Foto. D. Sinova

La sucesión de Cristina Cifuentes al frente de la Comunidad de Madrid está en su última etapa decisoria. A falta de que M. Rajoy decida, si es que quiere decidir por él mismo, los candidatables se reducen hasta casi acabar señalando al “hombre” (porque será hombre) que sucederá a la ex-presidenta. Una celebración del 2 de mayo muy concurrida y con muchos corrillos la de ayer, pero cuando se conoce el patio muy indicativa a la vez. Queda claro quien no será, quien está deseando ser y quien igual tiene que ser. Y, por qué no decirlo, quienes serán en un futuro no muy lejano.

Porque a la Casa de los madrileños en la Puerta del Sol han acudido muchos candidatos, ninguno electo aún, pero casi un hecho. Como en el caso de Ángel Gabilondo o Íñigo Errejón. Muy posible Pablo Casado, como siempre departiendo con todo el mundo con su mejor sonrisa, aunque con la duda de si en Ayuntamiento o Comunidad de Madrid. Entre los propios integrantes del PP madrileño había preferencias, pero la mayoría señalaba hacia la plaza de Cibeles (sede del Ayuntamiento) más que hacia la Puerta del Sol. Y Soraya Sáenz de Santamaría que pudiera ser, que igual, o tal vez acabe siendo la pretendienta al trono madrileño.

En Ciudadanos, además de levitar por las encuestas que les dan como vencedores, poco más que triunfalismo, falta de modestia y no reconocimiento de los errores, como les pasó con la incultura demostrada en Twitter. Malévolas risas ha habido al entrar Patricia Reyes por esa incultura demostrada. Pero les da igual. Se saben a salvo por el apoyo del Ibex-35 y, por tanto, los medios de comunicación más potentes. Esos mismos que han atacado hasta la saciedad a Cifuentes. Pero ayer no era el día de los populistas de centro (como diría el pensador Alain Minc), sino del PP madrileño y de los candidatables. No fue ni el día de Pedro Sánchez que acudió como en visita de médico, un rato para apoyar a Gabilondo, dar unas declaraciones y salir escopetado después de la entrega de premios.

Huele a bicefalia en el PP.

Entre todos los comentarios y afirmaciones de ayer, algo que queda meridianamente claro es que el PP entrará en Gestora hasta el siguiente congreso regional, pero contando con prácticamente el mismo equipo de trabajo actual. En el aparato de Génova están contentos con el funcionamiento, mucho más dinámico que en épocas anteriores, del equipo y no quieren arruinar ese trabajo. Por tanto sería una Gestora medio-ejecutiva. Porque claro sí que tienen que Cifuentes va fuera. Y no porque sea un empeño de las altas instancias, sino porque hay conciencia de que los ataques se van a seguir produciendo hacia la persona. Incluso, creen que siga o no en su escaño y/o cargo orgánico. Y como ya han tomado un cariz personal, que no político, muchos altos cargos también quieren proteger a la persona. A ver si así termina la “cacería”.

Y para el puesto de comandancia en la Gestora, el nombre que más suena y el que más desean los militantes conservadores, es el de Pablo Casado. Muy querido dentro del PP madrileño porque nunca ha faltado su apoyo en diversas situaciones de la vida interna (el 8 de marzo acudió, junto a la viceconsejera Isabel Díaz Ayuso, a una entrega de Premios a la Mujer en la embajada de Italia), está muy bien considerado y conoce a parte del equipo que ya está trabajando. Un problema menos, también, para el fontanero Juan Carlos Vera. Esta elección, que contentaría al partido orgánicamente, no empece para que pueda ser candidato a cualquiera de las dos opciones (Ayuntamiento o Comunidad). Es más, algunos en los corrillos pensaban que así se foguearía un poco más.

Porque la cuestión interna puede provocar que los deseos de una parte del PP en las alturas no se cumplan respecto al sustituto de Cifuentes. Por de pronto, las informaciones de los medios de comunicación sobre los descartes por la experiencia anterior, han sentado francamente mal a gran parte de los diputados y diputadas. Supone, como hacen ver, que todos y todas han estado “pringados” en algo. “Algo que es completamente falso” braman. Incluso, algunas diputadas se quejaban del descarte de mujeres hecho de forma tan machista. Así, toca a los responsables genoveses bajar la tensión por ese lado.

