Hoy 25N Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las mujeres vamos a poner sobre la mesa datos estremecedores que hacen que esta fecha siga siendo necesaria. 925 mujeres asesinadas desde 2003, una violación cada ocho horas, una brecha salarial entre hombres y mujeres del 30%, un reparto desigual del trabajo no remunerado (cuidados), una mayor temporalidad del empleo, y un largo etc.

En nuestro país, desde la transición la lucha de las mujeres ha ido consiguiendo victorias como el divorcio, la legalización de los anticonceptivos, la inclusión de planes de igualdad en empleo, derechos políticos y sociales que han hecho este país un poquito más habitable, aunque como nos recuerdan no sólo los datos si no también nuestras vivencias, las mujeres sufrimos violencias y desigualdad en todos los espacios que habitamos.

Durante los últimos años hemos visto cómo se aprobaban leyes como la de violencia de género o la ley de derechos reproductivos de 2010, fruto de la demanda y movilización  de las mujeres. Estas leyes supusieron un avance para nuestro país y nos marcan un camino como sociedad. Pero como nos alertan los datos, estas medidas no son suficientes y suelen quedarse en una mera foto, como el último “Pacto de Estado contra la Violencia de Género” aprobado este mismo año sin presupuesto ni calendario concreto de aplicación.

Hay un dicho que dice “a grandes problemas, grandes soluciones” , El problema  de la violencia que se ejerce contra las mujeres es un problema estructural que para ser atajado tiene que ser atacado de raíz. ¿Y cuál es la raíz? El sistema económico y el patriarcado que nos discriminan, nos empobrecen, nos hacen dependientes y con ello, vulnerables a la explotación y a la violencia.

Es imprescindible que pongamos nombre a lo que causa esta vulnerabilidad y poder combatirla, para hacer políticas que de verdad tengan impacto en la defensa de la autonomía vital de las mujeres. Sólo quedarnos con titulares, no hacer análisis  de las causas y no invertir en recursos nos hacen vivir situaciones tales como que tienes que ser agredida físicamente para que los jueces e instituciones públicas tengan en cuenta tu situación.

Es imprescindible invertir en recursos para que las mujeres que se encuentren en situaciones de violencia puedan salir del infierno, pero tenemos la obligación de poner todos los medios posibles con políticas transformadoras para prevenir, en lugar de curar.

Es incompatible  firmar “pactos de Estado” como tirita a una grave enfermedad sistémica  y luego apoyar reformas laborales que nos precarizan.  De nada sirve ponerse  lazos morados, si se sigue recortando y privatizando en los servicios públicos (dependencia, salud, sanidad) que sumado  a la precariedad laboral termina con la vuelta de la mujer a casa. No se pueden dar discursos grandilocuentes sobre la “igualdad”, mientras se sigue fomentando un sistema de vivienda basado en la especulación y no en el derecho a techo.

No se puede “abrazar” la igualdad y luego poner en marcha la LOMCE, una ley que fomenta desde la educación la desigualdad. ( La educación una herramienta básica para combatir el patriarcado.) No podemos tolerar “fotos por la igualdad” con los mismos que están creando la pobreza que nos llevan a la explotación de nuestros cuerpos, ya sea como vientres de alquiler u objetos para disfrute masculino. Basta ya de 5 minutos de silencio, mientras que se recortan en servicios de atención a víctimas de violencia.

Afortunadamente, en nuestro país tenemos un movimiento feminista que está marcando el paso de la historia, cómo en los grandes procesos de transformación social, la defensa de la vida del movimiento de las mujeres será el que ponga las bases para la construcción de un nuevo país. Un país en el que desde peques se nos eduque en la corresponsabilidad, en la lucha contra los estereotipos, en el respeto a las mujeres como personas que somos. Un país en el que la defensa de la vida signifique tener las condiciones materiales básicas cubiertas y no estar dependiendo de explotadores y usureros. Un país en el que las calles sean para el uso y disfrute de todo el mundo sin tener miedo a ser acosadas o violadas.

Un país que solo será para mujeres si lo cambiamos.

Hoy volvemos a salir a las calles a denunciar que nos venden, nos explotan, nos violan, nos acosan y nos matan. Este 25N tiene que ser un gran paso más hacia la consecución de ese país para mujeres que queremos construir, una gran movilización para preparar la huelga feminista el próximo 8 de marzo.

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