La presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general del PSOE andaluz lleva unas semanas que no controla la incontinencia verbal. Bien es cierto que los micrófonos y las preguntas están ahí, pero hay formas y formas de contestar. Emiliano García Page ha defendido la Constitución española, como debe ser, sin más. Lo mismo han hecho otros presidentes de comunidad cuando les han preguntado. Pero no, en San Telmo tienen que ir más allá y estar en todo el meollo.

Hace pocos días Mario Jiménez instaba a los senadores del PSC a mantener la disciplina de voto en favor del artículo 155. “Por el PSOE sólo puede decidir el PSOE” decía el fontanero de la presidenta. Otrora enemigo de ella. Ya se contó en estas páginas que Susana Díaz estaba cometiendo un error con sus declaraciones sobre Cataluña. Eso de ser el Califa en vez del Califa sigue estando presente en su mente, sin darse cuenta que para la gran mayoría del PSOE, incluidos sus antiguos benefactores, ya es una política amortizada. Pero ella sigue erre que erre.

Tiene que estar por encima del PSOE y de Pedro Sánchez. Le puede el ansia viva que le recorre el cuerpo desde el estómago a la lengua. No es capaz de asumir que, por mucho que sea presidenta de una Comunidad Autónoma, en cuestiones estatales que a ella no le afectan directamente, indirectamente a todos y todas, quien tiene la voz es la Ejecutiva Federal del PSOE. En los órganos federales y llamando por teléfono al secretario general puede expresarse libremente y sin tapujos, pero no puede estar haciéndole la cama permanentemente a su partido. Un partido que eligió a otro, no a ella.

No puede, no puede. Y por eso ha tenido que sacar una declaración institucional del Gobierno de la Junta de Andalucía en apoyo del Gobierno de España. No sólo son sus declaraciones día tras día posicionándose con el Gobierno y frente a la posición de su propio partido, que parece que pelea con Cospedal por suceder a Rajoy en el PP, sino que se arroga la representatividad de todo el pueblo andaluz en una declaración institucional.

Para Díaz los secesionistas han cometido un “ataque gravísimo a nuestra democracia, a España y al conjunto de los españoles y es algo que no vamos a tolerar”. Fíjense en la última parte de la frase. No sólo ella, sino todo el pueblo andaluz no tolerarán lo que han hecho los independentistas. Parece, emulando a Juana de Arco, que sacará las tropas andaluzas para reconquistar Cataluña o algo así. Habría que indicarla que esas competencias, entre otras como bien debería conocer, están en manos del Gobierno del Estado. Y si alguien en el PSOE debería dar esa truculenta orden debería ser Sánchez que para algo es el jefe.

Realmente se quiere expresar como parte del Estado, como parte de esa porción de la violencia legítima que constituye el Estado: “Las comunidades autónomas también somos Estado y en un momento gravísimo como este quiero manifestar un apoyo claro a todas las actuaciones en el marco de la ley y al amparo de la ley para que cuanto antes se restablezca la legalidad en Cataluña”. Todas. Mientras en el PSOE están en una duda permanente por si el PP se pasa de la raya y quiere ir más allá de lo acordado, Díaz da carta libre a utilizar todas las leyes posibles al Gobierno en defensa de la Constitución.

Pasa luego al tremendismo de la “angustia” que sufre por los andaluces que emigraron (incluso vistiendo de negro). Buena forma de justificación de su desplante al PSOE y su innecesario apoyo al Gobierno. Sigue sin asumir Díaz los resultados de las primarias del PSOE. Y sin asumir que su tiempo ya pasó y todo lo que haga en política debería ser en favor de los andaluces y andaluzas y no fijarse tanto de Despeñaperros hacia arriba. Que aún sigue jugando a dos bandas con el Corredor ferroviario para ver si le ponen dos, así uno no sirva para nada. O una sanidad que necesita mucho más apoyo y buena ejecución. O… tantas cosas del día a día mucho más preocupantes para el pueblo andaluz que sus deseos personales.

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