Tampoco gusta a la mayoría de diputadas y diputados que se señale al actual equipo de gobierno, casi como apestados. Como reconocen, se han fajado contra Ciudadanos (y su cuñadismo) y la “izquierda radical” en muchas sesiones de control, sin ser de unos o de otros, sino del PP. Por eso, tampoco, gusta dentro del PP esa “criminalización” que podría provocar una fractura en un partido que está unido, desolado sí, pero unido. Además, dicen de Garrido, en buena lógica, que al no ser una persona que aspire a más, que tampoco tenga ansia de poder, sino que ha sido y es un hombre de partido, nada mejor para recuperar parte del voto que se está yendo a “chorros” hacia la formación naranja. Incluso alguno ha insinuado que apretando más, “como hace Ángel”, igual se pone en duda al propio candidatable naranja, Ignacio Aguado.

Y esto lo dicen, porque salvo otra de las personas que están en las quinielas de la rumorología, Garrido es el que más gusta. De hecho, Pedro Rollán se descartaba cuestionado sobre el tema siguiendo una lógica de la cadena de mando. También se descartaba, cambiando de tema constantemente, Alfonso Serrano. Aunque si les mandan desde arriba tirar del carro obedecerían pues son disciplinados. Que María Dolores Cospedal haya llegado pronto a la fiesta y se haya reunido con los premiados y Ángel Garrido en un aparte, es indicativo de por dónde comienzan a ir los tiros en el PP. Siempre y cuando no quieran fracturar el propio partido. Es más, la mayoría de diputados y diputadas, si no fuese Garrido entenderían que nada mejor que un hombre del aparato como Serrano.

Los otros nombres provocan sorpresa, indignación o risas. Porque ¿a Juan Antonio Gómez Angulo no le podrían sacar algún tema junto a Ángel María Villar cuando fue del CSD?, o ¿a Enrique Ossorio cualquier recuerdo por haber sido consejero de Economía y Hacienda en la etapa de Ignacio González (“durante sus tantos años en los gobiernos de Aguirre y González” recuerdan), o que vuelva Elena González Moñux a recordar el acoso? Así pues, la apuesta de Cospedal sería mantener a Garrido hasta las próximas elecciones y que haga la función de desgaste para el próximo o la próxima candidata. Algo que defienden dentro del aparato madrileño, y la ministra de Defensa entiende como lógico porque sí tiene visión orgánica.

Desde luego, dentro del PP de Madrid, salvo versos sueltos, o que quieren es que de una vez hay claridad y comiencen los ataques, especialmente a Ciudadanos, porque no se entiende que se esté callado ante las voces de los populistas de derechas. Y, por ello, nadie mejor que Garrido que tiene el gobierno y los presupuestos en la cabeza. Además, ha recordado en entrevista en Telemadrid que la lealtad a una persona “no está reñida con la lealtad al partido”, algo que en su carrera política ha demostrado sobradamente. Salvo que por ser del Atlético de Madrid no sea bien visto por la cantidad de madridistas de la cúpula y de las sombras mecedoras de cunas. Pero esto es otro tema.

Se va haciendo la claridad en el PP y el lunes, cuando Paloma Adrados comience la ronda de contactos con los partidos políticos representados en la Asamblea de Madrid, posiblemente ya haya fumata blanca respecto al candidato a la presidencia. Cospedal ya tiene la confirmación de que se seguirá trabajando con el proyecto que, según comentan todos y todas en el PP, tan bien viene funcionando. Cualquier cambio sería mal entendido y llevaría al partido a una situación peor de la que ya tiene. Y eso, al menos Cospedal y la gente del aparato, lo tienen claro. Que la época Cifuentes pase cuanto antes para poder recuperarse en la Comunidad de Madrid. Incluso a Soraya le convendría.

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