era una mojigata.

Ese mismo día Reyes Calderón se reunión, según su versión, con los consejeros independientes, cosa que no fue así puesto que a ese encuentro acudieron varios consejeros que no eran partidarios de la sustitución de Ron, como, por ejemplo, José Mateu Istúriz. Esta reunión fue breve y muy acalorada porque los consejeros interpelaron a Calderón porque dar datos confidenciales a terceros era ilegal; porque se estaba extralimitando en sus funciones y que se estaban pensando adoptar medidas legales contra ella.

Antonio del Valle llamó a alguno de esos consejeros y les desveló el nombre de Emilio Saracho, un nombre que ya había comunicado al propio Luis de Guindos y que, como no podía ser de otro modo, el ministro aceptó porque, en realidad, no era el candidato de Del Valle sino el del Santander.

La operación comenzaba ese día 11 de noviembre, pero sin desgaste ni para Luis de Guindos ni para el Santander que contemplaba la rebelión de Del Valle y Calderón desde un palco de lujo porque les estaban haciendo el trabajo sin tener que utilizar recursos propios.

Que Emilio Saracho fuese el candidato que habían propuesto Antonio del Valle como Reyes Calderón garantizaba, tanto a Luis de Guindos como al Santander, que el Plan de Negocio no fuese aplicado porque sería paralizado a través de los medios que hicieran falta. De ahí que, a pesar de las reiteradas peticiones de José Heraclio Peña para que la Secretaría General del Tesoro les diera la autorización de Economía para poder llevarlo a efecto no se le diera respuesta más allá de excusas difusas que no hacían más que alargar los tiempos para que el candidato de De Guindos y del Santander fuera nombrado presidente del Popular. Pero ahí no terminaron los movimientos. Esos días de noviembre ocurrieron más cosas orientadas, principalmente, a que la sexta entidad financiera de España no pudiera recuperarse.

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