Molina de Segura, Collado Villalba y Madrid son noticia por convertirse en escenarios de atentados de terrorismo machista. En menos de 24 horas tres mujeres han sido asesinadas y, como siempre ocurre, nadie ha hecho nada por evitarlo.

En Molina de Segura, provincia de Murcia, una mujer de 31 años de edad fue asesinada con un cuchillo de caza en el centro Astrade de esta localidad. El cuerpo fue encontrado por una cuidadora que entró a trabajar para dar el relevo y vio a su compañera tumbada en el suelo sobre un gran charco de sangre. En el mismo lugar se encontraba el cuerpo de su asesino, un conserje del centro, que se había ahorcado. Según testigos presenciales, el ensañamiento y el número de cuchilladas fue tal que se podría catalogar de que fue una carnicería. No había denuncias previas, pero, según fuentes cercanas, ambos mantenían una relación que la mujer quiso terminar. El hombre, por su parte, estaba casado con otra mujer.

En Diario16 Mediterráneo ya informamos de lo ocurrido en el barrio de Ciudad Lineal de Madrid donde una mujer fue presuntamente estrangulada por su marido.

En el pueblo de Collado Villalba una mujer de 37 años apareció muerta con signos de extrema violencia en una vivienda. Los agentes de la Guardia Civil acudieron al lugar tras denunciar el dueño de la vivienda que había escuchado ruidos en el interior y allí encontraron el cuerpo de una mujer maniatada, amordazada con cinta americana y con una bolsa en la cabeza. La Guardia Civil ha detenido precisamente a la pareja que fue quien llamó a los agentes por haber escuchado ruidos en su vivienda.

Tres mujeres asesinadas en menos de 24 horas y nadie ha hecho nada. Si esos asesinatos se hubieran producido en otro ámbito, en otro escenario, el Gobierno ya hubiera reunido a un gabinete de crisis o hubiese modificado el nivel de alerta antiterrorista. Como estos asesinatos se han producido por violencia machista, no hace falta. Se inician investigaciones individuales en cada uno de los casos y se abrirán expedientes independientes.

Parece que el Gobierno de España no está entendiendo de que no estamos ante casos aislados, independientemente del número que sea. El terrorismo machista es un fenómeno global, un fenómeno que ha de ser tratado con la misma intensidad con que se combatió y analizó el terrorismo de ETA o se está analizando y combatiendo el terrorismo yihadista. Si esta cadena de asesinatos de estas últimas veinticuatro horas tuviera causas de carácter político y religioso el nivel de alerta antiterrorista se hubiera subido, se habrían aumentado los recursos para prevenir nuevos atentados e, incluso, el Ejército estaría en las calles acompañando a la Policía o la Guardia Civil. Sin embargo, las mujeres asesinadas por violencia machista son víctimas de segunda o de tercera. Y esto lo estamos viendo en el modo en que se están desarrollando la Subcomisión del tan cacareado Pacto de Estado.

El terrorismo machista es un tema secundario para el Gobierno y lo demuestra el hecho de que en las partidas específicas para este prevenir esta lacra sólo se destina un 0,01% de la partida de gastos prevista en los Presupuestos Generales de Estado que se aprobarán a partir del día 29 de mayo. El principal problema es que, a diferencia de lo ocurrido con el terrorismo de ETA, el terrorismo machista no es una cuestión de Estado. Cada vez que asesinan a una mujer todas las instituciones del Estado se dan golpes de pecho, pero luego, a la hora de la verdad, no se hace nada.

Un país civilizado no puede permitir que haya juzgados que, por defecto, rechacen más del 90% de las solicitudes de orden de protección; un país civilizado no puede permitir que las fuerzas de seguridad no tengan recursos para investigar, localizar, detener, prevenir o adelantarse a los crímenes; un país civilizado no puede permitir que a los maltratadores se les deje con libertad de movimientos sin un control por parte de las autoridades porque hacerlo pone en peligro la vida de las mujeres o de sus hijos; un país civilizado no puede permitir que no se den soluciones habitacionales para las mujeres víctimas de violencia machista, soluciones que les abran una puerta para rehacer su vida, una puerta que muchas ven cerrada y que en muchos casos es la causa para que no den el paso para abandonar a sus verdugos; un país civilizado no puede permitir que todo el sistema de protección se inicie cuando se pone una denuncia cuando hay multitud de casos de violencia del que tienen conocimiento los servicios sociales y en los que se deja a la víctima totalmente desamparada por no poder entrar de oficio a protegerla.

En un país civilizado, una cadena de asesinatos como la de este fin de semana habría provocado que se activaran todas las alarmas. Pero todo se quedará en un minuto hipócrita de silencio y mañana todo quedará olvidado.

 

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