En una sociedad democrática, cualquier persona debe tener garantizada la plena libertad de profesar la religión que quiera. Pero igualmente debe quedar garantizada la libertad de considerarse toda persona como  agnóstica o atea. El socialismo democrático debe ser Laico y por tanto, las asociaciones religiosas, sociales, políticas y culturales, no deberían estar vinculadas al Poder Estatal con ningún tipo de privilegios, sino que tendrían que ser tratadas legalmente con igualdad.

A través de los siglos, las iglesias se han puesto del lado de los poderosos y opresores, traicionando a los pobres y oprimidos, salvo honrosas excepciones.  Las  actividades de las Iglesias en la sociedad moderna se basan en contradicciones manifiestas y en una hipocresía terrible. Dicen defender a los pobres pero sus cúpulas están permanentemente aliadas con la clase dominante, dándose la gran vida padre.

En el Estado español la Iglesia Católica es una privilegiada pues recibe regularmente subvenciones de los impuestos pagados por la ciudadanía. Poseen enormes riquezas en edificios, tierras y haciendas patrimoniales,  acumuladas durante siglos, aunque siguen insistiendo con la famosa frase “mi reino no es de este mundo”. Al pueblo español nunca se le ha consultado si quiere mantener privilegiadas a algunas religiones o prefiere un trato por igual y que cada credo se financie con las aportaciones voluntarias de sus fieles, que sería lo más justo.

Esas contradicciones no se dan solo en nuestro país; ocurre igualmente en los demás países donde la Iglesia ha conseguido alcanzar un acuerdo con el Estado respectivo. Se alían incluso con Dictaduras, porque en realidad la mayoría de las religiones, por su mentalidad teocrática y sus creencias en un “Dios Todopoderoso”, tienen un concepto vertical del Poder que representa una violación intolerable de la democracia, que es el gobierno del pueblo, cuando ellos se rigen por las Leyes de sus dioses.

A través del discurso de la “Santa Alianza Iglesia-Estado”, se nos ha hecho creer al pueblo que ahora, cuando los contribuyentes españoles pueden elegir si donan su dinero a la iglesia o no, es un avance democrático que se realiza con la famosa  X en la declaración de la Renta. En realidad significa el mantenimiento de una situación de privilegio a la hora de financiarse injustamente del dinero Público, menospreciando el Derecho que tienen los demás credos.

Cuenta la historia que en la Edad Media, la Iglesia declaró ilegal a la usura, convirtiendo a los préstamos con interés en un pecado mortal, pero como los tiempos cambian, el Estado Vaticano dispone de recursos financieros fabulosos y cuenta con su propia Banca, una inmensa riqueza y un poder tremendo. Es fácil demostrar que la fortuna de la Iglesia Católica no es un hecho aislado aquí, sino que como es Universal, ocurre algo parecido en todas partes, y no solo la Iglesia Vaticana, sino que es un fenómeno que afecta a las demás religiones.

Como dice el refrán, “cualquier religión comienza por una superstición o una herejía y termina en una secta”. En el Vaticano existen muchas sectas, pero en la religión Musulmana ocurre lo mismo. También prohíben la usura, pero vemos cómo en los países islámicos, sobre todo en los que poseen la riqueza del Petróleo, se conocen Bancos que son regidos por “musulmanes piadosos” con obscenas riquezas, mientras sus pueblos se mueren de hambre. Esos elementos “piadosos” que rezan a Alá varias veces al día, recurren a todo tipo de maniobras financieras y cualquier método para explotar y oprimir a las masas,  igual que los capitalistas occidentales que se apoyan en sus “Iglesias Cristianas”, pues como vemos cotidianamente,  las iglesias siguen respaldando sistemáticamente a los poderes reaccionarios colaborando con mafias bancarias y sus guerras que son ellos mismos.

