Las aguas bajan turbias por el Turia, si hubiese agua en España claro, y el socialismo valenciano se enfrenta a una disputa final entre el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, y el alcalde de Burjassot, Rafa García. El amplio margen de avales conseguido por Puig sorprendió la semana pasada a propios y extraños, especialmente a García que, indignado, ya comentó que habían existido presiones del gobierno para que se firmasen los avales. La misma táctica que utilizó el sanchismo para lograr una imagen de perseguido. Pero en esta ocasión no hay tal persecución en sí.

En la Comunitat Valenciana se ha producido un giro de los acontecimientos que no esperaban en Ferraz y que es más propio de los dimes y diretes del propio PSPV. El socialismo valenciano ha sido históricamente un enjambre de comarcalidades, familias, personalismo y disputas varias entre distintas concepciones del valencianismo. Eso se ve perfectamente reflejado en estas primarias. Así se entiende que Manuel Mata apoye a Puig pese a haber apoyado a Sánchez para las primarias generales.

A esto hay que sumar que, pese a las acciones personales de Puig contra Sánchez en el pasado, pesa mucho en el ánimo del partido que se esté gobernando después de más de 20 años de un PP corrupto, dictatorial y aberrante. El gobierno de izquierdas quedaría muy tocado de perder Puig. Quien, por otra, parte está llevando a cabo un programa de izquierdas en la comunidad con el apoyo de Compromís y Podem. Algo que reconocen altos cargos del sanchismo valenciano.

Ferraz, o mejor dicho, Pedro Sánchez preferiría a Rafa García como secretario general. Más cuando él mismo ha postulado, no le quedaba otra, una bicefalia partido-gobierno. No lo entienden así muchos afiliados valencianos que apoyaron a Sánchez y, como las primarias regionales son otro partido distinto, se han decidido a apoyar al presidente. De esta forma se produce una quiebra de las bases sanchistas que podrían deparar una victoria del actual secretario general. Los avales son una muestra de ello y el ejemplo de Sánchez en las primarias generales no sirve en una región tan dispersa como el País Valenciano.

La campaña de Rafa García está tomando una deriva peligrosa. Independientemente de sus propuestas programáticas, ese intento de victimismo está sentando mal en el seno del PSPV. A las presiones para los avales, hay que sumar ahora la petición del candidato sobre la negativa a que se posicionen los altos cargos del gobierno valenciano en favor de Puig. Tanta ha sido su insistencia que, como informa Valencia Plaza, el tema ha llegado al Comité de Garantías que preside Rafael Rubio. No ha gustado nada esta exigencia, la cual excluye a los altos cargos de las Diputaciones o de los Ayuntamientos. Sólo se centra en el gobierno valenciano.

Según nos cuentan altos cargos del gobierno que apoyan a Puig, esta petición además supone “coartar la libertad de expresión de militantes socialistas”, los cuales tienen los mismos derechos que los demás, sean cargos o no. También ha recibido alguna crítica desde el sanchismo valenciano y, según nos cuentan, “en este tema la ha cagado pero bien”. Creen que el victimismo es una buena arma pero no se puede limitar la libertad de expresión de los demás. Otra cuestión, dicen desde el sanchismo valenciano, es que se amenace a funcionarios o cargos de confianza, pero que un alto cargo hable en favor de Puig “incluso nos podría beneficiar”.

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