El PSOE de Andalucía, como viene siendo frecuente en los últimos años, dedicó un día a la celebración del Día de Andalucía. Un día separado para no mezclar los actos institucionales que tendrá la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, con los actos particulares del partido. Los malévolos dirán que los actos de la presidenta siempre son de partido, pero no es mala esa diferenciación clara entre lo uno y lo otro. Y “a quien no le guste que gane las elecciones” afirman con frecuencia desde el socialismo andaluz.

Siempre han defendido a la propia tierra los socialistas del sur de España. Pero ahora, más que nunca, se están mostrando con un perfil muy andalucista. Desde septiembre, al menos, Díaz se ha puesto la verdiblanca y no deja de defender su terruño con la máxima virulencia si hace falta. Suda andalucismo por los poros de su piel. Si volvemos a los malévolos, algunos dirán que es por haber perdido las primarias socialistas (sector malévolo sanchista), otros que es porque piensa adelantar las elecciones (sector malévolo moreno-bonillista o podemita), pero la realidad es que, más allá del sentimiento profundo que tengan los socialistas andaluces, la presidenta tiene mucha capacidad para oler por dónde van los vientos políticos y, en esta ocasión, ve perfectamente que lo identitario prima sobre la mera política de gestión.

Ante un abarrotado auditorio de la Cartuja Center, Díaz dejó claras las cosas desde el principio: “Vamos a levantar la voz las veces que haga falta, contra Andalucía no se puede construir un proyecto de país con presente y con futuro”. Nada, ni nadie impedirá que Andalucía comparta con el resto de territorios, “en igualdad de condiciones”, el destino de España. Porque España no se puede entender sin Andalucía, ni Andalucía sin España, ha venido a decir la secretaria general del PSOE-A. “Me siento orgullosa de ser española y me siento orgullosa de ser andaluza. Lo mejor para España es que Andalucía ocupe el lugar que merece y que nadie le arrincone. Andalucía nunca volverá a ser una comunidad de segunda” ha expresado con vehemencia.

Tampoco ha querido dejar pasar la ocasión para reivindicarse, como modelo de muchas mujeres andaluzas y socialistas, esas que ahora se vetan por haber pensado diferente, por haber apoyado a otra persona que no al secretario general de la Unión de Repúblicas Socialdemócratas Sanchistas: “Milito en la igualdad. Soy feminista porque soy de una tierra hecha por hombres y mujeres juntos. Milito en el feminismo de una tierra que defiende la i de igualdad y porque está en nuestra médula. El 8 de marzo digamos sí a la igualdad”. Una reivindicación ante la falta de compañerismo, algo que siempre ha estado presente en el PSOE, y que ahora, avivados por el odio y el agonismo, parece perecer. Por cierto, en esta ocasión, que era cuando tocaba realmente, no ha habido autoinvitación de Pedro Sánchez. Debe ser que la moqueta de la Cartuja Center no es tan roja como la del día 28 de febrero.

Y mucha Andalucía. Ante los ataques que se han producido, Díaz ha querido reivindicar el acento andaluz, ese que con el que ella hace política, paradójicamente, porque “primero las personas y luego los territorios”. El acento de Lorca, Picasso, Paco León, Paco Tous y millones de personas más no debe ser objeto de mofa y befa. Pero ¡ojo! Expresar el andalucismo, como lo viene haciendo Díaz, no sólo es una forma de reivindicar lo identitario, sino que supone un aliento para luchar por los derechos de todas y todos frente al Gobierno de M. Rajoy. Ser andaluz no supone tener ni más, ni menos derechos ha venido a decir la presidenta de la Junta. Aunque sí que ha querido señalar con el dedo: “Cada euro que quita Rajoy a Andalucía no se lo quita al gobierno andaluz. No me lo quita a mí. Se lo quita a la teleasistencia de Victoria, a la beca del comedor de Noelia, se lo quita a los andaluces y son más de 5.000 millones”.

Por este motivo a pedido a los demás grupos políticos que dejen atrás los odios, las fobias y la mala follá para defender Andalucía: “Pido a todos los grupos que no piensen en sus intereses ni en su partido para llegar a un acuerdo de financiación. Les pido que piensen en los andaluces, gente generosa, inteligentes y sabia”. Que sean leales a Andalucía, como ella lo ha sido con el Estado ante la amenaza separatista catalana. Difícil en el caso de Moreno Bonilla que se debe a quien le puso en el cargo, Soraya Sáenz de Santamaría. Alguien que es incapaz de pedir a su propio partido que mande al campo de Gibraltar a los efectivos policiales necesarios. Y qué decir de Zoido, tan sevillano él, que luego se olvida de su tierra. Mucho señorito de latifundio que son los que hacen el mal a Andalucía. Porque, como ha recordado Díaz, “lo importante del acento andaluz es unir donde otros dividen. Hacer política con acento andaluz es poner lo social por delante del interés particular”.

Algunos y algunas que moran en la calle Ferraz de Madrid deberían ir pensando no sólo en copiar el discurso de Díaz. Sí, porque combatieron con la andaluza con la bandera de la izquierda, para acabar adoptando su discurso y forma de ver la actualidad española. Deberían copiar la capacidad simple de transmisión de mensajes. Porque la militancia se está oliendo la tostada. Dijeron que eran de izquierdas y están pasando por la derecha a todos los barones y la baronesa. Pero ella, según dicen las encuestas, sí ganaría las encuestas.

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