Cuenta la historia los sufrimientos que padecen los pobres y mártires de algunas Iglesias. (Todavía existentes).  Pero también y viceversa, lo que siguen padeciendo los familiares de los republicanos que murieron defendiendo la Democracia y la Libertad,  que continúan buscando los restos de sus seres queridos,  fusilados en los años sangrientos tras el Golpe de Franco.  Época dramática cuando los obispos católicos bendecían al ejército rebelde en su campaña para aplastar a los trabajadores y campesinos españoles, ayudando a los golpistas a derrotar la  Democracia. La  prensa franquista y el Nodo, publicaban fotos de prelados con el saludo fascista y todavía no han pedido perdón, ni la Iglesia ni los herederos de  la derechona por aquellos crímenes de “lesa humanidad”. No se han  reparado los agravios, sacando a todos los fusilados calculados en 114.000 que siguen yaciendo en fosas comunes  y cunetas que   quedan por exhumar para  darles la sepultura que se merece todo ser humano, pese a los más de 80 años transcurridos desde aquella terrible matanza.

También en Italia y Alemania nazi-fascistas,  los sacerdotes eran los servidores sumisos de los poderosos y frecuentemente,  las contradicciones de clase de la sociedad, se han venido expresando con el disfraz religioso, no debiendo sorprender a nadie que conozca algo de la histórica, que con el surgimiento del movimiento obrero en el período previo a la I Guerra Mundial,  fueron para muchos creyentes todo un desafío,  porque la dirección de la Iglesia se situó de parte de los explotadores frente al socialismo y al movimiento obrero en general, queriendo ocultar la realidad de la lucha entre las clases entre los obreros hambrientos y explotados y sus explotadores capitalistas.

Es igualmente un hecho histórico que la Iglesia Católica, para evitar la extensión de las ideas socialistas entre la clase obrera, jugó el papel de dividir al movimiento obrero. Creó sus sindicatos católicos separando y dividiendo a las organizaciones obreras  para competir directamente con la socialdemocracia, surgiendo los “sindicatos amarillos”, color de la bandera Vaticana.  La alta Jerarquía Católica Vaticana, se colocó del lado de  los ricos y poderosos, despreciando y persiguiendo al socialismo y al movimiento obrero con hostilidad, porque entendían que los obreros indignados repudiaban a las religiones,  y para el Vaticano,  la lucha por los derechos era todo puro ateísmo, “contagiado por las ideas del socialismo”.

Alguien dijo una vez que “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, cuya frase,  unos la atribuyen a Santayana, Cesar, Bolivar, Confucio y  otros,  por lo que nadie debe molestarse porque las atrocidades referidas se recuerden para intentar superarlas.  No es con ánimo de venganza ni de revancha como podremos acometer esa tarea a la que nos enfrentamos, pues “la historia se repite, unas veces como tragedia y otras como farsa”.  Necesitamos unos partidos de los trabajadores que planteen claramente que el Estado debe declarar la religión como un asunto privado para intentar convivir en paz.

Pero no será privado mientras los grupos religiosos actúen como lobbies políticos, pues entonces, ya los convierten en grupos de presión y aceleran lo que es llamado por la filosofía del materialismo dialéctico, “el envenenamiento de las mentes del pueblo”,  con su defensa perniciosa para la sociedad de las supersticiones, sectas y grupos financieros secretos.  Los liberales tergiversan la cuestión como si los grupos a los que financian y apoyan fuesen  considerados como asuntos privados, pero son precisamente todo lo contrario, son un poder que representa en realidad  un Gobierno antidemocrático en la Sombra, que perturba y prostituye la verdadera democracia.

Las religiones hunden sus profundas raíces, en la actualidad, en el freno que representan en la conciencia de las masas, atándoles en sus prejuicios en la opresión social de los trabajadores, su aparente impotencia total frente a las fuerzas ciegas del capitalismo, con sus posiciones religiosas reaccionarias, que nos explican que “siempre ha habido ricos y pobres porque Dios lo quiere así”.

