La llegada de Donald Trump al poder en EEUU significaba un cierre de fronteras para todos aquellos productos que perjudicase a la producción interna. Con artículos chinos, por ejemplo, está más atrapado pues la posesión de miles de millones de dólares en reservas y deuda soberana, le impiden (salvo que deseen una quiebra histórica) actuar al demagogo Trump. Sin embargo, la aceituna española es un producto sencillo de vetar. Lo económico y geopolítico influye tanto que, como España no pinta nada en el contexto mundial bajo el mandato de M. Rajoy, los productos de exportación españoles se ven afectados.

El ritmo de exportaciones desde Andalucía (gran perjudicada del veto) a Estados Unidos, ya dentro del contexto proteccionista de la actual administración Trump, ha registrado entre septiembre y diciembre de 2017 una caída del 1% en volumen y del 10% en valor. Como ha expuesto el consejero de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural Rodrigo Sánchez Haro, se va a “vigilar muy de cerca» la evolución de las transacciones comerciales de aceituna de mesa ante los «desproporcionados e injustos aranceles impuestos por el país norteamericano desde el mes de noviembre y agravados en enero». No en vano, en la campaña 2016-2017 este destino copó el 26,6% de las exportaciones de aceituna de mesa andaluza, que se elevaron, con Italia como segundo mejor cliente (13,4%), hasta las 370.659 toneladas, el 72,58% de toda la producción nacional que partió rumbo a los mercados internacionales en el pasado ejercicio.

La producción de aceituna.

La producción de aceituna de mesa, según el balance provisional de la campaña 2017-2018, ha superado en Andalucía la previsión del aforo para alcanzar las 441.830 toneladas, un 4% más de la cantidad estimada en un primer momento. Con ello, y «con este margen más que razonable que denota un buen trabajo», desde la óptica del consejero Sánchez Haro, la comunidad andaluza reafirma su preponderancia en el conjunto de España, al aportar un 79% de toda la cosecha nacional, que ha quedado fijada en 561.560 toneladas. La ligera diferencia tiene su origen en la recuperación de algunas fincas tras las lluvias acaecidas en el mes de octubre, sobre todo en las zonas cultivadas con variedades más tardías, de ahí que sean las provincias con mayor implantación de la hojiblanca (Cádiz, Granada, Málaga y Córdoba) las que presentan una variación positiva mayor.

En términos generales, según ha detallado Sánchez Haro, en Andalucía se ha recogido un 10,4% menos de producción con respecto al curso 2016-2017, pero sólo un 2% menos si se toma como referencia la media de las últimas campañas, desde la 2010-2011. La tendencia, en el conjunto de España, es similar, aunque con un retroceso menos acuciado. El volumen de aceituna que ha entrado en las entamadoras de todo el país ha caído un 5,8% en comparación con el verdeo anterior. En este punto, cobran un mayor protagonismo la manzanilla, la gordal y la hojiblanca andaluzas, que, con un total de 424.070 toneladas, representan el 88% de la producción de estas variedades a nivel nacional (483.740 toneladas).

La campaña, caracterizada, en palabras de Sánchez Haro, por la «excelente calidad sanitaria» de la aceituna, ha registrado un ascenso del precio medio de la variedad hojiblanca hasta llegar a 0,63 euros por kilogramo, un 11% más que en el ejercicio anterior, con algunas operaciones puntuales incluso a 0,71 euros por kilogramo. Este «mejor comportamiento» se ha debido, ha expuesto el consejero, a que su maduración más tardía le ha permitido sortear las inclemencias ambientales y ha disminuido así el porcentaje de fruto arrugado. Distinto es el caso de la manzanilla y la gordal. La cotización de ambas, afectadas por los menores tamaños obtenidos, ha experimentado un suave descenso del 3%, en el caso de la primera, comercializada por 0,73 euros por kilogramo de media; y del 4%, en el de la segunda, con un valor de 0,62 euros por kilogramo.

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