Mientras los políticos profesionales velaban armas para un Pleno vespertino en el Congreso de los Diputados, a mayor loor y prez de la política espectáculo, ya que no hablarían de lo fundamental, de lo material del problema de las migraciones en el mundo. Mientras eso sucedía a no muchos kilómetros de distancia la X Universidad Anticapitalista seguía su marcha con intervenciones interesantes como la de Francisco Louça del Bloco portugués, quien, acompañado del profesor Jaime Pastor, explicaba los pormenores de la alianza de las izquierdas en el país vecino. En síntesis ha venido a decir que como los socialistas y el resto de las izquierdas no se querían los unos a los otros acabó por funcionar el acuerdo programático. Lo que tiene una ventaja pues “cualquier conflicto importante se resuelve dentro por aceptación o ruptura”.

Mientras los políticos profesionales preparaban el espectáculo justificativo de sus salarios a finales de agosto y sobre una materia que para lo único que servirá es el blanqueamiento de las posiciones de la extrema derecha española, Miguel Urbán ha tenido a bien hacer una presentación sobre el proceso histórico que ha permitido a esta extrema derecha aparecer en las instituciones y, lo que es aún peor, introducir su discurso en el tuétano mismo de la democracia española. Mucho más explicado lo podrán leer a partir de octubre gracias a la editorial Sylone que publicará un texto del propio eurodiputado sobre la materia. Esto no empece para que Urbán no haya explicado cuestiones sumamente interesantes para conocer el fenómeno de Vox y los movimientos ideológicos y/o discursivos de toda la derecha española.

A diferencia de lo que ha venido sucediendo en otros países europeos, en España la aparición de la extrema derecha ha sido tardía por el propio contexto patrio. Los analistas siempre pensaron que el neofascismo brotaría con seguridad en los países del sur de Europa donde se habían sufrido dictaduras fascistas, tal vez como recuerdo. Sin embargo, ha sido el los países que se “aparecen” como democracias más asentadas donde viene irrumpiendo desde hace años la extrema derecha. Todo ello porque la transición española y el tardofranquismo provocaron el ocultamiento de esas posiciones de extrema derecha. Cabe recordar, ha dicho Urbán, que Fuerza Nueva apenas si duró tres años en las instituciones pasando sus cuadros y militancia a Alianza Popular. A ello hay que sumar que la propia dictadura franquista impidió una renovación ideológica de la derecha, algo que se ha visto como fundamental para el desarrollo de esos grupos extremistas. En España ha habido “una presencia ausente de la extrema derecha”. ¿Por qué?

La respuesta se encuentra en la capacidad de asimilación de las posiciones extremistas en Alianza Popular y UCD/CDS. Ambas formaciones provenían del franquismo, más si cabe en el caso del partido de Manuel Fraga con sus “siete magníficos”, y el discurso de la clase dominante los convirtió en partidos reformistas pero su genética era puramente franquista. Así esta derecha genéticamente franquista acaba por adoptar a la extrema derecha, por eso la Agrupación de excombatientes que fundase Girón pedía el voto útil para AP-PP, todo quedaba en casa en realidad. Lo que queda fuera de ese contexto heredero del franquismo son posiciones como los neorrevolucionarios que niegan a Primo de Rivera y defienden la herencia de las JONS y Ramiro Ledesma porque Vox no es más que una escisión del PP. Una escisión propiciada por un caldo de cultivo de muchos años como ha explicado el eurodiputado.

En España la extrema derecha siempre ha estado vinculada a los aparatos represivos del Estado. Gentes de esa extrema derecha fueron los que provocaron las cerca de 200 muertes de militantes y personas de izquierdas durante la transición; las que formaron parte de ATE-ETA, la Triple A, el Batallón Vasco Español o el GAL, más la suma de mercenarios de las fascistas OAS francesas y otros grupos italianos. Por eso no extraña la concordancia de nombres de aquellos años y las cloacas del Estado que se han ido conociendo. Mientras toda esa estructura de extrema derecha permanecía dentro del Estado, el PP intentaba vender que dejaba su pasado franquista atrás y avanzaba hacia el centro, en lo que ha catalogado Urbán como “la primera vez que la derecha intenta desvincularse del pasado franquista pero sin perder su esencia”, esto es, “sin perder su conexión con el franquismo sociológico”, algo que analizamos no hace mucho tiempo aquí.

Abascal Ese hombre blanco que ya no existe pero quiere seguir existiendo

Y la mutación que permite que en estos tiempos surja Vox es la adhesión del PP a los posicionamientos neoconservadores estadounidenses. El mundo neocon irrumpe de la mano de José María Aznar (mientras hablaba de la Tercera Vía) mediante su conexión con George Bush Jr., los grupos sionistas y el impulso propugnado de este tipo de pensamiento desde FAES. Atlantismo, subordinación al Imperio estadounidense, aceptación de las tesis de Huntington y la radicalización de las posturas. “No se puede entender el surgimiento de Vox sin analizar la radicalización de la derecha española tras perder el gobierno en 2004” ha expuesto el eurodiputado. Una radicalización que, gracias a la financiación prestada por la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre, genera la construcción de organizaciones de masas para plantear una serie de guerras culturales (género, biopolítica, etc.).