No es posible que ningún plan de estudio burgués sea capaz de desarraigar la religión entre las masas aplastadas por los trabajos forzados del régimen capitalista, y que dependen de las fuerzas ciegas y destructivas del capitalismo mafioso, mientras dichas escuelas estén dominadas por la cultura burguesa impregnada de ideas religiosas y mientras que las masas no aprendan a luchar unidas y organizadas por una enseñanza científica y laica,  de modo sistemático y consciente,  contra esa raíz religiosa impregnada del dominio del capital en todas sus formas incluido el conservadurismo que  representa a la reacción.

En cuanto a nosotros los socialistas,  el diálogo con la religión continuará, pero esto no debe oscurecer el problema fundamental de nuestra época, que es la falta de ética.  Nuestra principal tarea es unir en la lucha a todos aquellos que desean poner fin a la dictadura del Capital que mantiene a la especie humana en una situación de esclavitud.  El socialismo genuino y democrático,  permitirá el libre desarrollo de los seres humanos, sin la restricción de las necesidades materiales, como empezó a plantear la Teología de la Liberación que es una expresión del fermento de la lucha por el Cambio que surgió en Latinoamérica.

Algunos misioneros, que son auténticos cristianos luchando por los pobres, estaban  horrorizados por el sufrimiento de las masas oprimidas y dieron y siguen  dando pasos,  luchando por una vida mejor y cómo terminar con la pobreza.  La jerarquía eclesiástica, con sus cientos de años ha desarrollado una relación cómoda con los ricos terratenientes, los banqueros y los capitalistas, y combaten esa nueva tendencia que se acerca al socialismo marxista, o la toleran de mala gana.

La lucha de clases ha penetrado en las filas de la propia Iglesia católica. Lo mismo ocurre entre los musulmanes donde las ideas de socialismo marxista han comenzado a encontrar eco. Cuando las masas oprimidas de Latinoamérica y demás países pobres,  comienzan a entrar en acción para mejorar sus vidas, buscan un programa de lucha para derrocar a sus opresores y ese programa es Solidaridad,  Justicia,  Igualdad y Socialismo.

Es necesario derrotar al capitalismo, al latifundismo y al imperialismo. Sin eso, no hay salida posible. El único programa que puede asegurar la victoria de estas luchas es el de la transformación socialista de la sociedad.  La colaboración fructífera entre socialistas,  marxistas  cristianos, musulmanes, hindúes, budistas, judíos y seguidores de otras religiones en la lucha para transformar la sociedad es absolutamente posible y necesaria, a pesar de las diferencias filosóficas que nos separan, pero aplicando la línea de pobres contra ricos, de asalariados contra capitalistas. Los cristianos honestos se sienten profundamente ofendidos por la terrible opresión y pobreza sufrida por la mayoría de la especie humana.

El socialismo moderno tiene que hacer todo lo posible para implicar a la mayoría de los trabajadores en la lucha contra el capitalismo, incluidos los que profesan  cualquier credo religioso, pero asimismo a los agnósticos y ateos.  Debemos intentar no interponer barreras entre los Partidos y Sindicatos de la clase trabajadora, sino animarles a que participen activamente en la lucha por un mundo mejor para la Humanidad.

Lo que pedimos es que debe haber una separación radical entre la Iglesia y el Estado. Las iglesias no deben ser apoyadas directa o indirectamente por los impuestos, ni tampoco se deben financiar a las religiones en las escuelas. La persona o grupo que quiera religión, debe entender que ésta tendrá que enseñarse exclusivamente en las Iglesias, Sinagogas, Mezquitas, Pagodas o templos de cada credo, a través de las contribuciones individuales de sus congregaciones y predicar sus doctrinas de paz en sus propios espacios.  En la tesis 21) aprobada en la Asamblea de Izquierda Socialista de Andalucía, se dice:  “Consideramos necesaria la denuncia y derogación del Concordato con la Santa Sede, que acabe con los privilegios de la Iglesia Católica, promoviendo una legislación que profundice en la separación real Iglesia/Estado”.

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