Madrid es el laboratorio, como pretenden que sea ahora también, de las políticas y las actitudes neocon, se crean Hazte Oír, Denaes (base de Santiago Abascal) y otras organizaciones y fundaciones, con la intención de construir una sociedad civil desde arriba. A ello hay que sumar todo el apoyo monetario y político a lo que se llama la “Brunete mediática” (Libertad Digital, Intereconomía, EsDiario…), más los apoyos bien remunerados de la carcunda habitual de la derecha (esto lo ha olvidado el ponente). O el revisionismo histórico operado por personajes como César Vidal o Pío Moa, o las gentes de Gustavo Bueno entre otros. Así, en el momento en que el PP de Mariano Rajoy toma el camino de la moderación, las organizaciones se separan y se produce la ruptura con los elementos más “asalvajados” vinculados a estas organizaciones creadas desde el reino de las ranas. ¿Es una simple ruptura ideológica cabría preguntarse? Urbán expone con la precisión de un cirujano que buena parte de lo que hoy se ve en Vox ya se había ensayado en los lugares donde el PP está en minoría en el espectro de la derecha (Vitoria o Badalona, por ejemplo).

La ruptura de Vox no ha alcanzado a las clases populares pues sus bases de votantes son clase alta, pero porque realmente no han querido disputar el voto popular más allá de cierta escenografía. Santiago Abascal tan sólo ha querido disputar la hegemonía de la derecha al PP y a Ciudadanos al ser un producto de todos esos aparatos neocon que creó y potenció el PP. Por eso se explica que Abascal tenga más en común con Jair Bolsonaro que con Matteo Salvini (por eso Falange se permitió enmendar la plana a Vox no hace mucho). Es la derecha neoliberal autoritaria (¿Cuándo han podido implantarse las medidas de los chicos de Chicago sino bajo dictaduras?), de ahí que su propósito, más allá de las algaradas dialécticas, sea la devaluación fiscal, el populismo de la pequeña empresa para hacer política en favor de las grandes empresas, lo que lleva a cierto transformismo político. Hay que fijarse en su programa económico para ver que no se diferencia de los de PP y Ciudadanos.

construir realidades comunes, de autogestión y de lucha

También en este autoritarismo neoliberal se juntan las relaciones con el fundamentalismo cristiano que no se produce en otras extremas derechas. La vinculación de Hazte Oír con la sociedad paramilitar El Yunque, el fomento de campañas contra el aborto en Argentina, o los coqueteos con los Kikos tienen parte en el fermento de la ideología voxista. A ello sumar el sionismo heredado de Aznar, que ha sido ampliamente explicado en estas mismas páginas, que lleva a una islamofobia cuya máxima representación es ver a Abascal a caballo en plena reconquista. “Ese hombre blanco que ya no existe pero quiere seguir existiendo” ha explicado Urbán. Islamofobia y la utilización de elementos de pinkwashing y del feminismo contra los inmigrantes y contra los propios colectivos. Sin duda elementos populistas que manejan perfectamente desde las redes sociales, como hemos contado en estas páginas.

Ante esto el PP gira hacia el discurso de los años de radicalismo, algo que no les cuesta pues todos los actuales dirigentes peperos se han criado a las ubres de la Comunidad de Madrid y el aznarismo. Discursos similares en ambas formaciones para cerrar la escisión producida pero que permite que la agenda de la extrema derecha esté en primera plana. Es la extrema derecha, desde su minoría, la que dirige la agenda de las grandes formaciones políticas y al comprarle el discurso se normaliza. Como ha dicho Urbán, con la compra “no se cierra la puerta a la agenda sino que se normaliza y acaban entrando en el relato cotidiano”. Si el PP gira hacia las posiciones antiguas, en Ciudadanos se encuentran en el dilema eterno que han tenido desde su creación, la duda entre ser Macron o ser Le Pen. Algo que no extraña a nuestros lectores pues ya hemos explicado profusamente las derivas fascistas de Albert Rivera. Por eso es más probable que el Salvini español acabe siendo Marcos de Quinto, por situación y contexto, que Abascal que no deja de ser un neocon.

Ante esto la eterna pregunta de la izquierda ¿qué hacer? Para Miguel Urbán es claro que hay que potenciar el trabajo de base, el trabajo en los barrios para que cuando lleguen los monstruos se tengan armas suficientes para derrotarlos. Dicho de otra forma se necesita “construir realidades comunes, de autogestión y de lucha” ya que estamos ante un “tiempo radicalizado que exige medidas radicales”. No se puede hacer frente al radicalismo de las derechas en general con medidas moderadas. Por ello no hay que tener miedo a hablar de expropiaciones, nacionalización de industrias fundamentales, por ejemplo, aunque la izquierda tiende a hablar desde lo políticamente correcto lo que es improductivo en la propia lucha.

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